Entrevista con el Camarada Arenas:
-Manuel Pérez Martínez, ‘Arenas’, (sec. gral. PCE (r):
“La burguesía imperialista puede retrasar la revolución socialista con el engaño, la compra de algunos llamados ‘dirigentes obreros’ y la represión más despiadada, pero no podrá impedirla”
Sare Antifaxista entrevista a Manuel Pérez Martínez, ‘Camarada Arenas’, secretario general del PCE(r), prisionero en la cárcel de Aranjuez. La entrevista la finalizó el 15 de abril de 2024 y nos ha llegado estos días atrás. Va a cumplir 80 años. Está enfermo y su salida de prisión no se espera hasta el 2031. Se muestra orgulloso de la lucha llevada y remarca que “la burguesía imperialista puede retrasar la revolución socialista con el engaño, la compra de algunos llamados ‘dirigentes obreros’ y la represión más despiadada, pero no podrá impedirla” y añade “es más, estoy por asegurar que la ‘última gran batalla’ de la lucha de clases aún no se ha librado en España”. Pérez Martínez afirma que “el futuro al que aspiramos nosotros y por el que estamos luchando es el futuro de todos los trabajadores, el cual no puede ser otro que el futuro socialista y comunista” y reconoce que “nosotros, los comunistas, no somos “cortoplacistas”. No tenemos prisa ni estamos empeñados en ninguna carrera para ocupar despachos o poltronas. No nos debemos a ningún poder ajeno a las masas populares que nos presione para que alcancemos a plazo fijo unas metas o unos objetivos políticos, económicos, etc., que por su naturaleza sabemos que hoy están lejos de nuestro alcance. Pero los alcanzaremos, si no nosotros, los que nos sucedan en la lucha. De esto yo no tengo ninguna duda”. Y señala que “a pesar de todo eso y de las numerosas dificultades y carencias que hemos tenido que enfrentar, en ningún momento de ese prolongado periodo, que abarca unos 50 años, hemos dejado de combatir al fascismo ni este ha logrado, como pretendía, silenciarnos ni destruirnos”. Y termina “en conclusión, no hemos claudicado (haciendo dejación de las ideas y principios revolucionarios marxista-leninistas) y hemos enfrentado con valor las continuas arremetidas represivas y la guerra sucia llevada a cabo contra nuestro movimiento por el Estado terrorista español”.
-¿Cómo te encuentras de salud? ¿Cuánto tiempo de condena te queda por cumplir en prisión?
De salud me encuentro relativamente bien. Con algunos achaques propios de mi edad, agravados por las condiciones de reclusión. Sobre todo, por la dieta alimentaria que me dan aquí, a base de hidratos de carbono y grasas. Lo más novedoso es la poli-neuropatía diabética progresiva que me diagnosticaron el pasado mes de noviembre… Han pasado cinco meses y aún estoy esperando que me suministren los medicamentos prescritos para el tratamiento.
En cuanto al tiempo que me queda por cumplir, hasta el año 31 no me van a dejar salir de la cárcel. Los ocho años que estuve encarcelado en Francia, aquí no me los cuentan. Pero lo más extraordinario es que, antes de mi detención en París en el año 2000 yo no tenía, ni en Francia ni en España, ninguna causa abierta. Me acusaron de llevar un documento de identidad falsificado. Este fue el pretexto utilizado para retenerme en las cárceles francesas hasta que, en el 2003, fue aprobada por el ultra democrático Parlamento español la Ley de Partidos que convirtió automáticamente al PCE(r) en una “organización terrorista”. A partir de ese momento comenzaron a llegar las euro-órdenes de extradición por delitos que yo no había cometido.
En fin, que de esta campaña van a ser 31 años seguidos los que me van a tener “bien sujeto”. A estos años hay que añadir otros 7 más que cumplí en una campaña anterior (de 1977 a 1984) por “propaganda ilegal y asociación ilícita”; o sea, por militancia comunista. En total van a ser 38 años de reclusión, la mayor parte de ellos en condiciones de régimen especial de aislamiento y primer grado. Y todo esto, como diría Bertolt Brecht: “por muy buenas razones…”
-Es evidente que la justicia no es igual para todas las personas, algunos con “enfermedades” salen rápido de prisión, otros seguís dentro. ¿Qué te sugieren estas decisiones de los diferentes gobiernos/fiscales?
Que la justicia española “es igual para todos”, se repite todos los días como un mantra, clara señal de que no convencen a nadie. Lo que realmente existe es una legislación especial para sernos aplicada a nosotros, los antifascistas, comunistas e independentistas. Una legislación “antiterrorista” que, naturalmente, no les es aplicada a los verdaderos terroristas que la han impuesto en este país.
Esto se ve muy claro en la diferente vara de medir que están aplicando a los que estamos enfermos. Los fachas (los poquitos que meten en la cárcel) tienen todas las puertas abiertas. No hace falta que estén realmente enfermos. Basta que simulen estarlo (y sobran los ejemplos). En tanto que a nosotros… bueno, para qué seguir.
Todo esto demuestra, una vez más, el carácter fascista que sigue teniendo el Estado español, lo que no logran ocultar con el camuflaje “democrático”. La verdad es que nosotros, como lo ha dejado bien sentado en ‘El otro País’ Santiago Rodríguez a los pocos días de salir de la cárcel, tras cumplir una condena de 20 años, “no hemos conocido otra cosa que la guerra jurídica más despiadada, en forma de ‘derecho del enemigo’, teorizado por los nazis para acabar con sus oponentes políticos”.
-Si no me falla el cálculo, este año cumples 80 años, y en la cárcel, una larga vida. ¿Con qué y con quiénes te sientes más orgulloso de haber luchado en tu vida? ¿Cómo ha sido tu vida en este tiempo? Haciendo un balance, ¿has conseguido lo que pretendías? ¿Por dónde crees que debe avanzar la lucha para conseguir un cambio revolucionario y donde la clase trabajadora tome el poder?
No te falla el cálculo. Es cierto que el próximo noviembre voy a cumplir 80 años ¡ni yo mismo me lo creo! Porque, la verdad, soy bastante joven… El “con qué” lo dejamos aparte. Luego podré explicarlo mejor.
Con quienes me he sentido siempre más orgulloso de haber luchado ha sido, casi no hace falta decirlo, es con mis camaradas de Partido. Sin embargo, voy a decir algo que, posiblemente, sorprenderá a algunas personas: lo que ha dado siempre y continuará dando todo su sentido político y moral a esa relación de lucha y camaradería no ha sido solamente, por extraño que parezca, las ideas compartidas, los “éxitos” en el trabajo o las “victorias” frente al enemigo de nuestra clase, sino las derrotas, las deserciones y las traiciones que han sobrevenido algunas veces a causa de ellas. Es en momentos como esos, ante las adversidades o grandes dificultades cuando, como suele decirse, “se conoce a los amigos”, la calidad y el temple de los verdaderos comunistas. Cuando todo va bien se atenúan las contradicciones y los problemas desaparecen, pero cuando no van “tan bien…” ¡ay! crecen los enanos y la traición se hace tan evidente como una puñalada que te ha sido asestada por la espalda. Esto, que parece una frase hecha, muy manida, nosotros lo hemos padecido en carne propia muchas veces, lo cual crea al mismo tiempo la necesidad de unirte más firmemente a los tuyos. “La depuración del Partido fortalece sus filas”. Es esto lo que realmente sucede. Por eso yo, que a lo largo de mi prolongada vida de militancia he padecido tantas puñaladas, he aprendido a apreciar en lo que valen mis camaradas.
En cuanto a tu pregunta acerca de cómo me ha ido en todo este tiempo ¿Qué te puedo decir?
No he tenido nunca una cuenta bancaria, ni he sido propietario de nada, ni de una casa donde vivir. Por no tener ni siquiera he tenido coche propio. Empecé a muy temprana edad a estudiar las obras del marxismo-leninismo y he procurado aplicar a las condiciones de nuestro país sus enseñanzas. La verdad es que yo siempre me he sentido como un obrero de la construcción (del gremio de la escayola, para más señas), que es lo más parecido a un artesano. Aunque, eso sí, aclaro que en el plano ideológico y político siempre he procurado romper (como enseña Lenin) con los métodos “artesanales” de trabajo y organización, propios de “economistas” y reformistas.
Y, por supuesto, como todo hijo de vecino he tenido días buenos y malos, incluso malísimos. Pero estoy seguro de que, de haber abandonado la lucha por cualquier motivo, hoy yo sería una persona amargada, aunque la cárcel no sea, precisamente, un lugar para sentirse muy contento.
Respecto a si he conseguido lo que “pretendía” … Bueno, habría que precisar cuáles han sido (y son) mis “pretensiones” para poder responder a esa pregunta, ya que del hecho de que no hayamos alcanzado nuestros objetivos revolucionarios no se desprende que no podamos alcanzarlos.
Por lo demás, no hace falta decir que en esa “pretensión” hay muy poco de personal, dado que se trata de una aspiración y un interés colectivo, de la clase a la que pertenezco. Además, hay que tener en cuenta que, nosotros, los comunistas, no somos “cortoplacistas”. No tenemos prisa ni estamos empeñados en ninguna carrera para ocupar despachos o poltronas. No nos debemos a ningún poder ajeno a las masas populares que nos presione para que alcancemos a plazo fijo unas metas o unos objetivos políticos, económicos, etc., que por su naturaleza sabemos que hoy están lejos de nuestro alcance. Pero los alcanzaremos, si no nosotros, los que nos sucedan en la lucha. De esto yo no tengo ninguna duda.
Ahora lo más importante a tener en cuenta a este respecto, bajo mi punto de vista, es la permanencia y continuación de la labor de nuestro Partido ¡Esto sí que lo hemos conseguido! Y no es poco. Por lo que no se podrá negar que en un periodo tan difícil como el que estamos atravesando de grave crisis del movimiento comunista, de confusión ideológica y dispersión política, esa permanencia y continuación de la labor del Partido, basada en los principios revolucionarios marxista-leninistas, supone una victoria de extraordinaria importancia, sobre todo si fijamos la mirada en el futuro.
También es cierto que hemos perdido algunas batallas. Lo que más nos ha afectado han sido los asesinatos de militantes de base y de cuadros dirigentes del Partido; las numerosas “desarticulaciones” y desmantelamientos de los aparatos de propaganda del Partido, las torturas y las interminables condenas de decenas de años de cárcel. Todo esto sin contar los efectos de la canallesca campaña de mentiras y difamación llevada a cabo contra nosotros continuamente, durante muchos años, por todo el aparato de desinformación e intoxicación puesto al servicio del Estado fascista como refuerzo de la represión.
Este verdadero terrorismo desatado por el Estado contra el PCE(r) y el conjunto del Movimiento de Resistencia Antifascista, se ha hecho sentir (¡y de qué forma!) y aún se sigue notando en nuestras filas; sobre todo en lo que respecta a la pérdida de valerosos y bien preparados militantes, ya que este es un vacío que resulta muy difícil, por no decir imposible, de llenar. Pero a pesar de todo eso y de las numerosas dificultades y carencias que hemos tenido que enfrentar, en ningún momento de ese prolongado periodo, que abarca unos 50 años, hemos dejado de combatir al fascismo ni este ha logrado, como pretendía, silenciarnos ni destruirnos.
De manera que mientras no renunciemos a nuestros intereses de clase, es decir, a poner fin a la explotación y a la opresión que sufrimos bajo el sistema capitalista (y no hemos pensado nunca en tal suicidio colectivo), no nos entreguemos ni nos arrepintamos de haber combatido consecuentemente por la libertad y el socialismo, podemos afirmar, con legítimo orgullo de clase, que la burguesía monopolista española, con todo su aparato represivo, no nos ha vencido.
Es más, estoy por asegurar que la “última gran batalla” de la lucha de clases aún no se ha librado en España. De modo que si los fascistas no han conseguido vencernos ni doblegarnos, no han conseguido quebrar nuestra voluntad de resistencia y hacer que agachemos la cabeza cuando todavía somos materialmente débiles ¿qué sucederá cuando nos sintamos más fuertes o cuando cambie la correlación de fuerzas de forma favorable para nosotros? La burguesía imperialista puede retrasar la revolución socialista con el engaño, la compra de algunos llamados “dirigentes obreros” y la represión más despiadada, pero no podrá impedirla. De esto también estoy muy seguro.
Me preguntas ¿por dónde debe avanzar la lucha para acumular la fuerza necesaria, que haga posible un cambio revolucionario que facilite a la clase obrera establecer su hegemonía política dentro del movimiento democrático popular?
En lo inmediato pienso, interpretando la línea y los planteamientos políticos del Partido, que tenemos que seguir trabajando duramente para elevar la conciencia política socialista de los trabajadores y lograr una mayor extensión y radicalización de la resistencia y la lucha frente a todas las medidas explotadoras y represivas del gobierno de turno. El objetivo político a medio plazo ha de ser promover una huelga general de electores o un boicot masivo a las elecciones que deje arrinconados, con sus reyertas internas, su corrupción y todas sus inmundas miserias a los partidos “institucionales”. De esta forma no podrán continuar legitimando, como hasta ahora, el régimen del 39 y tendrán que sacar de nuevo los tanques a la calle. Será el momento de llamar a paralizar la producción y a manifestarse en todas partes enarbolando la bandera de la República Popular.
Hemos de ser conscientes de que alcanzar esos objetivos no va a resultarnos nada fácil y que va a exigirnos muchos sacrificios. Pero estoy convencido por una larga experiencia que no existe otro camino para avanzar, que no sea el que conduce, a través de la lucha de resistencia antifascista, a desbordar y romper los diques y muros de contención de la legalidad y la “paz social” impuesta por los fascistas en este país mediante el terror y la guerra sucia permanente.
Para avanzar por ese camino se exige también reforzar los lazos del Partido con la clase obrera, lo cual solo se podrá lograr, tal como ya he apuntado, elevando su conciencia política. Esto deberá ir acompañado de la intensificación de la lucha para la obtención de mejoras económicas y sociales inmediatas, ayudando y prestando nuestro apoyo al movimiento sindical independiente y asambleario. No obstante, hay que dejar bien sentado que no vamos a prestar apoyo de ningún tipo a los sindicatos mafiosos, ni a las “alternativas” reformistas con las que, consciente o inconscientemente, se desvía la lucha de los obreros por sus verdaderos intereses de clase.
Hoy ya está demostrado que las mejoras económicas y sociales que se puedan arrancar a los explotadores van a ser mínimas y, desde luego, no van a suponer una recuperación de los derechos que nos han ido arrebatando con las sucesivas reformas laborales. Va a suceder lo contrario. Por lo mismo, resulta criminal sembrar ilusiones al respecto, por cuanto eso solo puede favorecer los planes de la patronal. La tendencia que sigue el sistema capitalista, tanto más acelerada en la época de su crisis general, no es otra que la depauperación creciente; es decir, el empeoramiento de las condiciones de vida y de trabajo de las masas obreras, el incremento del paro, de la precarización y la exclusión social. Por todos estos motivos los trabajadores se verán cada día más obligados a tener que luchar de forma organizada, consciente y resuelta por sus derechos y para acabar con la explotación. No existe otra “alternativa”.
Así es como se podrá avanzar e ir sentando las bases para la formación de un amplio frente unido de lucha de los trabajadores dirigido por el Partido. Esto nos impone la importantísima tarea de incorporar a nuestras filas numerosos militantes (hombres y mujeres), así como su continuo fortalecimiento ideológico.
-Volviendo un poco atrás, algunos fascistas/franquistas se hicieron demócratas de la noche a la mañana, otros miraron a otro lado y no les condenaron y… así estamos, ¿cómo ves el momento político actual donde la derecha es más ultraderecha y la izquierda es más socialdemócrata? ¿Qué piensas de los últimos gobiernos del PSOE y Unidas Podemos y Sumar porque vemos que todos han abrazado la socialdemocracia en favor del neoliberalismo? ¿Cómo ves la reforma de la reforma laboral? O ¿qué piensas de la ley mordaza?
A mí también me parece que para comprender la crisis del Estado es necesario echar una mirada hacia atrás. Partiendo de la famosa Transición, si hablamos del Tejerazo, de la guerra sucia o de los más recientes sucesos relacionados con el procés catalán, en todos ellos encontramos no solo la contradicción que enfrenta a las masas populares de las distintas nacionalidades al Estado fascista español, sino que también la contradicción que se manifiesta continuamente dentro de la oligarquía y de ésta con otros sectores burgueses.
Ahora bien, me parece muy importante no perder nunca de vista que la contradicción que enfrenta a las masas populares, principalmente a la clase obrera, a la oligarquía y al Estado fascista e imperialista español tiene un carácter antagónico, inconciliable y, por lo tanto, no podrá desaparecer o ser resuelta dentro de la actual sociedad; en tanto que la otra contradicción, la que existe dentro de la clase explotadora dominante, es de carácter no antagónico y, por consiguiente, puede -y suele- encontrar algún tipo de solución sin poner en peligro al propio sistema capitalista e incluso reforzarlo, al menos temporalmente.
Esto no significa que dicha contradicción no antagónica no se agrave y pueda llegar a adquirir en determinado momento un carácter virulento. La historia del capitalismo, especialmente en la fase monopolista, imperialista, de su desarrollo nos ofrece numerosos ejemplos de estos enfrentamientos violentos, de guerras, etc. Esta es una de las consecuencias más importantes de la competencia y de la crisis económica capitalista y, no en menor medida, de la crisis social y política que se derivan de ellas.
La cuestión es que resulta inevitable, como lo hemos explicado en numerosas ocasiones, que todas esas contradicciones y luchas de intereses se trasladen al aparato burocrático-represivo del Estado, generando una crisis política e institucional permanente. El Estado, en todas sus formas, no es algo independiente o que esté por encima de las clases y sus luchas; por lo que éstas tienen que repercutir o manifestarse, necesariamente, dentro de él. Y más aún si se trata de un Estado fascista como el Estado español.
Por estos motivos no ha de sorprendernos que la competencia desenfrenada y la lucha por las superganancias monopolistas y por el control de los recursos económicos y financieros, encuentre también un importante campo de batalla en la superestructura política, jurídica, mediática, etc., tal como viene sucediendo cotidianamente en España. Estas peleas inacabables o especie de “cacería” entre los grupos monopolistas y sus testaferros de los partidos políticos burgueses, pueden ser utilizadas por la clase obrera para la defensa de sus propios intereses, a condición de que no pierda de vista en ningún momento el antagonismo que le enfrenta a la clase dominante, así como el hecho de que el terreno en el que se está realizando esa “cacería” es un coto que se mantiene vedado para los trabajadores. O por decirlo con otras palabras: son los trabajadores las verdaderas “piezas” que los cazadores se disputan.
Es importante resaltar que por encima (y por debajo) de esas luchas y querellas políticas, parlamentarias, judiciales, etc., existe un interés común que une a toda la burguesía española, catalana, vasca y gallega. Este interés consiste, básicamente, en defender el llamado “marco constitucional” (ese “coto” al que me he referido) que asegura su derecho de explotación y su dominación sobre los explotados y oprimidos. De ahí que se pongan todos de acuerdo y forjen pactos y alianzas contra los trabajadores y sus organizaciones revolucionarias, cada vez que ven peligrar sus intereses de clase y sus privilegios.
No hace falta decir que dichos pactos y alianzas tienen como principal objetivo impedir por todos los medios a su alcance (incluido, naturalmente, el terrorismo de Estado) que los trabajadores puedan organizarse de forma independiente de los partidos “obreros” burgueses y en contra de su legalidad, pues saben que solo de esta manera podrán unir sus poderosas fuerzas y desarrollar todas sus iniciativas revolucionarias para luchar eficazmente contra el capital.
Por aquí entran en el juego sucio los lacayos y agentes de la burguesía infiltrados en nuestras filas, cuya misión principal consiste en sembrar la confusión, dividir y sabotear la lucha de los obreros para conducirlos por el camino de la conciliación, el parlamentarismo cretinesco, la “paz social” y la claudicación.
Del papel que tenían asignado los carrillistas, los socialdemócratas y los “izquierdistas” domesticados durante la llamada Transición (y del que han seguido desempeñando para el sostenimiento del régimen) no hemos dejado de hablar durante las últimas décadas. De manera que han sido muy pocas las movidas o los sucesos de la vida política y de la lucha de clases de nuestro país a los que no hayamos prestado atención a su debido tiempo. Por este motivo no me voy a detener aquí en ellos.
Lo que sí tengo que decir una vez más es que, por supuesto, nos sentimos muy orgullosos de haber permanecido durante este largo periodo a la vanguardia de la lucha de resistencia antifascista, denunciando la maniobra política continuista del régimen y desenmascarando desde el principio a las pandillas de colaboradores socialfascistas y politiqueros como S. Carrillo, F. González, A. Guerra, J. Anguita, etc.
De esto no nos vanagloriamos, pero me parece justo y necesario dejar clara constancia de que en ningún momento nos hemos dejado influir por los “cantos de sirena democráticos”, ni dejado arrastrar por las promesas de “una vida mejor” para los trabajadores bajo el capitalismo. En conclusión, no hemos claudicado (haciendo dejación de las ideas y principios revolucionarios marxista-leninistas) y hemos enfrentado con valor las continuas arremetidas represivas y la guerra sucia llevada a cabo contra nuestro movimiento por el Estado terrorista español.
Aún quedan algunos flecos de esta serie de preguntas, referidas a la Reforma laboral y a la Ley Mordaza que trataré de responder brevemente antes de pasar a la siguiente ronda o bloque de preguntas.
En realidad, sobre estas dos cuestiones tengo poco que decir que no se haya dicho ya. Tomemos el ejemplo del acuerdo “estrella” alcanzado por el PSOE y Sumar sobre la reducción de la jornada laboral de 37,5 horas semanales “sin tocar el salario…” cuando todo el mundo sabe que el salario de los obreros está más que “tocado” y resulta casi imposible tocarlo más; lo que obliga a la mayor parte de ellos a tener que trabajar muchas horas extraordinarias para llegar a fin de mes. Eso si se las pagan o si tienen la inmensa fortuna de encontrar en el mercado quien les compre su fuerza de trabajo para exprimirles hasta la última gota de sangre. Porque para los que han sido arrojados al arroyo como una basura, ya están planeando esos progres de pacotilla como obligarles a tener que aceptar empleos aún más degradantes y por salarios más bajos, so pena de matarlos de hambre junto a sus familias.
En fin, sobre este particular destaco lo que he leído hace pocos días en uno de los papeles que me han enviado mis camaradas: “En síntesis, la reforma laboral ha cambiado el nombre de los contratos, pero la temporalidad y las pésimas condiciones de trabajo siguen siendo la norma del mercado laboral. En este gran engaño se ha traducido el hito ‘progresista’ de la reforma laboral de Yolanda Díaz”.
¿Qué podíamos esperar del Gobierno del PSOE y de los otros lacayos que le apoyan, sino un trágala de la política laboral de los peperos con otra etiqueta, pero favorable, como todo lo que hacen, a los intereses financieros y patronales? La verdad pura y simple es que esos acuerdos y otros que puedan tomar, son papel mojado o mera palabrería, ya que como lo han dejado bien clarito los burócratas de Bruselas, los próximos presupuestos habrán de ser pasados por la criba de una “estricta austeridad”.
¿Y de la famosa Ley Mordaza, qué puedo decir? Ya se sabe que el Gobierno “más progresista de la historia” de España ha tenido a bien mejorar dicha ley para que puedan quedar impunes todos los actos de barbarie cometidos por las fuerzas represivas. Lo cual supone un estímulo extraordinario para que continúen cometiéndolos contra ciudadanos indefensos.
Así que, a la burla inicial del incumplimiento de la promesa electorera de derogar dicha ley, esos esforzados defensores de la democracia han añadido otra burla, aún más sangrante (¡de puro estilo fascista!) recortando todavía más los ya limitados derechos y libertades.
-¿Hay esperanza para el comunismo, para la rebelión, para la lucha de clases? ¿El movimiento revolucionario ha despertado o está en hibernación? ¿Hay futuro para el PCE(r)? Hace tiempo entrevisté a un responsable sindical de Grecia y miembro del Partido Comunista Griego me dijo que “Europa había perdido el norte al apartarse del comunismo y ceder el control a los socialdemócratas” y que “no tendremos futuro sin avance del comunismo”, ¿qué reflexión puedes hacer?
Vamos a ver… el comunismo no es una invención o una idea que se le haya ocurrido a un tío barbudo. El comunismo, para decirlo con pocas palabras, expresa los intereses fundamentales de la clase obrera en su lucha por acabar con la explotación y la opresión que sufre bajo el capitalismo.
El comunismo aparece en la historia como un nuevo modo de producción de la vida material y de organización social, producto de todo el desarrollo anterior. Este nuevo modo de producción, basado en la propiedad colectiva y de todo el pueblo de los medios de producción, se va gestando en las entrañas del capitalismo en un proceso, como lo explica Marx, que se efectúa a través del desarrollo incesante de las fuerzas productivas sociales, hasta que estas acaban chocando con las relaciones de producción basadas en la apropiación privada del producto social. El resultado de ese choque, que se produce durante las crisis de superproducción, es la revolución socialista. Por consiguiente, el socialismo (etapa previa de transición al comunismo) es históricamente necesario e inevitable.
Naturalmente, como sucede con la criatura que va creciendo en el útero materno, al comunismo hay que ayudarle a nacer; es decir, necesita la ayuda de una matrona para salir a la luz. Y esa matrona no es otra que la violencia revolucionaria. Por eso Marx no hablaba en vano cuando se refería a los “dolores de parto” que habrían de traer al mundo a la nueva sociedad.
Yo estoy convencido de que el PCE(r), como todo verdadero partido comunista, tiene un gran futuro, de lo contrario, obviamente, no me encontraría ahora en la cárcel. No obstante, debo aclarar que ese futuro no lo concebimos nosotros, los comunistas, como lo concibe un patrón para su empresa, ni nada parecido. El futuro al que aspiramos nosotros y por el que estamos luchando es el futuro de todos los trabajadores, el cual no puede ser otro que el futuro socialista y comunista. Si el PCE(r) dejara de luchar por el socialismo, desde luego que no tendría ningún futuro.
El socialismo es una ciencia que, como todas las demás ciencias, está basada en leyes y principios específicos, que en la práctica del movimiento revolucionario se van enriqueciendo y desarrollando. Por cierto, que nunca han faltado detractores y “críticos” de dichas leyes científicas del socialismo, argumentando (en el mejor de los casos) que no son “exactas” … Y en esto puede que tengan algo de razón (habría que ver cuáles son las leyes del socialismo que carecen de la “exactitud” que se les exige a otras ciencias, como por ejemplo las matemáticas o la física). No obstante, de lo que no cabe dudar es de que, al final, a través de toda la diversidad de condiciones y de la compleja realidad del vida económica y social, las leyes económicas y de la lucha de clases que rigen la evolución, el cambio y la transformación de la sociedad (descubiertas y elaboradas por Marx y Engels) acaban siempre por imponerse.
De ahí que, para nosotros, los comunistas, no se trate solo de vivir “esperanzados” o de “tener fe” en otra forma de vida, como los creyentes religiosos creen en el “más allá”, sino de estudiar y conocer las leyes y principios revolucionarios marxista-leninistas para aplicarlos en la práctica, a fin de hacer realidad, aquí en la tierra, el sueño de la liberación de todos los explotados, oprimidos, humillados, vapuleados y ofendidos.
Es cierto que el movimiento comunista está atravesando una grave crisis. Curiosamente, esto está sucediendo en el momento en que el sistema capitalista se precipita hacia el abismo de su bancarrota económica, financiera, política, militar y moral. Esta “extraña” situación solo se podrá entender si se toma en consideración, como factor principal -no el único- la traición al socialismo perpetrada por el revisionismo moderno. O sea, que han sido los Jruschev, Deng Xiaoping, Berlinguer, Carrillo y compañía, los que, cubriéndose con la bandera del comunismo, han favorecido los planes del imperialismo y han dado alas a la socialdemocracia, al neoliberalismo, así como al nacionalismo más reaccionario y belicoso. Esto lo hacían a la vez que desorganizaban, sembraban la confusión con ataques al marxismo-leninismo y desarmaban al proletariado en todos los países con la política parlamentaria y de “transición pacífica al socialismo”.
Así se explica esa “extraña” situación, a la que me he referido y que venimos arrastrando desde hace ya tantos años. Sin embargo, la agravación de la crisis general del capitalismo y el intento desesperado que están llevando a cabo los imperialistas de encontrar una salida a la crisis que padecen por medio de la guerra de agresión y el reparto de Rusia y China, está removiendo muchas conciencias y avivando de nuevo las llamas de la lucha antiimperialista y antifascista en todos los países.
Un hecho muy significativo del actual momento histórico que vivimos, que marca un giro muy importante en la evolución de la crisis general del capitalismo, lo constituye la Operación Militar Especial de Rusia para la desnazificación de Ucrania. Esta guerra, así como el genocidio del pueblo palestino perpetrado por los sionistas, están acelerando la descomposición del imperialismo, a la vez que abre nuevas perspectivas para la recomposición y desarrollo del movimiento comunista. Esto nos obliga, de forma parecida a lo ocurrido en otros momentos de crisis revolucionaria de la sociedad capitalista, a tener que deslindar, clara y tajantemente, nuestras posiciones comunistas revolucionarias respecto al revisionismo y otras tendencias oportunistas que han anidado dentro de nuestro movimiento.
Pues bien, nuestro Partido, el PCE(r), participa de forma destacada en esta batalla ideológica y política de enorme importancia y trascendencia, de la que estamos seguros que, al igual que en épocas anteriores, también esta vez el movimiento comunista internacional va a salir de ella con las ideas más claras y mucho más fortalecido.
-Desde la cárcel, ¿cómo ves la lucha obrera, porque es cierto que algunas formaciones políticas o sindicales dicen que la practican, pero los derechos laborales siguen en el aire, en manos de los empresarios por mucha propaganda que hagan los gobiernos?
Desde la cárcel, como se podrá comprender, la visión que uno puede tener de la calle, particularmente de las luchas diarias de la clase obrera y de otros sectores populares como los trabajadores del campo, es muy limitada e incluso superficial. No obstante, si nos atenemos a las experiencias más importantes acumuladas durante muchos años de lucha, podemos formarnos una opinión bastante aproximada de la realidad y de lo que está sucediendo y de lo que puede suceder en un futuro no muy lejano.
La cuestión es que desde el régimen fascista y monopolista no puede darse marcha atrás, como algunos imaginan, al sistema político democrático y de la libre competencia económica. Tan solo se puede marchar hacia delante, agudizando todas sus contradicciones y llevando a cabo la revolución socialista. Esto se ve muy claro en relación con los llamados “problemas del campo”. Casi todo el mundo se queja, pero al parecer a nadie le interesa ir al fondo de este asunto.
Se trata de la imparable monopolización de la agricultura. Este es un fenómeno económico-social universal, que ha sido analizado por el marxismo-leninismo. O sea, que no afecta solamente a nuestro país, aunque adopte algunas peculiaridades. Sabemos que, en España, aunque con retraso respecto a otros países, hace ya bastante tiempo que pasó la época de la reforma agraria asociada a la revolución democrático-burguesa, cuando la consigna “la tierra para el que la trabaja” tenía todo su significado económico, social y político. Ahora, como es sabido, se da la extrañísima circunstancia de que los campesinos que trabajan la tierra no pueden vivir de ella, se están arruinando y la abandonan.
La causa de esto no es otra que la implantación de la agroindustria y del modelo productivista basado en las inversiones de capital y el empleo de tecnología moderna, con lo que se obtiene una gran capacidad competitiva en el mercado internacional. Añadamos a todo esto la repartición de las subvenciones de la Política Agraria Común (PAC) en beneficio de las grandes explotaciones y tendremos el cuadro “casi” completo.
Así, en la Unión Europea, como lo recoge Le Monde (marzo 2024), el 20% de los agricultores acapara el 81% de las ayudas directas. “Como las primas se abonan por hectáreas, la PAC contribuye a la concentración de la tierra en manos de las grandes empresas, lo que conlleva la desaparición de las pequeñas”. “En comparación con 1950, hoy el número de granjas es seis veces menor y el número de activos agrícolas diez veces menor. El campesino se ha convertido en un subcontratista de la industria, en un ejecutor de tecnócratas especializados”.
La socialización de la producción y el proceso de proletarización de los campesinos son hechos objetivos que nadie en su sano juicio se atrevería a negar, lo cual significa que también en el campo han sido creadas las condiciones materiales para el paso al socialismo.
Claro que “el olmo no da peras…”, es decir, los campesinos trabajadores viven muy apegados a la propiedad privada y a sus tradiciones y no están por la labor revolucionaria ni nada que se le parezca; muchos de ellos se han convertido en terreno abonado para la floración de las ideas más reaccionarias. Por todos estos motivos nuestra atención ha de estar centrada en la organización y la lucha independiente del proletariado rural, que son los que realmente llevan sobre sus espaldas todo el peso del trabajo en el campo, muchas veces por salarios de hambre y en condiciones de verdadera esclavitud.
-De una biografía he extraído esta lectura que haces, “Espontáneamente no se va a hacer ninguna revolución. Puede haber estallidos, como los hay, pero para que se haga la revolución es necesario que se den todos esos elementos: un programa, una organización y, bueno, la situación que permita en un momento dado acceder al poder mediante la única manera que es posible, mediante la insurrección. El principal problema para el proletariado ni siquiera es el paro como tal, y fíjate toda la importancia que tiene, sino la toma del poder. Como no se tenga el poder, no hay nada que hacer, nada se va a resolver. Y al poder sólo se podrá acceder concentrando una fuerza revolucionaria que actúe en esa dirección. De otra manera, nada, para qué hacernos ilusiones” ¿qué nos espera? ¿Qué podemos esperar? ¿Cómo organizar la lucha?
¿Cómo organizar la lucha? Pienso que no hay que desviarse hacia la persecución de metas ilusorias (que prometen de nuevo un “cambio democrático” bajo el imperialismo) y que debemos proseguir por el camino de la organización independiente y de la lucha de resistencia antifascista. Y la forma de avanzar por ese camino ya hemos visto que no puede ser otra que mediante el boicot al régimen, a sus mascaradas electorales, a sus partidos y sindicatos mafiosos, a fin de aislarlos completamente y poder concentrar todas las fuerzas democrático-revolucionarias contra él.
Para eso tenemos que empeñarnos en la tarea de unir las luchas de los distintos sectores populares sobre la base de un programa común que recoja las reivindicaciones económicas, sociales y políticas más inmediatas de los trabajadores.
Esta tarea es inseparable de la labor destinada a difundir las ideas socialistas y el programa del Partido, así como a la de incorporar a nuestras filas a los hombres y mujeres más avanzados de nuestra clase y a todos aquellos y aquellas que se van destacando en la lucha de masas y forman, de hecho, su verdadera vanguardia.
En Sare Antifaxista:
–https://sareantifaxista.blogspot.com/2024/05/manuel-perez-martinez-arenas-sec-gral.html
“La Transición: Así se enmascaró el Régimen del 39”, libro de M.P.M. Arenas:
–https://sareantifaxista.blogspot.com/2023/09/la-transicion-asi-se-enmascaro-el.html
En jotabePRESS:
Impresionante. Por tener las cosas tan claras, le tienen preso de por vida. Arenas libertad.