Estados Unidos: Así expolia y masacra
Agenda
Rusia – 1918
Una intervención olvidada.
-I de II-
La desconocida participación de EEUU en la agresión a la Rusia Soviética.
La Revolución de Octubre frustró los planes y las esperanzas de largo alcance que los monopolistas norteamericanos tenían respecto a Rusia. Tras la revolución de febrero de 1917, los EE.UU. habían sido los primeros en reconocer al nuevo gobierno burgués, antes que Inglaterra, Francia y otros aliados. Esa iniciativa mostró claramente la pretensión de los EEUU de llevar la delantera en los asuntos rusos.
El programa de política exterior de la revolución, cuya razón inmediata y primordial era la salida de Rusia de la guerra y la lucha por la paz mundial, si bien hacía temer a los EEUU la pérdida de un aliado en la guerra contra Alemania, lo que más temían era que el programa social de la revolución “contagiara” a otros países. La prensa norteamericana comenzó por desplegar una amplia campaña de falsificación, afirmando “el pronto final del bolchevismo”. En lo práctico, en noviembre de 1917, se suspendió el envío de municiones y víveres a Rusia. El gobierno estadounidense lo justificaba así: “Si los bolcheviques retienen el poder y cumplen su programa de firmar la paz con Alemania, el embargo… se mantendrá en vigor”.
Poniendo todo su empeño en apoyar a la contrarrevolución rusa, en diciembre de 1917, el secretario de Estado de turno señalaba la necesidad de intervenir en los asuntos internos de Rusia para “arreglar la situación”. “Cabe esperar un gobierno ruso estable –deseaba el secretario– en forma de dictadura militar que pueda ser implementado por tropas leales y disciplinadas. El único grupo capaz de organizar un movimiento con fuerza suficiente para barrer a los bolcheviques y formar gobierno, es a mí juicio, el grupo de altos oficiales encabezado por el atamán de los cosacos del Don, Kaledin”.
La intervención de los Estados Unidos comenzó en el norte de Rusia desembarcando sus tropas en el puerto de Múrmansk, en mayo de 1918, junto a las de Gran Bretaña y Francia. Después fondearon un acorazado y otros buques de guerra y en Arjánguelsk desembarcaron más de 5.000 soldados y oficiales. Respecto a su intervención en Siberia y el Extremo Oriente ruso, resultaba que, a juicio de la Entente, la participación de Japón se justificaba porque, en esos momentos, solo este país podía llevar importantes contingentes militares a esas zonas para derrotar al Poder soviético. Esta postura perjudicaba a los intereses estadounidenses que rivalizaban con Japón por el dominio de aquellos territorios. Permitir que Japón penetrara en el Extremo Oriente ruso y de allí en el Este de Siberia hacia las fuentes de materias primas, supondría un mayor reforzamiento nipón que los EEUU querían evitar a todo trance.
Pero fue Japón, en abril de 1918, apoyado por Inglaterra y Francia, quien puso a los Estados Unidos ante un hecho consumado desembarcando sus tropas en Vladivostok. Pese a una primera reacción negativa de los EEUU, la iniciativa japonesa acabo siendo aceptada. Frente a la lucha común contra el primer Estado socialista, las contradicciones entre norteamericanos y nipones pasaban a un segundo plano. Ahora se imponía la alianza entre rivales y las tropas norteamericanas acabaron sumándose a la invasión japonesa de aquellas zonas.
A finales de ese año, cuando las tropas soviéticas habían recibido considerables refuerzos, empezaron a asestar golpes importantes a las tropas invasoras. Las derrotas sucesivas que sufrieron los guardias blancos pese al apoyo japonés y norteamericano, comenzaron a minar tanto el espíritu combativo de las tropas estadounidenses, que los soldados comenzaron a pedir abiertamente el retorno a su tierra. Dentro de los EEUU crecía el movimiento por el cese de la intromisión en los asuntos rusos y en contra de la ayuda a los guardias blancos que pretendían implantar una dictadura militar en su país… /…
Continúa el domingo 9 de junio.