Memoria histórica imprescindible:
-Entrevista a Pablo Alcántara Pérez, autor de «La DGS – El palacio del terror franquista»
Pablo Alcántara Pérez (Avilés, 1992) es graduado en Historia por la Universidad de Oviedo y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad Autónoma de Madrid. Ha publicado los libros La lucha contra el franquismo en Asturias y posteriormente La Secreta. Y ahora acaba de publicar La DGS. el palacio del terror franquista.
-¿Crees que la historiografía hace justicia a la militancia antifranquista, desde los maquis hasta la llegada de la llamada Transición? ¿Qué queda por contar?
Creo que en los últimos años, con las movilizaciones sociales que ha habido tras el 15-M, con el cuestionamiento de lo que es el Régimen del 78 y la Transición, cada vez más historiadores se han interesado en investigar lo que fue la lucha contra la dictadura, las organizaciones antifranquistas, la represión de la dictadura etc. Y se han realizado trabajos muy potentes, no sólo de los años de posguerra, sino también del ecuador del régimen y del tardofranquismo. Sin embargo, debido a la dificultad de acceso a los archivos por la Ley de Patrimonio Histórico (que limita consultar documentación personal, policial de personas que sigan vivas o murieron hace menos de 25 años) y la Ley de Secretos Oficiales, todavía queda mucho por saber, sobre todo, de los últimos años de la dictadura y la Transición.
-¿Cómo valoras todos los ejercicios de revisionismo y blanqueamiento que se hace tanto desde una parte de la Academia como de ciertos medios de comunicación? ¿Se creen esos delirios o saben que mienten y lo hacen de manera instrumental?
Como ejemplos [de esas mentiras y blanqueamientos]: las relaciones entre la policía política española y la portuguesa, el papel de la Brigada Político Social en episodios como el asesinato de Carrero Blanco, los inicios del terrorismo de Estado, los policías implicados en matanzas como la de Vitoria de marzo de 1976. Por poner sólo algunos ejemplos, sobre todo de lo que yo conozco del tema policial. Y sobre todo, hay que conseguir desterrar el relato mítico de la Transición en los medios. Hace poco murió Victoria Prego y desde casi toda la prensa se la alababa diciendo que «era la periodista que contó la Transición». Eso no es cierto. Fue la periodista que contó el relato mítico de la Transición en sus documentales para RTVE. Pero es un relato totalmente sesgado.
Está claro que en los últimos años ha habido una ofensiva de la reacción muy fuerte contra este cuestionamiento de la Transición y de otras épocas históricas. No sólo a través de libros, sino también a través de las redes sociales. Es un relato completamente interesado. Para justificar sus privilegios ahora, conseguidos durante el franquismo, tienen que decir que el Golpe de Estado de 1936 fue necesario porque la República era un caos. Más que créeselo o no, es que lo necesitan para justificar su poder ahora. Porque además, durante la Transición, los crímenes del franquismo fueron amnistiados y quedaron impunes. Y la derecha no quiere romper ese modelo de impunidad. Y parte de la izquierda gubernamental, tampoco.
-De Ricardo de la Cierva a Pío Moa, pasando por Elvira Roca Barea… ¿quiénes crees que son las y los «historiadores» qué más daño han hecho con sus manipulaciones?
Pío Moa creo que ha sido rebasado por la historiografía. Ahora triunfa un revisionismo menos burdo, que explica que Franco nos trajo la democracia, la seguridad social, todo ello pura mentira. También aquellos que dicen que las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, que dieron paso a la II República, fueron un revés para la monarquía (cuando en los pueblos estaba el voto completamente comprado y cooptado para los intereses terratenientes). Yo creo que esos son los peores revisionistas, más que los que hablan de la República caótica o de que la Guerra Civil empezó en el 34.
-¿Asume la izquierda, entendida en sentido amplio, la importancia de sentar las bases de una historia rigurosa y que al menos desmonte los bulos que desde la derecha se intentan lanzar sistemáticamente?
Yo creo que, durante muchos años, fruto de lo que pasó en la Transición, hay parte de la izquierda que no ha querido hablar de estos temas. Ha sido desde la sociedad civil, desde las asociaciones de memoria histórica y de víctimas del franquismo, investigadores particulares, historiadores, periodistas los que han ido poco a poco sacando estas cuestiones a la luz. Las leyes de memoria que ha habido, aunque hablan del tema educativo, no se han centrado en el tema de ayudar a los investigadores, abriendo los archivos, creando grupos de investigación que aborden esta historia, etc. La investigación ha salido más del puro interés del que investiga, que de una política pública consciente.
-Tu tesis doctoral fue «El águila gris: la policía política durante la dictadura franquista en Asturias y Madrid». ¿Qué fue lo que más te sorprendió en tu investigación? Por otro lado, ¿tuviste dificultades en tu investigación?
Me sorprendieron muchas cosas, ya que el estudio sobre la policía política en el franquismo, en términos académicos, estaba en pañales. De hecho mi tesis es la primera sobre esta cuestión. Pero por poner algunos ejemplos. Me sorprendió que muchos policías que estudié viajaron a EEUU para dar cursos de instrucción de la CIA y el FBI a finales de los 50 y 60. Ahí se ve cómo los norteamericanos apoyaron de forma incondicional a la dictadura, incluso en su aparato represivo. Cómo muchos policías escribían libros y novelas, que reflejan cómo la BPS tenía un aparato ideológico para hacer frente al antifranquismo. También cómo la oposición antifranquista hizo frente a las fuerzas de orden público, como el Asalto a la Comisaría de Mieres en marzo de 1965. En el juicio que les hacen del TOP encontré fotos del Asalto, que enseñé a varios de los implicados en aquello. También noticias en el New York Times.
Respecto a las dificultades, fueron muchas. Sobre todo, para investigar los últimos años del franquismo y la Transición. Mucha de la investigación policial de estos años no podía consultarla porque mucha gente que participó en esa represión sigue viva o murió hace menos de 25 años. Por ejemplo, para poder investigar el expediente de Roberto Conesa, uno de los principales agentes de la BPS, que participó en la detención de las Trece Rosas en 1939 y estuvo activo hasta 1980, no pude consultar su expediente hasta 2019 (ya que murió en 1994).
-Posteriormente publicaste el libro La Secreta de Franco – La Brigada Político-Social durante la dictadura. ¿Qué resaltaría más de ese trabajo a alguien que no lo haya leído? Insisto en que libros así son muy necesarios.
Resalto dos cosas. La primera, que con este libro pongo nombres y apellidos de muchos de los miembros de la BPS, que participaron en la represión de la dictadura durante los 40 años que duró el régimen. Y que, durante la Transición, la mayoría de ellos no sólo no fueron depurados, sino que mantuvieron sus puestos e incluso fueron ascendidos. Y por ello, muchos de los problemas policiales de ahora (torturas, infiltración policial, corrupción policial, etc). Lo segundo es que, frente a una imagen lacrimógena del antifranquismo, en este libro reivindico la lucha contra la dictadura de forma activa. Cómo los militantes antifranquistas se preparaban para hacer frente a la violencia de la dictadura. Cómo, a pesar de las detenciones, la tortura y los fusilamientos, la oposición se preparó para hacer frente a esta represión y para acabar con la dictadura. Y en mi libro, esto aparece reflejado.
-Llegamos a tu último trabajo, La DGS – El palacio del terror franquista. ¿Era la continuación lógica de tus trabajos anteriores? ¿Tienes pensado seguir profundizando en esa línea?
Con La Secreta pretendía estudiar la institución policial franquista. Ahora con este libro, pretendo estudiar el lugar principal donde estos agentes policiales torturaban, la Real Casa de Correos, en la Puerta del Sol. Cómo la oposición antifranquista vivió las detenciones y torturas en este lugar. Qué pasó con este edificio durante la Transición. Pero no sólo eso. A través de la Historia de este edificio, que antes de ser la DGS durante el franquismo, fue el Ministerio de Gobernación a finales del siglo XIX y principios del XX, he pretendido estudiar la represión contra el movimiento obrero, socialistas, anarquistas, comunistas, en otros periodos históricos cmo la Restauración y la dictadura de Primo de Rivera, más desconocidos que el franquismo. A través de éste, estudiar lo que fue el «terror» contra obreros, estudiantes, intelectuales que se rebelaron contra el estado de cosas, siendo muchas de estas rebeliones enfrente del edificio, en la Puerta del Sol.
Me gustaría hacer un trabajo sobre personajes más concretos. Un estudio de diferentes personajes (Martínez Anido, Arlegui, Conesa, etc) que participaron en la represión contra las luchas sociales en diversos periódicos históricos en nuestro país.
-Para acabar: en las exhumaciones suele haber políticos, arqueólogos y lógicamente asociaciones de memoria histórica y familiares. Pero se están destruyendo pruebas de crímenes, lo que el Equipo Nizkor habla de Modelo Español de Impunidad. ¿Cómo valoras todo esto? ¿Y tienes pensado escribir algo al respecto?
Con el tema de las exhumaciones, hay un debate muy importante, que se debe abordar entre todos los que luchamos contra la impunidad franquista. Es importante entender a las familias que buscan a sus familiares fusilados. Incluso el tema de las exhumaciones ha logrado poner encima de la mesa la lucha por la memoria democrática. Pero ojo, las exhumaciones no pueden ser vista como una cuestión familiar, personal, sino social, política y judicial. Es decir, la gente que está ahí no fue fusilada por ser Manolo Pérez, sino por ser militante de una organización obrera, participar en la lucha contra el Golpe de Estado del 18 de julio de 1936 o simplemente por votar al Frente Popular.
Eso no se puede olvidar y ha habido asociaciones y organizaciones políticas que han intentado borrar esto. Así no se debe exhumar. Y está claro que hace falta que haya un juez en las exhumaciones para, como bien has dicho, no se destruyan esas pruebas. Y que ese lugar donde estaba la fosa se convierta en un lugar de memoria. Y mientras no se derogue la Ley de Amnistía y no se juzguen los crímenes del franquismo, no se va a acabar con el modelo de impunidad. Muchas veces se habla solo de las fosas, pero aún tenemos personas vivas (como Martín Villa) que participaron en la represión de la dictadura y que se les puede juzgar. Ahí es muy importante incidir.