Estados Unidos: Así expolia y masacra
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Rusia – 1918
La Cruzada Antisoviética del Imperialismo Internacional
-I de III-
Tras el triunfo de la Revolución Socialista de Octubre en 1917, las fuerzas reaccionarias de Rusia no depusieron las armas, sino que desarrollaron una encarnizada lucha contra el nuevo poder obrero y campesino. La rápida derrota de estos primeros intentos de desatar la guerra civil, mostraron la fortaleza del Poder soviético para combatir a la contrarrevolución interna.
Fue entonces cuando las potencias del imperialismo mundial decidieron intervenir abiertamente. Una masiva y prolongada agresión antisoviética, en alianza con la contrarrevolución interna formada por los terratenientes y grandes industriales, fue llevada a cabo a gran escala y en diferentes formas para, en primer lugar, liquidar las conquistas de la revolución y restablecer el régimen de terratenientes y burgueses en Rusia.
Los imperialistas intervenían también porque temían que el éxito de la revolución en Rusia sirviera de poderoso impulso al incremento de la lucha revolucionaria en sus respectivos países. Ahogar la revolución en Rusia significaba asestar un golpe al movimiento revolucionario mundial, privarlo de base y apoyo, privar a los trabajadores del mundo entero de un poderoso ejemplo y afianzar la idea de que el sistema capitalista era invencible.
Cada una de las potencias imperialistas aspiraba a ocupar unas u otras regiones de Rusia, a transformarlas de un modo u otro en sus colonias. Tanto las potencias de la Entente (Inglaterra, Francia, EEUU) como Alemania y Japón competían sobre el reparto de los territorios y sus “zonas de influencia”. También se sumaban al saqueo Turquía, Polonia y Rumanía. En vano el Estado soviético ofreció la paz a los países capitalistas, proponiendo la coexistencia pacífica entre Estados de diferentes regímenes políticos y sociales.
Si bien la continuidad de la guerra entre los bloques imperialistas dificultaba una agresión más coordinada contra la República de los Soviets, ello no impidió que ambos bloques actuaran conjuntamente, según sus propios intereses y capacidades.
En febrero de 1918, el bloque austriaco-alemán impuso a la Rusia Soviética el Tratado de Paz de Brest-Litovsk, según el cual el País Soviético perdía importantes territorios en el oeste y el sur. Más tarde, en contra de las condiciones de ese Tratado, las tropas alemanas también ocuparon Ucrania y apoyaron secretamente a los cosacos del Don para que ocuparan esta región. Turquía aprovechó para ampliar la zona ocupada en Transcaucasia.
Por su parte, los países de la Entente que ya venían apoyando activamente al Gobierno provisional burgués contra la revolución ascendente, una vez establecido el poder soviético, procedieron a la invasión, prestando todo su apoyo a las fuerzas contrarrevolucionarias. Ya en diciembre de 1917 Inglaterra y Francia habían acordado sus zonas de acción en el territorio de Rusia. La inglesa incluía el Cáucaso, las regiones del Transcaspio y de los cosacos; la francesa, Besarabia y Ucrania. Siberia y el Extremo Oriente eran considerados por la Entente zonas de interés de Japón y los Estados Unidos. En marzo de 1918, en una ciudad del norte, Múrmansk, comenzó el desembarco de las tropas inglesas, francesas y norteamericanas, ocupando después toda la región. … /…
Continúa el domingo 19 de mayo…