Carta de M.P.M. ‘Camarada Arenas’: «Respuesta a la camarada Natalya Glagoleva». Sobre la esencia de la guerra de los EE.UU. y la OTAN contra Rusia y sobre la Operación Militar Especial de Rusia en Ucrania.

Pantallazo carta a los camaradas rusos.

Muro de solidaridad y denuncias:

Libertad Camarada Arenas:

-Artículo de M.P.M. de octubre de 2023, en la web por su liberación.

Respuesta a la camarada N. Glagoleva

Aranjuez 14/10/2023

Querida camarada Natalya:

He leído detenidamente el artículo de Victor Tulkin que usted ha enviado, “Sobre la verdadera esencia de la guerra de los Estados Unidos y la OTAN contra Rusia y sobre la esencia de la Operación Militar Especial (OME) de Rusia en Ucrania” y he de decirle que entre nuestros dos partidos -el PCOR y el PCE(r)- existe coincidencia en todo lo relacionado con las cuestiones que el camarada Tulkin aborda en el artículo.

Por este motivo tan solo me voy a referir aquí a algunos aspectos que han quedado un tanto “velados” que, en mi opinión, son de interés para nosotros en estos momentos.

Al comenzar su artículo Tulkin se refiere a la “división que tenemos hoy”. Una división que existe dentro del Movimiento Comunista, que se ha formado en torno a la caracterización de la OME, de manera que en la polémica suscitada sobre esta cuestión fundamental “se han formado dos corrientes”:

Una, representada por aquellos que (…) en la práctica han aplicado mecánicamente las fórmulas bolcheviques del tipo de los años 1914-1916 a la situación actual, declarando (…) la misma responsabilidad a todas las partes implicadas en el conflicto. Es lógico -apunta Tulkin- que estos camaradas hayan llamado la OME “invasión inaceptable de Rusia a Ucrania”.

La segunda dirección -prosigue Tulkin en su artículo- que es compartida por nuestro PCOR, es apoyada por aquellos camaradas que consideran que la situación actual es cualitativamente diferente a la de los tiempos de la Primera Guerra Mundial. El análisis realizado los condujo a la conclusión de que, en las actuaciones de la Federación Rusa y en la OME, sin duda hay mecanismos de defensa, es decir, elementos de guerra nacional justa”.

Pues bien, como es sabido, nuestro Partido -el PCE(r)- ha seguido desde el primer momento de la OME esta “segunda dirección”, convencido de que es la única dirección justa, revolucionaria, marxista-leninista. Es más, puedo indicarle que desde mucho tiempo antes nosotros hemos estado prestando una atención especial a todo lo relacionado con este importante problema que se le ha planteado al Movimiento Comunista.

Así, en el informe al Pleno del CC de nuestro Partido, celebrado en agosto de 1990, ya se decía:

El derrumbamiento del socialismo en los países del Este de Europa y la perspectiva del debilitamiento de la URSS, han despertado los apetitos y las ansias de reparto de los imperialistas. El olor del botín excita a las fieras y estas han comenzado la lucha, desplazando el centro de gravedad de las tensiones, desde otras regiones del planeta, al centro y al este de Europa. Esta lucha habrá de traer graves consecuencias.”

Un año más tarde, en la Declaración del CC del Partido Comunista de España (reconstituido) enero de 1991, denunciábamos:

La debacle de los regímenes revisionistas, la anexión de la RDA por la Alemania capitalista, la política de concesiones y de apaciguamiento de los dirigentes soviéticos, el caos que estos han provocado en la Unión Soviética, todo eso ha incitado al imperialismo a buscar una salida a la grave crisis que padece por el camino de la guerra. (…). La experiencia está demostrando que los tiburones imperialistas no se conforman con un solo bocado, sino que, por el contrario, una vez que han conseguido tragarse algunos países de Europa del este, ahora la han emprendido con las Repúblicas que integran la URSS. En realidad, su desmembramiento y destrucción, así como el de China, Cuba y los demás países socialistas, continúa siendo el principal objetivo del imperialismo, por lo que no dudamos que, a no tardar, los trabajadores y revolucionarios de todos esos países le justarán las cuentas al revisionismo y a la burguesía y reemprenderán el camino de la lucha resuelta”.

Salta a la vista que esas palabras están “inspiradas” en algo más que un mero sentimiento de rebeldía o de “exagerado” optimismo revolucionario, ya que por nuestra parte siempre hemos procurado basar nuestras ideas y apreciaciones en el análisis marxista de la realidad económica, política y social. Es por ello por lo que, aún en los peores momentos de la crisis de nuestro movimiento pudimos proclamar, en el Informe del CC presentado al III Congreso del PCE(r) de agosto de 1993, que el derrumbe final del Socialismo:

“… no ha dado lugar a la aparición de un ´nuevo orden´ internacional, ni está claro todavía cómo habrá de ser creado éste en las condiciones de la crisis general del sistema capitalista. Desde luego, lo que sí se puede asegurar es que EEUU no va a poder imponer la esclavitud a los pueblos por más que lo intente. Su política hegemonista, está también destinada al fracaso.”

Portada libro Arenas sobre Rusia.

Estos planteamientos, que expusimos hace ya tantos años, revisten actualmente un interés aún mayor, si cabe, dado que existe en nuestro movimiento una confusión muy extendida que, entre otras cosas, atribuye a los imperialistas una “unidad” y una “fuerza” de la que, como se está demostrando todos los días, carecen para llevar a término sus agresiones y saqueos. Esto se ha puesto claramente de manifiesto en las sucesivas derrotas militares y “geoestratégicas” que ha sufrido recientemente el imperialismo. Y muy particularmente en el proceso de la crisis por la que ha atravesado Rusia así como, más recientemente, en la guerra de Ucrania. Todo esto ha sido objeto especial de nuestra atención en los últimos años. Por este motivo conviene que nos detengamos un momento en mostrar algunas de las “claves” que nos han permitido “desentrañar” lo que ha estado sucediendo y lo que, en mi opinión, necesariamente, habrá de suceder en un futuro no muy lejano.

En 2014 mantuvimos en nuestro Partido un interesante debate sobre el carácter de la política exterior e interior del Estado ruso, sobre la nueva burguesía que había tomado en sus manos las riendas del poder con V. Putin a la cabeza, y sobre la situación en Ucrania. De este “debate” se deducían algunas conclusiones que traté de resumir en una carta que escribí a mis camaradas desde la cárcel de Albocàsser, con fecha del 8 de agosto de 2014. En esta carta, entre otras cosas, yo les decía:

Pues Rusia, ciertamente, está preñada nuevamente de revolución, pero de una revolución en muchos aspectos distinta a la que nació en el pasado. Para comprobarlo, basta con tener en cuenta que allí no está teniendo lugar un enfrentamiento como en Ucrania, ni es probable que se pueda producir algún día; lejos de esto, tanto Putin como su gobierno cuentan con el respaldo de la inmensa mayoría del pueblo ruso. Aparte de la imposibilidad manifiesta de que la burguesía (por no hablar del ejército ruso), pueda o esté dispuesta a imponer en su país un régimen fascista y “pro occidentalista” por el estilo del que ha sido impuesto en Ucrania. Esto es algo impensable, no solo por todo lo que hemos expuesto (el “peso de la historia” etc.), sino también por la situación de dependencia respecto a los trabajadores y su vanguardia comunista en que se halla actualmente la burguesía rusa. De manera que un enfrentamiento con las masas populares, como el que ya se está dado en Ucrania, la debilitaría extraordinariamente, facilitando así los planes de agresión imperialistas.

De modo que podemos decir que hoy la burguesía rusa, por muchos conceptos, es prisionera de la historia de su país; de una historia que todavía no ha concluido y a la que no pueden renunciar, sin correr el riesgo de dejar de ser rusa. Así que, si bien es cierto que tras la muerte de Stalin y la caída, finalmente, de la URSS, las instituciones soviéticas se fueron “desovietizando”, el peligro que les amenaza ahora, por influencia de la “mundialización” imperialista, no es otro que la “desrusialización” o colonización de Rusia. Esto explica mejor que nada ese nacionalismo “sovietizado” (la utilización del prestigio soviético) de parte de la burguesía rusa, con todo lo que ello implica de desprestigio de la marca capitalista. Esta “sovietización” puede servir a los intereses del proletariado siempre que éste sepa utilizarlo en beneficio de una política independiente de la burguesía. “Independiente” no quiere decir que deba estar siempre y en todos los terrenos enfilada contra ella. La compleja situación que vive actualmente, tanto en el interior del país como a nivel global, exige del proletariado revolucionario de Rusia aplicar una táctica que le permita ponerse al frente del movimiento por la defensa de la identidad y la independencia nacional, combinado con la lucha por la restauración del Socialismo (…).

En resumen, bajo mi punto de vista, la contradicción principal que se da en estos momentos en el sudeste de Ucrania, es la que enfrenta a las masas populares al fascismo y al imperialismo.

Esta contradicción, tal como hemos explicado anteriormente, habrá de ser resuelta mediante la derrota política y militar de la burguesía fascista y pro-imperialista (…).

En tanto que en Rusia, las contradicciones son radicalmente diferentes; dado que allí lo que predomina en estos momentos es la contradicción que enfrenta al conjunto de la sociedad y al Estado con el imperialismo de los EEUU principalmente, el cual está de nuevo intentando cercarla y agredirla a fin de despedazarla y repartirse sus despojos, tal como ya ha sucedido en lo que fuera la Federación Yugoeslava, en Irak, Libia, etc. La clase obrera y los comunistas de todos los países no debemos dudar ni un instante en prestar toda la ayuda fraternal y el apoyo internacionalista que podamos a los pueblos de la Federación Rusa, con el convencimiento de estar defendiendo una causa justa.”

Ha transcurrido casi una década desde que escribí esa carta a mis camaradas del Partido, y a través de todo ese tiempo (pero principalmente desde el inicio de la OME) se han ido sucediendo de forma acelerada los acontecimientos económicos, políticos y militares. Esto nos ha permitido comprobar en la “práctica”, que tanto las ideas como los planteamientos que hicimos anteriormente, así como la posición que adoptamos ante esos problemas, en lo esencial, han sido acertados. De todo ello hemos hablado con la suficiente extensión y claridad en el curso de los últimos años. Por este motivo no veo necesario detenerme aquí de nuevo más que en un aspecto de esta cuestión que el camarada Tulkin aborda en su artículo (recogiendo al mismo tiempo unas declaraciones efectuadas por V. Putin en el mismo sentido), que en mi opinión, arroja bastante luz sobre el callejón en que se ha metido la burguesía rusa en su interés por impulsar el desarrollo monopolista y la consiguiente formación de una oligarquía financiera, tendiendo puentes con sus “socios” de los países imperialistas. Obviamente, dichos puentes han sido dinamitados, y no le va a resultar fácil recomponerlos. Claro que a la burguesía rusa aún le queda el recurso de buscar una salida a su difícil situación promoviendo un tipo de “denguismo” con “particularidades rusas”. Aunque a mí me parece, a juzgar por la crisis que está sacudiendo últimamente a China, que también esta vez la burguesía rusa va a llegar tarde a la cita de la historia…

Portada libro Arenas «Los límites del…»

En fin, voy con el asunto al que me he referido. En una carta que escribí a los pocos días de comenzar la OME (el 2/3/22) afirmé con rotundidad:

La burguesía rusa no está interesada en esta guerra (y menos aún la clase obrera, como es natural), pero se ha visto obligada a emprenderla. Pues como es bien sabido, desde que asaltó el poder con el apoyo de los estados imperialistas y expolió la propiedad del pueblo soviético, ha buscado alcanzar un acuerdo con la burguesía de los demás países, al objeto de explotar en “comandita”, tanto a la clase obrera como las enormes riquezas naturales del país, principalmente el petróleo y el gas. Más este “acuerdo” entre tiburones de la industria y las finanzas se ha revelado imposible (al menos por el momento) por la sencilla razón de que, a los monopolistas occidentales, empezando por EEUU (que tienen la hegemonía) no les interesa una asociación entre “iguales” con los capitalistas rusos. Les resulta más beneficioso, aprovechando su debilidad, someterlos a vasallaje, tal como han conseguido hacer con las burguesías monopolistas de otros países como España. De ahí que no hayan cesado en su política de cerco y acoso militar, acompañada de la guerra económica y financiera, propagandística, etc. para obligarles a claudicar.

En este clima de tensiones y amenazas, la integración de Ucrania y su régimen neonazi en la OTAN supondría, sin ningún género de duda, algo más que una amenaza, no solo para la seguridad de la Federación Rusa, sino también para toda Europa y el resto del mundo. Por este motivo hemos de considerar como justo y necesario -pese a todo lo que está sucediendo- que el Estado ruso haya tomado la firme determinación, apoyado por China y otros países, de impedir aquella locura plantando cara a los imperialistas.

Esta iniciativa rusa, al igual que otras llevadas a cabo anteriormente en la región del Cáucaso, tiene un carácter preventivo, de defensa. Es decir, el Estado de la Federación Rusa no persigue conquistas territoriales, ni le interesa saquear las riquezas naturales de otros países; y eso porque, entre otros motivos, le “sobra” territorio, gas, petróleo y otras materias primas que es, precisamente, lo que los imperialistas occidentales ambicionan y tratan de arrebatarle.

Los rusos solo buscan establecer un sistema de seguridad colectiva en Europa – como no se cansan de repetir- y la neutralidad de Ucrania en el conflicto que les enfrenta a los EEUU y a la OTAN; piden a sus hermanos ucranianos, con los que han compartido tantos sufrimientos y calamidades en la lucha contra el nazismo alemán y ucraniano, que no cedan a las presiones, chantajes y agresiones de los imperialistas yanquis y sus colaboradores internos destinadas a establecer, como hemos visto, en su suelo una plataforma militar para invadir, desmembrar y saquear Rusia. ¿Es tan difícil entender esto?”

Es cierto, como señala Tulkin, que la guerra en Ucrania está polarizando en dos “direcciones” las diversas corrientes ideológicas y políticas que desde hace ya mucho tiempo se vienen enfrentando dentro del movimiento democrático y revolucionario. No es la primera vez que esto sucede en la historia del movimiento, como resultado de fenómenos de parecida naturaleza, lo cual resulta algo positivo. La delimitación de los campos entre los amigos y aliados, de aquellos otros que no lo son, permite aclarar mejor las ideas y refuerza la unidad de los comunistas. De ahí la necesidad de proseguir y profundizar el “debate” y la lucha ideológica en torno a esta y otras cuestiones importantes, evitando descender al fango de las discusiones estériles y de las críticas sin principios.

En este sentido veo muy atinado lo que señala Tulkin en su artículo, citando a Lenin:

El marxismo, que no se rebaja a sí mismo hasta el nivel de un filisteo, exige un análisis histórico de cada guerra por separado al objeto de averiguar si esta guerra puede ser considerada progresista, que sirve a los intereses de la democracia o del proletariado, y en este sentido, legítima, justa, etc.”

Sobre este particular me parece conveniente reproducir aquí un pasaje del trabajo mío reciente Los límites del desarrollo del capitalismo y el materialismo histórico -marzo de 2023:

Hoy día hasta los niños de las escuelas saben que el carácter de una guerra (o una “operación militar”) no se define por las acciones ofensivas o los ataques, sino por los objetivos o fines que se buscan alcanzar con ellas. “Las guerras son la continuación de la política por otros medios”. Esta definición clásica la conoce hoy casi todo el mundo… Hay guerras justas, legítimas, liberadoras, y guerras injustas, imperialistas, de rapiña; y solo una persona muy tonta o cegada por el odio y el egoísmo puede no entender que el interés de Rusia en esta guerra no está dictado por el afán de lucro o de conquistar nuevos territorios, sino por la necesidad de proteger a su población de los ataques y masacres perpetrados por los ucranazis e impedir el cerco y el acoso militar de la OTAN.

Más adelante, en el resumen de este mismo trabajo que acabo de citar, también se expresa la opinión, frente a los que se “guían por consignas aprendidas”:

como hemos repetido en otras ocasiones, hoy ya no sirven los viejos esquemas que dividían el mundo en dos grandes grupos o bloques imperialistas enfrentados que luchan por un nuevo reparto del mundo. Hoy la lucha se plantea, principalmente, entre “repartidores y los que se niegan a ser repartidos”, y el resultado final de esta lucha no puede ser otro más que el triunfo de la revolución socialista”.

Esto significa que debemos hacer todo lo posible para acercar ese momento y para estar preparados en todos los campos de la actividad revolucionaria para cuando ese “momento” llegue. En este sentido llama mucho la atención lo que el camarada Tulkin ha escrito en su artículo:

Oponerse a la participación de las fuerzas armadas de sus países en la guerra es, por supuesto, correcto. Hay que pedir su salida de la OTAN. Protestar contra la financiación, el suministro de armas y el suministro de corredores de transporte, aeródromos y puertos marítimos, es necesario y útil. Pero, después de todo, se trata de la participación de países –supuestamente de democracia burguesa-, en realidad, en un bloque abiertamente agresivo y pro-fascista. Aquí limitarse simplemente a protestas y manifestaciones contra las partes beligerantes y pedir el fin de la guerra de alguna manera no es suficiente. Tanto más cuanto que los marxistas literarios deben conocer bien la exigencia de Lenin de no rechazar puramente el principio de la “defensa de la patria”, sino que: “esto significa negar todos los fundamentos de la sociedad burguesa moderna y cortar las raíces del régimen social moderno, no solo en la teoría, no solo ´en general´, sino en la práctica, directamente, ahora”.

Esto es, se trata de trabajar en la preparación de la revolución socialista ya hoy ¡ahora!”.

Cuadernillo Arenas «La desnazificación de Ucrania».

En las condiciones imperantes -prosigue Tulkin poco más abajo en su artículo- según el PCOR, los comunistas de todo el mundo están obligados a trabajar con todas sus fuerzas y métodos para derrotar al bloque de los EEUU-OTAN, para detener la propagación y el fortalecimiento del fascismo en Ucrania y en el mundo. ¡Cualquier método y todos los aliados posibles son adecuados para esto! El PCOR considera que solo la derrota del bloque EEUU-OTAN en la guerra actual, esto es, si la Rusia burguesa se mantiene y triunfa, derrota al régimen nazi de Kiev (al menos “por puntos”), solo ello, sin duda, creará condiciones más favorables para el desarrollo del movimiento obrero y para la lucha por el socialismo en todos los países”.

Pues bien, casi no hace falta decir que nuestro partido -el PCE(r)-, como se ha podido leer en lo expuesto hasta aquí, comparte enteramente esta justa posición del PCOR. No obstante, considero que actualmente, lo más relevante (en lo que debemos centrar la atención), es lo que al final de su artículo apunta Tulkin respecto al posible resultado de la lucha que enfrenta a los imperialistas de los EEUU-OTAN a Rusia y los demás Estados del BRICS:

Por tanto, desde nuestro punto de vista, lo más probable es que temprano o tarde, se pueda esperar la conclusión de algún tipo de transacción temporal. Como lo hemos dicho, negociarán. Y nuestra tarea es explicar a los trabajadores la putrefacción de tales acuerdos y prepararlos para las batallas revolucionarias por el socialismo, pues solo él puede acabar con el fascismo”.

Estamos de acuerdo, no hay ninguna duda al respecto: “nuestra tarea es explicar a los trabajadores…”, debiendo plantear esta tarea de explicación y esclarecimiento como una de las tareas más importantes del momento que estamos viviendo en todo el mundo. Es lo que el PCE(r) ha venido haciendo, como se recoge en el trabajo antes citado (“Los límites del desarrollo…”) partiendo de un análisis histórico, económico y político que muestra el alcance real a que se puede llegar o el grado de “putrefacción” de los referidos “acuerdos”. Claro que esto depende del debilitamiento constante, cada día más acelerado de los imperialistas, del agravamiento de la crisis económica y política, así como del desarrollo de los antagonismos sociales y de todas sus contradicciones internas. Todo esto unido a la lucha y al mayor fortalecimiento del movimiento antiimperialista y revolucionario, es lo que finalmente hará posible llevar a cabo la “negociación”.

Lo que, en realidad, no será otra cosa que el reconocimiento de parte de los imperialistas, por la vía de los hechos, de la pérdida de la hegemonía de EEUU y del nuevo “equilibrio de fuerzas” existente entre los dos principales campos hoy enfrentados en el plano global. De esta forma quedará allanado el camino para dar el paso, “del anticolonialismo a la lucha por el socialismo” en todos los países.

… “Creo que el reconocimiento del multipolarismo que ya existe en la realidad, o nuevo equilibrio de fuerzas entre las grandes potencias, acabará por imponerse poniendo fin a la hegemonía de EEUU y haciendo valer en la balanza de poder todo el peso de Rusia, China y los demás países emergentes.

No hace falta decir que la historia no acabará ahí. Por el contrario, como queda apuntado se crearán mejores condiciones para recuperar lo perdido en la pasada etapa de retrocesos, confusión y desorganización generalizada (…) y seguir avanzando para dar un verdadero salto cualitativo hacia adelante. O por decir con otras palabras, entraríamos en una nueva etapa de lucha por el socialismo distinta, en algunos aspectos importantes, de las que conocemos.”.

https://libertadarenas.wordpress.com/2024/02/13/respuesta-a-la-camarada-n-glagoleva-octubre-2023/

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