Periodismo de investigación:
-Entrevista con Ahoztar Zelaieta.
El periodista de investigación más veterano de Euskal Herria acaba de publicar su 11.º libro, ‘La Ertzaintza que viene’, con la editorial Txalaparta. Aprovechamos la ocasión para revisar el resto de su obra bibliográfica, que es también un retrato lúcido sobre la crisis orgánica del PNV.
Antes de que llegaran los algoritmos y la imprenta digital, Ahoztar investigó en el diario Egin y en la revista Ardi Beltza, ambos clausurados por el juez Baltasar Garzón. La primera, después de que se desvelaran los entresijos de las escuchas telefónicas ilegales del CESID a Herri Batasuna; la segunda, se cerró tras publicar información sobre las cloacas del periodismo y las conexiones entre el PP y el narcotráfico. Pero este periodista siguió investigando en la revista Kalegorria poco tiempo después. También en sus libros con Txalaparta (el último es ‘La Ertzaintza que viene’) y antes autoeditándose con la ayuda de la revista Hincapié.
Resulta complicado resumir a Ahoztar Zelaieta Zamakona (1972, Bilbao) en una frase que le haga justicia. Es posiblemente el periodista de investigación en activo más veterano de Euskal Herria. Aunque eso no cotiza al alza en una sociedad donde ninguna redacción quiere escuchar hablar de la palabra “investigación”. Es problemático a nivel legal, se piensa. También que no es rentable o, al menos, no tanto como el periodismo declarativo, que molesta poco y sirve para monetizar la publicidad si se escoge un titular que termine siendo viral.
Asimismo, Ahoztar ha divulgado información en redes sociales, donde publicaba –y sigue haciéndolo– hilos a modo de “globo sonda” con miles de impactos. Formado en el campo de la criminología, nunca ha perdido lo más auténtico que le queda a esta profesión burguesa repleta de pusilánimes y voceros corporativos, la vocación de contarle a la gente lo verdaderamente relevante, a saber, lo que los poderosos no quieren que sepan, garantizando así un derecho fundamental, como le gusta señalar: el de la información pública.
LA ERTZAINTZA QUE VIENE
-Acabas de terminar un libro con Txalaparta sobre la Ertzaintza en un momento en que los miembros del cuerpo han iniciado las primeras manifestaciones “asindicales” e incluso han estado al borde de detener el Tour. ¿Qué está sucediendo en la policía para que, al igual que buena parte de la administración, se opongan al Gobierno Vasco?
Voy a responder desde la perspectiva de alguien que tiene colegas dentro del cuerpo policial. Nos conocemos desde pequeños y hemos forjado una buena amistad. Ya sabes que los amigos nunca son como uno quiere que sean, son como son. Y ellos saben que si pudiera les mandaría a todos al paro. Ahora bien, debido a su edad, estas personas llevan muchos años dentro, no son de las primerísimas promociones, pero sí de las promociones que han experimentado los años de plomo. También tengo relación con agentes de otro grupo, con una visión e incluso una subordinación muy diferente. Así como muchos de los de las primeras promociones tenían un sentido de patria, de lealtad al partido, y pensaban que su labor policial estaba algo así como guiada por un fin mayor que la seguridad, las generaciones posteriores a los años de plomo carecen de eso, en parte debido a que han heredado un trabajo más o menos estable con ciertas ventajas, como la facilidad para acceder a créditos con los bancos, estabilidad laboral, un salario elevado, etcétera. Eso es lo que les mueve a la mayoría de ellos.
-¿Cómo describirías su ideología?
Para entender lo que sucede en el infierno siempre hay que tratar de hablar con el diablo. Si bien en el grupo de “Ertzaintzas en lucha” me he encontrado con gente muy heterogénea, muchos son personas con traumas, taras y estereotipos en contra no solo de lo abertzale, sino también de lo vasco. Son, en gran parte, personas que tienen poca o ninguna pertenencia o apego al tipo de sociedad vasca. ¿Por qué? Porque han vivido completamente aislados. Y ese aislamiento, desde el principio, especialmente en las personas que ingresaron a la Brigada Móvil, ha ido forjando un perfil conservador, muy de derechas, ajeno a la realidad mayoritaria del país. Tenían una visión muy dura del conflicto y las relaciones que han establecido con asociaciones y sindicatos, incluso con la policía, son muy cercanas a posiciones de derechas o de extrema derecha. Es natural, estos ertzaintzas vivián bunkerizados, solían comer en los cuarteles de la Guardia Civil… Luego hay otro grupo de Ertzaintzas que denomino “frikis”, y que son los que ingresaron después de los años del plomo. Son los que ves en la patrulla, dentro del coche, cada uno con su teléfono móvil, ni siquiera hablan entre ellos, casi ni se comunican.
-¿Millennials?
No tengo elementos científicos para afirmar quiénes son, pero es evidente que son jóvenes. No han desarrollado relaciones personales profundas; su conexión es principalmente laboral. Procuran evitar interacciones sociales después del trabajo, lo cual contrasta con la cultura de muchos veteranos. Tienen relaciones bastante escasas, la empatía parece escasear en estas nuevas generaciones. Hay un claro individualismo, un “sálvese quien pueda”. Entonces, conviven las primeras generaciones desencantadas, que estuvieron en sindicatos y se desilusionaron, con los nuevos “frikis” que encuentran en el mencionado movimiento asindical una identificación diferente. Ya no buscan el espíritu antiguo de patria y modelo policial al servicio del partido, sino más bien cómo obtener lo que creen merecer por su trabajo. Dado que los sindicatos han perdido su conexión con la mayoría de los agentes, estos individuos se centran en cobrar a fin de mes. No tienen apego al servicio público.
Surge así una crisis difícil de descifrar y que se expresa en la huelga de Tubacex. La paradoja es que el fondo de pensiones de la Ertzaintza es el cuarto mayor accionista de Tubacex. Cargaron contra los trabajadores que buscaban mejorar la empresa y criticaban la mala gestión de la patronal. La mayoría de los ertzainas desplegados allí desconocían que el fondo para sufragar sus pensiones dependía del buen funcionamiento de la empresa contra cuyos trabajadores cargaron. La Justicia ha terminado condenado a algunos trabajadores de Tubacex por resistencia a la autoridad y absolviendo a los ertzainas que no actuaron contra el movimiento asindical cuando impidió el funcionamiento del tranvía en Gasteiz durante una de sus movilizaciones.
-¿Cómo se relaciona el “capitalismo de consultoría” en la gestión de la crisis de hegemonía del PNV, especialmente en las fuerzas del orden?
El modelo de “capitalismo de consultoría“ se encuentra arraigado en todos los sectores de la administración pública. En este caso, la brecha entre la gestión interna y externa no era tan evidente. Históricamente, las fuerzas del orden contaban con altos mandos y el respaldo de la Unidad Técnica Oficial de la Policía, donde las conexiones políticas eran evidentes. Sin embargo, a medida que estos mandos se jubilaron y la unidad técnica se debilitó, las consultoras ganaron terreno. Esta penetración se intensificó en la última década, especialmente después de la modernización emprendida en 2013. La relación entre consultoras y altos mandos se hizo más pragmática, centrada en el beneficio económico en lugar de una dedicación al país. La Ertzaintza tenía que vender renovación, hacer marketing, aunque no tuviera un plan o una dirección definida. La estrategia era presentar lo viejo como algo nuevo. Como no tenían ideas, acudieron a las consultoras en busca de soluciones.
-Además de un libro, has publicado bastantes artículos en Hordago sobre la modernización de la Ertzaintza. La comisaría de Bilbao fue de las primeras en mover su infraestructura analógica al mundo digital, pero también recuerdo leer una entrevista en El Correo a un alto cargo del Ertzaina donde afirmaba que todo estaba aún en sus inicios. ¿Estamos realmente ante un sistema orwelliano que nos vigila y castiga o, como es propio del PNV, ninguna de estas tecnologías funciona realmente?
Por un lado, siempre ha existido cierta obsesión por comprar la mejor tecnología disponible en el mercado. Ya en tiempos de Juan Mari Atutxa como consejero de Interior se gastaban miles de millones de las antiguas pesetas en equipamiento. Incluso se utilizaban los fondos reservados de manera opaca. En el libro constato que compraron los softwares de las empresas punteras, que estaban ligadas a la CIA o al Mossad israelí. Otra cosa es que sepan emplear esa tecnología, o que haya capacidad y recursos humanos para hacerlo. Si bien es cierto que deberíamos relativizar un poco (quizá se ha comprado tecnología solo porque quien la vendía tenía buenos comerciales, hacía buen marketing o simplemente porque había prebendas), es cierto que pueden ejercer una vigilancia masiva, un control muy eficaz, con el material que tienen.
Por otro lado, también se está intentando responder a todas esas nuevas generaciones de frikis que no están por la labor de llevar una porra y repartir hostias por la calle, sino que buena parte de ellos prefieren hacer una vigilancia más técnica, como trabajar en operaciones encubiertas virtuales (ertzainas infiltrados en redes sociales), utilizar drones, software para hacer videovigilancia, etc. Tienen conocimientos sobre ese tipo de material tecnológico y quieren desarrollarlos en el cuerpo. Entran precisamente para eso. Ahora bien, no existe control on line las 24 horas sobre lo que uno comunica por WhatsApp. Es bastante difícil porque la gran mayoría de los agentes al fin y al cabo no se lleva el trabajo a casa, no son guerreros, son funcionarios.
-Pintas un retrato paródico, casi propio de Mortadelo y Filemón.
Claro, pero también hay un déficit, y es que se ha invertido tanto en la modernización de la Ertzaintza que no se está invirtiendo tanto en lo que antes se llamaba recursos de interés humano: búsqueda de confidentes, patear la calle, tener relaciones sociales con distintas personas para aumentar el conocimiento policial y la posibilidad de intervención… En sus tiempos existían redes de agentes con gran potencial y la Unidad Auxiliar de la Policía desplegaba recursos para implementar ese tipo de vigilancia. También había mucha gente por la labor de colaborar, ser confidente, suministrar información, ayudar, etc. porque había más o menos un modelo de policía que premiaba esta colaboración. Pero el péndulo de la represión ha oscilado mucho hacia la tecnificación.
-¿Dirías que están entrando muchos ingenieros informáticos al cuerpo policial o que existe el mismo déficit que en otras áreas?
Se está vendiendo que no hay recursos cuando es incierto. Se han privatizado los servicios de análisis de ADN alegando que no hay personal cualificado para la investigación en los laboratorios, pero si analizas los documentos donde aparece la cantidad de gente que entra, ves que tiene estudios, y que la propia Ertzaintza reconoce que hay numerosos agentes facultados para ese trabajo. El problema es que están primando los intereses del sector privado. La tecnificación, cuando se produce mediante la asistencia de consultoras, es como entrar un bucle. Los informes siempre te recomiendan recortar los recursos propios del cuerpo como solución a casi cualquier cosa.
-Hablemos de la relación entre la Ertzaintza e Israel. Si seguimos el origen de esa modernización, vemos que el llamado “Estado apartheid” está en la génesis de los esfuerzos de digitalización policial. ¿Puedes contarnos cómo se establece esta relación? ¿Qué tipo de afinidades electivas existen y, sobre todo, qué implicaciones crees que tiene?
Lo que hizo la Ertzaintza en su momento fue enviar a comisarios políticos a investigar varios modelos a nivel mundial. Cuando se enviaron los informes sobre cómo trabajaba el Estado de Israel en suelo palestino, la policía británica en Irlanda, o los servicios de inteligencia en Argentina o Venezuela con apoyo de la CIA, estos se analizaron después por altos responsables del partido, donde también había miembros de la futura Ertzaintza, y se seleccionaron elementos de cada contexto para formar un conjunto coherente. También se estudió el modelo policial alemán y cómo la policía italiana se enfrentaban a los independentistas del Tirol. Se invirtió mucho en este tipo de estudios. Finalmente, el modelo que más eficacia mostraba, a pesar de ser un pueblo pequeño y rodeado por grandes Estados y grupos armados, era Israel. Pero lo más importante es que cuando visitaban suelo palestino o suelo del Estado israelí, los responsables del PNV quedaban impresionados con el nivel de seguridad. Incluso cuando ellos venían aquí, los Ertzaintzas que tenían que cubrir esas visitas alucinaban. Hubo una fascinación enorme sobre ese modelo más allá de la ideología, comparaciones étnicas o de aspiraciones sobre el Estado. Era una admiración por la inversión que se había realizado, y por cómo un pez tan pequeño como Israel conseguía morder el culo al gran imperio estadounidense y al mundo árabe.
-Para concluir este bloque, podrías ofrecernos una breve radiografía de la Ertzaintza que viene. ¿Qué tecnologías describes en el libro?
Para empezar, hay que tener en cuenta que entre 2018 y 2024, el Gobierno Vasco ha inyectado 5.000 millones de euros a la Consejería de Seguridad. De esa cantidad, una suma significativa se ha destinado al ámbito tecnológico, informático y de las comunicaciones. Existe una obsesión notable en este sentido. Históricamente, ya había sólidas relaciones con grandes proveedores. Al principio, estaban más orientadas hacia temas como la desactivación de explosivos, como con Israel, que poco tienen que ver con la tecnología que han adquirido actualmente. Otro ejemplo: cuando se buscaba formar a la élite de la Ertzaintza en el grupo de intervención, llamaban a los británicos. ¿Querían equipos de telecomunicaciones? Los de Estados Unidos. ¿Equipos informáticos? Alemania. Ahora, el producto adquirido es reconocido mundialmente por su asociación con la vulneración de los derechos humanos y su venta a regímenes autoritarios. Esto ha generado inquietud y ha llevado a una mayor opacidad, especialmente cuando se trata del escrutinio de los modelos policiales a nivel global.
-Por poner un ejemplo, ¿puedes detallar un poco más la relación entre el software de espionaje Pegasus y las firmas israelíes que lo proveen en Euskadi?
Al contrato para la última mejora del sistema de intervención de las comunicaciones, un sistema fabricado por la isarelí Verint Systems, y que supervisa la Oficina de Inteligencia de la Ertzaintza, no la Policía Judicial, ni la Policía Científica, se presentaron tres empresas. Curiosamente, las tres son las principales distribuidoras del spyware Pegasus en Europa: BAE Systems (británica), Dars Telecom (italoespañola) y Excem (española), aunque esta última dirigida por una familia vinculada al sionismo y a Netanyahu. Precisamente Excem ha estado a cargo del mantenimiento del sistema de la Ertzaintza durante muchos años.
Cuando estalló el caso Pegasus, se vio ante un dilema importante: ¿cómo seguir adjudicando ese contrato y minimizar el posible impacto de la revelación? El Gobierno vasco decidió adjudicárselo a Dars Telecom, el mal menor, porque no tenía conexiones con Israel. Sin embargo, esta decisión fue impugnada por Excem, y el contrato quedó en suspenso porque el órgano administrativo de recursos contractuales respaldó la apelación. Cuando este órgano solicitó información, la Ertzaintza sugirió que la información debía considerarse secreta, alimentando el temor a que se descubriera el pastel. Pero la moraleja es que las tres empresas que se presentan al contrato son las proveedoras oficiales de Pegasus en el Estado español. Es más, la fabricante del sistema de la Ertzaintza, Verint Systems, intentó en su día comprar al fabricante de Pegasus, la también israelí NSO Group.
-¿En el libro mencionas más tecnología de este tipo?
Además de tecnología israelí, en la Ertzaintza también hay tecnología británica y de otro tipo. Como te decía, la cuestión es que la mayor parte del arsenal tecnológico está hecho por fabricantes a los que se les acusa de vulnerar los derechos humanos, vender herramientas a países autoritarios para reprimir a minorías, incluso a periodistas que investigan, interceptar las comunicaciones de los teléfonos móviles de los manifestantes y un sinfín de cosas más. Es importante explicar que esa tecnología toca el sistema de intervención de comunicaciones, extracción de datos de telefonía móvil e intervención de las comunicaciones de manifestantes, sistemas de última tecnología para colocar micrófonos y balizas de seguimiento… Toda esa literatura de 007, muy conocida aquí desde hace muchos años, se ha sofisticado un montón. Por expresarlo en términos comparativos, el referéndum de Catalunya de 2019 fue un banco de pruebas para testar teTambién existe un sistema muy avanzado de videovigilancia, en el que se va a incorporar la dronificación de la Ertzaintza junto con las bodycam. En eso también están invirtiendo un montón de pasta. No olvidemos que un tercio de los esfuerzos en videovigilancia se dirigen a las Mezquitas, que son el nuevo enemigo de la policía. También se han hecho esfuerzos en la identificación biométrica, el reconocimiento de voz y facial, junto con el ADN, las reseñas videográficas. Al mismo tiempo, la Ertzaintza está trabajando junto a los gigantes de la seguridad privada europea en proyectos para adquirir tecnología y conocimiento en Inteligencia Artificial y algoritmos predictivos de conductas consideradas infractoras, desviadas o anómalas. Por último, por citar dos apartados más, lo que denominan el gobierno del dato y la ciberseguridad, ahí también va a haber una inversión brutal en la recopilación de datos de todo tipo en fuentes abiertas y cerradas, públicas y privadas. Lo venderán como una medida preventiva para catalogar las conductas de las personas e incorporarán tecnologías para el control de comportamiento en grandes eventos como conciertos en el BEC, la Final Four, el Mundial de Rugby, la UEFA o partidos de fútbol normales… cnologías que la Ertzaintza lleva años usando.
También existe un sistema muy avanzado de videovigilancia, en el que se va a incorporar la dronificación de la Ertzaintza junto con las bodycam. En eso también están invirtiendo un montón de pasta. No olvidemos que un tercio de los esfuerzos en videovigilancia se dirigen a las Mezquitas, que son el nuevo enemigo de la policía. También se han hecho esfuerzos en la identificación biométrica, el reconocimiento de voz y facial, junto con el ADN, las reseñas videográficas. Al mismo tiempo, la Ertzaintza está trabajando junto a los gigantes de la seguridad privada europea en proyectos para adquirir tecnología y conocimiento en Inteligencia Artificial y algoritmos predictivos de conductas consideradas infractoras, desviadas o anómalas. Por último, por citar dos apartados más, lo que denominan el gobierno del dato y la ciberseguridad, ahí también va a haber una inversión brutal en la recopilación de datos de todo tipo en fuentes abiertas y cerradas, públicas y privadas. Lo venderán como una medida preventiva para catalogar las conductas de las personas e incorporarán tecnologías para el control de comportamiento en grandes eventos como conciertos en el BEC, la Final Four, el Mundial de Rugby, la UEFA o partidos de fútbol normales…
Entrevista completa sobre otros libros y bloques, Sanidad, PNV…