Memoria histórica imprescindible:
-Desenmascarando la crueldad del Patronato de Protección de la Mujer.
Libro “Las desterradas hijas de Eva”.
El Patronato de Protección de la Mujer fue una institución contra las mujeres, bastante ignota actualmente para la generalidad de la sociedad, a pesar de que su acción no finalizó hasta 1985.
Consuelo García del Cid, una de sus víctimas, lleva 13 años «sembrando esta memoria totalmente desconocida» de la historia de España, que representa, en su opinión, «la atrocidad más grande que se hizo con ellas».
El Patronato se fundó en el año 1902, desaparece con la segunda República y regresó en 1941, presidido por Carmen Polo, la esposa del dictador Francisco Franco.
Acompañada por Irene Abad y Sescún Marías, y en un acto organizado por el Colectivo de Mujeres Feministas, la autora de “Las desterradas hijas de Eva» explicó para un público que abarrotaba el Salón Azul del Casino de Huesca, en qué consistió esta institución y cuál fue su terrible experiencia.
El lema del Patronato era «velar por la mujer caída o en riesgo de caer, que desea recuperar su dignidad», y cualquiera podía encajar en esta premisa, «por ser pobre, huérfana, estar abandonada, darte un morreo en la última fila de un cine con tu novio, llevar minifalda, saltarte las clases, fumar por la calle en horario colegial o quedarte embarazada fuera del matrimonio».
Contaba con una figura, «las guardianas vigilantes de la moral», visitadoras sociales -todavía no existían como carrera las asistentas sociales-, que habían aprobado una oposición con dos requisitos únicos: «ser fiel al régimen franquista y tener una moral intachable».
Estas mujeres se paseaban por lo que llamaban «zonas de conflicto» -piscinas, bailes, cines, bares, la calle- y, en el momento en el que veían una menor (la mayoría de edad era a los 21 años) que consideraban que estaba en una actitud impúdica, llamaban a la policía.
«Se las detenía sin leerles sus derechos ni nada, porque el Patronato fue un sistema penitenciario oculto para menores, y las llevaban al Centro de Observación y Clasificación (COC). Ahí estaban en observación una semana y se les hacía un examen ginecológico. La que era virgen constaba como ‘completa’ en su expediente y la que no lo era, como ‘incompleta’. Este hecho era determinante para que la chica fuera destinada a un reformatorio más o menos severo».
Consuelo García del Cid señala a una serie de congregaciones religiosas que auspiciaban el Patronato: las Adoratrices, las Oblatas del Redentor, las Cruzadas Evangélicas y las Monjas de la Caridad. Los reformatorios no se reconocían como tales, sino como colegios, centros de acogida, asilos o casas de amparo. «Mentira -afirma Consuelo García del Cid de manera rotunda-. Eran peor que una cárcel, porque no teníamos absolutamente ningún derecho. La correspondencia estaba censurada. Tampoco teníamos derecho a llamadas de teléfono, se nos explotaba laboralmente y estábamos constantemente vigiladas. Las autolesiones eran el pan de cada día y las fugas constantes, pero siempre te acababan pillando porque eras menor y no tenías dónde ir».
El tribunal tutelar de menores se hacía cargo de las chicas hasta los 15 años y, desde los 16 a los 25, ese papel le correspondía al Patronato. «Es decir, te podían tener encerrada hasta los 25 años, con lo cual muchísimas provocaban estos embarazos creyendo que iban a ser libres».
Las familias que querían ocultar los embarazos de sus hijas, las llevaban a la maternidad de la Almudena en Madrid, conocida como Peña Grande y, por las internas, como ‘Peña Gorda’, «era ya la barbaridad máxima». Estaba en manos de Las Cruzadas Evangélicas, una orden secular. «Llegabas allí y te decían: Tú has desgraciado tu vida, tú eres una golfa y, si de verdad quieres a tu hijo y no eres egoísta, firma aquí, porque nosotras tenemos unas familias buenísimas que le van a dar a tu hijo una vida que tú jamás le vas a poder dar».
Así comenzaba la presión para entregar al niño en adopción. Los partos se llevaban a cabo en ese lugar, asistidos por las comadronas. «Había una sala que le llamaban ‘la dolorosa’, donde las dejaban completamente solas con los dolores y cuando llegaba el momento del parto, la comadrona aprovechaba para volver con los papeles de la adopción».
En realidad, matiza, no es que las chicas dieran su consentimiento, porque eran menores de edad. «Se fijaban en las que nadie iba nunca a ver, les decían que su hijo no estaba bien, se lo llevaban al botiquín y nunca bajaba del botiquín. Tu hijo ha muerto. Mentira. Luego, a Peña Grande llegaban los impresos del Registro Civil en blanco y los rellenaba una interna, era facilísimo poner el nombre de los padres adoptivos y el rastro biológico es imposible de seguir». Consuelo García del Cid lleva doce años ayudando a madres que buscan a sus hijas y a sus hijos de Peña Grande.
En España llegó a haber más de 700 reformatorios y se ubicaban en las zonas altas de las ciudades. Decenas de miles de chicas pasaron por ellos y la mayoría «continúan estando tremendamente estigmatizadas».
El Patronato de Protección de la Mujer anunció su desaparición en 1978, pero en realidad siguió funcionando hasta 1985 «sin que nadie hiciera absolutamente nada»…
Artículo completo:
Ayer es hoy:
-Convocatoria. Memorial a los Caídos, derribo ¡ya!
11 Mayo, de 14 a 18. Plaza del Castillo. Pamplona.
Más de 3700… no son un número, son personas asesinadas en Navarra por los fascistas a los que hace homenaje el monumento a Los Caídos.
Los nombraremos a todos con nombres y apellidos, por su Dignidad y Memoria, pedimos: ¡Derribo ya!
Asociación por el derribo.
-La Catedral de Murcia mantiene en sus muros inscripciones franquistas en contra de la Ley de Memoria Histórica.
El obispado utiliza el “silencio como respuesta” antes las peticiones de la Federación de Asociaciones de Memoria Histórica para retirar la simbología franquista de la Catedral de Murcia.
La Federación de Asociaciones de Memoria Histórica de la Región de Murcia (FAMHRM) sigue alzando la voz para pedir justicia, solicitando al Obispado de Cartagena que retire la inscripción ‘Jose Antonio Primo de Rivera, ¡presente!’ que lleva más de 80 años grabada en las paredes de la Catedral de Murcia.
El obispado tiene la obligación de retirar la inscripción que se encuentra a la izquierda de la Puerta de las Cadenas, frente a la plaza de la Cruz, pero la “falta de acción” por parte de la Iglesia Católica ha conducido el proceso a punto muerto, aunque desde la creación de esta Federación en el año 2016 se ha pedido la retirada de este signo fascista llevando a cabo manifestaciones y peticiones directas a la Diócesis.
-Poder judicial.
La larguísima mano de Franco.
Viñeta de eneko.