Estados Unidos: Así expolia y masacra
Agenda
Rusia – 1918
Una intervención olvidada.
-y II-
Viene del domingo 2 de junio.
La desconocida participación de EEUU en la agresión a la Rusia Soviética.
… /… En los puertos del Pacífico la “agitación socialista” entre los estibadores hacía que los barcos permanecieran anclados durante semanas porque los trabajadores se negaban a cargar los barcos para Kolchak, señor de la guerra al mando de los guardias blancos.
Cuando las continuas derrotas de los guardias blancos mostraron su incapacidad de resistir al poderoso Ejército Rojo, los Estados Unidos comprendieron que Siberia y el Lejano Oriente ruso eran ya regiones perdidas para el saqueo. EEUU, junto a Inglaterra, Francia, Italia y Japón, tomaron la decisión de retirar sus ejércitos. En abril de 1920 los últimos soldados norteamericanos abandonaron Vladivostok. No obstante los EEUU le hicieron saber a Japón que no renunciaban a sus intereses particulares en Siberia y el Extremo Oriente.
La intervención norteamericana, en su primera etapa, aparentando “neutralidad” frente al militarismo fascistoide de los ejércitos blancos contrarrevolucionarios, pretendía instalarse en todas las esferas de la vida interna de Siberia y afianzarse buscando la penetración económica y política con una reducida participación en las acciones militares. A los Estados Unidos les resultaba más conveniente que los fusiles estuvieran en manos de los guardias blancos y no en la de los norteamericanos. Las tropas “neutrales” norteamericanas protegían el ferrocarril a través del cual Kolchak recibía todo lo necesario para luchar contra la Rusia Soviética. En pago de las armas, las municiones y los uniformes que vendían al ejército contrarrevolucionario, recibieron casi 34 toneladas de oro. Un senador norteamericano explicaba con total cinismo al Congreso por qué creía necesario la intervención en Siberia: “Siberia es campo de trigo y pastos para el ganado, que tienen tanto valor como sus recursos minerales”. “Siberia es el mayor premio para el mundo civilizado…”
En una segunda etapa pasaron de la “neutralidad” al reconocimiento, sin reparo alguno, del dictador militar Kolchak, como aliado en la lucha contra el Estado soviético, asumiendo toda la ayuda que fuera necesaria. Pero para entonces, ya ninguna ayuda en armas o de otro tipo, podía salvar al régimen corrupto que pretendían establecer los guardias blancos y, en consecuencia, se vinieron abajo los planes norteamericanos de afianzarse en Siberia.
Para los Estados Unidos, el país capitalista participante más grande y más fuerte, organizador activo desde el primer momento en la intervención antisoviética, fue una amarga derrota que se hizo sentir cuando fueron los últimos en reconocer al Estado soviético, después de que lo hicieran todos sus aliados.
Enriqueciéndose con esta guerra, los Estados Unidos incrementaron su potencial económico y comenzaron a desempeñar un papel cada vez más preponderante en la política y la competencia entre las potencias imperialistas occidentales.