Estados Unidos: Así expolia y masacra
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Constantes desembarcos Yanquis en la República Dominicana.
1868 – 1966
-y II-
Viene del domingo 10 de marzo.
… /…. En las regiones orientales del país continuaba la guerra de guerrillas. El movimiento contra la ocupación norteamericana alcanzó especial envergadura en toda América Latina.
Finalizada la I Guerra Mundial, los EEUU se vieron forzados a ensayar otra política consistente en cambiar las formas para seguir dominando como antes. A cambio de retirar las tropas de ocupación, se obligaba al futuro gobierno dominicano a mantener todas las acciones y normas impuestas por el gobierno militar estadounidense, incluida el mantenimiento de la Guardia Nacional formada por los intervencionistas. Un instrumento que serviría para mantener su dominio sin la presencia de sus tropas. En 1922 se impusieron todas las condiciones exigidas por EEUU y dos años más tarde los marines abandonaron el país que habían ocupado durante 8 años. La intervención militar había terminado, pero la República Dominicana recuperó la independencia solo en el sentido jurídico; en realidad, seguía siendo un territorio dependiente.
La siguiente etapa de la expansión norteamericana se realizó bajo el criminal régimen dictatorial de Trujillo. Fue elegido presidente en 1930 y convirtió al país en una fuente de enriquecimiento personal y en una mazmorra policial, donde se daba muerte sin instrucción de causa.
Con el triunfo de la Revolución Cubana, los EEUU se vieron obligados a maniobrar y prometer que no apoyarían a dictadores sanguinarios como Trujillo, sino a regímenes de “democracia representativa”. De nuevo solo se trataba de cambiar la forma y los métodos. En 1961 la CIA se encargó del asesinato de Trujillo. En 1963, el presidente elegido fue detenido y deportado del país. Un nuevo golpe de estado derogaba la Constitución y aplastaba los partidos políticos. El poder había de pasar a fuerzas más dóciles a los monopolios norteamericanos.
En 1965, las fuerzas democráticas y patrióticas dominicanas derrocaron al gobierno del testaferro norteamericano, tomaron el Palacio Nacional, formaron un gobierno provisional que restableció la Constitución de 1963 y liberó a los presos políticos. En respuesta inmediata, los EEUU, con el apoyo de la reacción dominicana, mandaron a Santo Domingo seis buques de guerra con 1.500 marines a bordo y procedió al bombardeo del Palacio Nacional, el centro de radio y los cuarteles militares. Sus aviones, en vuelos rasantes, abrieron fuego contra la población de la capital que levantaba barricadas para defenderse. Los invasores exigieron al gobierno patriótico el cese de la lucha y la capitulación. En esta guerra civil, solo el coronel Caamaño no depuso las armas y encabezó la lucha por la independencia y por la Constitución democrática. El pueblo, bajo su dirección, tomó los arsenales de las comisarías de la policía y rechazó la nueva ocupación extranjera.
La Casa Blanca acabó enviando más de 30.000 hombres. Se intensificaron los bombardeos y aunque los patriotas resistieron durante un tiempo, los invasores, con fuerzas incomparablemente mayores, les arrinconaron y en los barrios ocupados quedaron cientos de muertos. La reacción continuó desatando el terror, pero el pueblo, al grito “¡Fuera los yanquis!”, siguió reclamando con fuerza la retirada de las tropas extranjeras. Las elecciones celebradas en 1966, transcurrieron bajo la ocupación militar y resultó electo Balaguer, un nuevo presidente fantoche con el que los EEUU pusieron fin a la intervención en septiembre de 1966, quedando unos 2.000 militares norteamericanos como instructores del ejército dominicano. La casta militar dominicana fue depositaria del armamento traído por los invasores, quedando subordinado al control de los asesores yanquis. El país quedó cubierto por toda una red de agentes de la CIA y del “Cuerpo de Paz”.
La labor de represión y exterminio de la resistencia patriótica quedó a cargo del nuevo gobierno de Balaguer, responsable de 11.000 víctimas por desapariciones forzosas y asesinatos políticos. Desde entonces se han venido alternando diferentes gobiernos que, en una aparente alternancia democrática, todos han consentido y colaborado con el poder que el imperialismo yanqui sigue manteniendo en la isla caribeña.