La otra cara de la historia:
-Manchukuo: Una colonia disfrazada de imperio.
La Segunda Guerra Mundial acabó en agosto de 1945 cuando el Ejército Rojo entró en el Estado fantoche de Manchukuo para aplastar al ejército japonés. Sólo los países fascistas habían reconocido uno de esos ridículos imperios que han aparecido en la historia moderna para tapar con trajes de gala una situación colonial en el Extremo Oriente.
Manchukuo era una colonia disfrazada de imperio, una parte de China en lo que a veces se llamó Manchuria interior, tradicionalmente sometida a la Rusia zarista, que en 1896 obtuvo la adjudicación de un contrato para la construcción de una línea ferroviaria que prolongaba el Transiberiano hasta lo que hoy es la ciudad portuaria china de Dalian, que entonces se llamaba Port Arthur, donde pretendían establecer la flota del Pacífico.
El proyecto estratégico ruso lo financiaron los bancos franceses y, además, de su objetivo militar, el puerto debía servir para el comercio marítimo y de terminal ferroviaria conectada a la red rusa y china.
No había pasado un decenio cuando en 1904 Japón atacó sorpresivamente a la Flota rusa en Dalian. Empezó así la guerra ruso japonesa, la primera guerra imperialista, que, a su vez, estuvo en el origen de la primera revolución rusa.
Japón venció en la guerra, se apoderó de la península de Corea y de la mayor parte de la línea ferroviaria. El resto, llamado “Ferrocarril Oriental Chino”, permaneció en manos rusas hasta que los soviéticos lo devolvieron al Estado fantoche de Manchukuo en 1935.
Al año siguiente Tokio creó la Compañía de Ferrocarriles del Sur de Manchuria, más conocida por SMR (South Manchuria Railways) o Mantetsu (“Man” de “Manchuria” y “Tetsu” de “hierro”). Era una empresa pública, con una minoría de acciones en propiedad privada. El Estado japonés garantizaba las obligaciones del SMR en Londres. Como representante del accionista mayoritario, el gobierno nombra la junta directiva.
Inmediatamente Japón puso en marcha un ferrocarril a lo largo de la costa de Corea y amplió la duración de la concesión ferroviaria rusa, inicialmente limitada a 25 años, a 99 años.
*Mucho más que una línea ferroviaria
Además de una empresa, Mantetsu era el típico “zaibatsu” japonés, un Estado dentro de otro que ejercía funciones casi soberanas gracias al refuerzo del ejército de Kwantung, una división de infantería japonesa con base en Dalian que, a la vez, custodiaba el ferrocarril.
La necesidad de carbón para alimentar las locomotoras obligó a SMR a apoderarse de las minas de carbón de Manchuria. La mina Anshan se inauguró en 1919 y se convirtió inmediatamente en una de las más productivas del mundo. A su vez, a la mina se le unió un complejo siderúrgico para fabricar raíles, trenes y locomotoras.
A los costados de las vías se crean nuevas ciudades y SMR se convirtió en un promotor inmobiliario, gestionó hoteles, contrató obras y suministró servicios urbanos y médicos. Luego pasó al sector eléctrico y realizó sondeos en los yacimientos petrolíferos de Daqing. El refinado y la minería del carbón dan lugar a industrias de transformación química (fertilizantes, gas ciudad, gasolina o caucho sintético).
A partir de 1914 Manchuria experimentó un crecimiento económico espectacular. Un tercio de la soja del mundo proviene de sus tierras. A lo que se suman otras producciones lucrativas, una de las cuales es algo encomiable: el opio refinado hasta convertirlo en morfina, utilizado en las famosas “píldoras rojas” que asolarán el Extremo Oriente hasta 1945.
Entre 1905 y 1930, Manchuria vio multiplicarse sus exportaciones por 15 y sus importaciones por 12. En cuanto a la producción industrial, creció entre un 12 y un 20% anual. El señor de la guerra local, Chang Tso-lin, era el hombre más rico de China y SMR la empresa más grande del Extremo Oriente.
En torno a SMR se crean nuevos conglomerados empresariales, de los que suele ser el principal accionista. La más conocida de estas empresas nacidas en Manchukuo y que han llegado hasta nuestros días es Nissan. Se reunieron pequeños fabricantes japoneses y la empresa así creada se instaló en Hsinking, nuevo nombre de Changchun, capital de Manchukuo, donde construyó camiones para el ejército de Kwantung a partir de 1936.
El auge económico atrajo capitales de todo el mundo, especialmente británicos. SMR tenía casi 40.000 trabajadores. Adquirió tal poder que sus intereses acabaron determinando la política exterior de Japón. Cuando en 1941 comenzó en el Pacífico la Segunda Guerra Mundial, en varias áreas estratégicas, como el acero, la producción de Manchukuo era superior a la de Japón.
*Japón inicia la invasión de Manchuria
En 1928 el vicepresidente de SMR era el japonés Matsuoka Yotsuke. Es el responsable de que Japón abandonara la Sociedad de Naciones en 1933 en respuesta a la condena de la organización internacional a la invasión de Manchuria. Entre 1893 y 1904 vivió en Estados Unidos.
En 1940, como ministro de Asuntos Exteriores de Japón, firmó la alianza con la Italia fascista y la Alemania nazi. Así es como, en plena guerra mundial, nació el Eje fascista. Murió en 1946 cuando iba a ser juzgado por crímenes de guerra.
Japón consideraba a Manchuria como su “espacio vital”. Sin su conquista, nunca podría entrar en el selecto club de las grandes potencias imperialistas de la época. El “imperio del sol naciente” empezaba en el territorio de China y la conquista y colonización no habría sido posible sin los trenes de SMR. Gracias a las vías, fue una guerra relámpago que se acabó en tres meses.
“O la revolución impide la guerra, o la guerra desencadena la revolución”. La guerras que inició Japón en el Extremo Oriente desataron dos revoluciones, en 1905 en Rusia y en 1933 en China.
La guerra empezó en 1931 con el llamado “incidente de Mukden”, una localidad que hoy se llama Shenyang. Fue un atentado de falsa bandera: una bomba destruyó un tramo de las vías de SMR cerca de la ciudad. A pesar de una manifiesta inferioridad de fuerzas frente a China, 14.000 contra 250.000 soldados, el ejército de Kwantung, al mando del coronel japonés Ishiwara Kanji, derrotó al ejército nacionalista chino.
El personal japonés de SMR, que eran dos tercios de sus casi 40.000 trabajadores en los años treinta, estaba militarizado y proporcionaba la retaguardia del ejército de Kwantung.
China recurrió a la Sociedad de Naciones, que formó la Comisión Lytton para investigar el “incidente” pero, como es característico, no investigó nada. Se limitó a repetir la versión japonesa, que fue la oficial, hasta los juicios de Tokio por crímenes de guerra de 1946.
Uno de los oficiales más conocidos del ejército de Kwantug fue el general coreano Park Chung-hee, un sátrapa que cambió de bando al acabar la guerra mundial: de ser un lacayo de Japón pasó a ser un lacayo de Estados Unidos, que le puso al frente del gobierno de Corea en 1961.
A Manchukuo no le faltaba de nada. Japón le regaló un emperador y un partido único, Concordia, al más puro estilo fascista, que la mayor parte de las veces era imposible diferenciar de SMR, la “gran empresa cuartel”.
El artífice de la reconstrucción de Japón en la posguerra, el Primer Ministro Kishi Nobusuke, fue viceministro de desarrollo industrial de Manchukuo en 1935 y ministro de Municiones durante la Segunda Guerra Mundial.
–https://mpr21.info/una-colonia-disfrazada-de-imperio-manchukuo/
Otras voces
-J. Jugashvili, bisnieto de Stalin: «Stalin trató de impulsar la participación popular contra las oligarquías del Partido»
El bisnieto de Stalin rompe el silencio: la historia «cancelada» sobre el líder de la URSS.
ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL
En una entrevista apenas conocida, Jacob Jugashvili, bisnieto de Josef Stalin, arroja luz sobre la campaña sistemática destinada a borrar el legado y la verdad sobre uno de los personajes que marcaron la historia del siglo XX. Jugashvili desafía la narrativa establecida, invitando a los lectores a cuestionar lo que creían saber sobre la era soviética y su famoso antepasado.
Desde la década de 1950, la figura de Josef Stalin ha permanecido en una suerte de «estado permanente de congelación». En términos contemporáneos, como los empleados en el debate actual sobre la «cultura de cancelación», este líder histórico, que gobernó la vasta Unión Soviética y lideró los Ejércitos que derrotaron al fascismo alemán y libraron a Europa de su dominio, ha sido, en cierto modo, borrado o «cancelado» del debate público.
En sentido estricto, «cancelar» implica, en la moderna terminología «woke», anular o hacer desaparecer a personas o acontecimientos marcados por la censura intensiva del establishment. Esta práctica suele estar administrada por quienes dirigen los medios de comunicación, aunque en última instancia, son otros actores no visibles los que determinan las directrices a seguir.
Hay que reconocer, no obstante, que la operación de «cancelar» a Stalin ha sido notablemente efectiva. Es difícil hallar paralelismos históricos en los que se halla llegado a tal grado de invisibilización. Tal vez solo Maximiliano Robespierre haya sufrido un nivel similar de repudio que llega a obstruir una investigación histórica objetiva sobre su figura.
Dos factores clave han contribuido al éxito de esta cancelación. En primer lugar, un grupo de antiguos correligionarios suyos trató de borrar a Stalin de la memoria colectiva de su propio país, eliminando sus estatuas y hasta su propia imagen. Este esfuerzo se realizó con particular profundidad en la Unión Soviética. Una vez logrado esto, hacer extensiva su eliminación a Occidente resultó muy sencillo.
Más allá de cualquier valoración que se pueda tener sobre su trayectoria política, desde una perspectiva de investigación histórica estricta, una buena parte de los historiadores que han estudiado el itinerario político de Stalin, a pesar del acceso sin restricciones del que hoy se dispone a una vasta documentación, han sido incapaces de alterar el consenso establecido hace 71 años sobre su condena histórica.
Además, este tabú de la cancelación ha logrado permear no solo a los historiadores, sino también a los políticos, incluidos a un gran número de supuestos correligionarios ideológicos del propio Stalin.
La persistencia de esta persecución programada, cuando se logra que se convierta en un consenso social y político, suele tener efectos más duraderos y profundos que cualquier prohibición o sanción explicita y directa.
No se llega a prohibir oficialmente glosar sobre el personaje «cancelado» , pero el pánico que provoca la posibilidad de que tales glosas puedan ser públicamente condenadas dispone de tal «carga disuasoria», que es capaz de paralizar la voluntad de los más valientes por puro terror a los posibles efectos personales de las mismas.
Este tipo de censuras, que ha marcado la percepción de la figura histórica de Stalin, ha sido muy propia de las cazas de brujas, tanto las medievales como las contemporáneas. Ello es lo que me ha motivado personalmente a reproducir esta entrevista en la que, por otra parte, no se hace ninguna aportación excepcional, pero que en sí misma constituye, sin embargo, un reto.
*Jacob Jugashvili
Nacido el 14 de julio de 1972 en Tbilisi, Georgia, Jacob Jugashvili es más que un miembro de una de las familias más famosas del siglo XX. También es un artista que ha sabido capturar sus experiencias en obras llenas de memoria y color. Como bisnieto de Josef Stalin, Jacob ha tejido su legado familiar y su pasión artística de manera inseparable. Formado en Moscú, en la Academia Estatal de Bellas Artes de Tbilisi, y más tarde en la Escuela de Arte de Glasgow, Jacob Jugashvili ha creado una obra que refleja la complejidad de su herencia y su visión única del mundo. Sus exposiciones en galerías destacadas de Londres y Batumi han marcado su presencia en el arte internacional, con temas que abarcan desde la historia hasta la introspección personal. Durante un tiempo, Jacob dejó de lado los lienzos para enfocarse en otros asuntos, demostrando la versatilidad y profundidad de su carácter. En 2005, un evento clave fue acompañar a su padre, Yevgeni Jugashvili, a una conferencia en los Países Bajos, lo cual significó un momento de reencuentro significativo con su linaje e historia mundial.
Entrevista a Jacob Jugashvili
-P: ¿Cómo defiende usted la reputación de Stalin?
Jacob Jugashvili: Distinguir entre la época de Stalin y su rol personal es crucial. A menudo se le ve como un dictador responsable de eventos ajenos a su verdadero papel. Un verdadero dictador controla todas las estructuras del Estado y sus fuerzas de seguridad. Aunque Stalin no ocupó cargos estatales directos antes de 1941, ejerció liderazgo. Sus contemporáneos lo apoyaban, habiendo compartido la lucha revolucionaria. La estructura de gobierno colegiada que se empleó, evidencia que sus directivas se implementaron efectivamente.
-P: En Georgia, Stalin es venerado por algunos y condenado por otros. ¿Cómo evalúa su impacto en Georgia?
R: No creo que se deba discutir sobre Stalin únicamente en términos de Georgia o Rusia. Como líder de la Unión Soviética, su gobierno tenía un alcance mucho más amplio. En su tiempo, la Unión Soviética servía a su pueblo, a diferencia de las estructuras actuales. Stalin debe ser visto como una figura unificadora más allá de las fronteras georgianas o rusas, especialmente considerando las influencias externas de esa época.
-P: Fue erigido un monumento a los polacos ejecutados en Katyn durante la época de Stalin. ¿Qué opina de esto?
R: Es importante entender el contexto histórico completo antes de formar un juicio. En los años 30 y 40, las relaciones internacionales eran extremadamente complejas. Los eventos en Katyn son una tragedia, pero atribuir directamente a Stalin la responsabilidad es simplificar excesivamente la historia. Debemos analizar más a fondo las múltiples fuerzas en juego durante ese período.
-P: ¿Usted ve la caída de la Unión Soviética como algo negativo? ¿No cree que ese fue uno de los períodos más oscuros de la historia de Georgia?
R: La caída de la Unión Soviética fue un evento complejo con numerosas consecuencias, algunas negativas y otras positivas, dependiendo de la perspectiva. Para Georgia, trajo desafíos significativos, pero también oportunidades de reinventarse política y culturalmente. Es esencial valorar estos eventos desde múltiples ángulos para comprender completamente sus implicaciones.
-P: Su padre, Evgeny Djugashvili, demandó a la revista Novaya Gazeta.
R: Ese caso fue emblemático de los desafíos de mantener un debate abierto y respetuoso sobre figuras históricas. Fue una oportunidad para confrontar y clarificar muchas percepciones erróneas que persisten en la prensa y la sociedad sobre mi bisabuelo y su era.
-P: Ahora usted tiene un segundo caso judicial acerca de Stalin.
R: Este nuevo caso es otra instancia donde buscamos establecer claridad histórica y confrontar las difamaciones que aún circulan. Estos procesos judiciales son una forma de diálogo, aunque se lleven a cabo en un tribunal.
-P: ¿Cómo evalúa usted la declaración de Merabishvili en su entrevista con «Kommersant» de ofrecer dinero a los rusos para derribar el monumento de Stalin?
R: Los monumentos son símbolos poderosos, y las reacciones hacia ellos reflejan las profundas divisiones en cómo interpretamos nuestra historia. Este tipo de declaraciones muestra cuán polarizada sigue siendo la visión de figuras como la de Stalin. Justamente por ello es crucial que discutamos estas cuestiones en forma abierta y constructiva.
*Entrevista a Yacob Jugashvili, el bisnieto de Stalin, por comunistas de Chile, en 2012.
-¿Alguna vez has sido discriminado por la gente como el bisnieto de Stalin?
Y.J. Muy poco y no merece la pena ser recordado. Sin embargo, quisiera relatar una historia divertida que me pasó hace unos meses. Participé en un programa importante en la televisión rusa. Participé en una discusión allí y se habló durante unos 30 minutos (en total). El programa fue dedicado a la muerte de Svetlana Allilúeva (la hija de Stalin). Hablé de su papel fundamental en la difusión de mentiras antiestalinistas de Jruschov. Cuando el programa salió al aire no estaba allí en absoluto, es como si nunca hubiera estado allí. No estoy seguro de si puede considerarse como una discriminación, pero creo que es una buena ocasión para contar esta historia en particular, que describe la actitud de los medios de comunicación oficiales de Rusia para nuestra familia…
-https://amistadhispanosovietica.blogspot.com/2012/08/entrevista-yacob-jugashvili-el-bisnieto.html