La otra historia. Libros:
-Mateo Balbuena Iglesias (1913 al presente)
¿Sabías que con 110 años de edad, Mateo se sigue considerando comunista?
¿Sabías que tiene 16 libros editados?
Nació en un pueblo de León, en Villamartín de Don Sancho en septiembre de 1913. Vivió su juventud en Gijón y en Barakaldo. Comunista desde los 15 años, tomó parte en la revolución de Asturias, en 1934, y en la Guerra Civil, alistado en el batallón Leandro Carro. Fue encarcelado y torturado …
Cuando salió del pueblo para ir a Asturias… desde muy joven se vio inmerso en los conflictos sociales y políticos de un siglo 20 muy convulso…
Llegó a Amurrio en 1936, cuando ya había comenzado la guerra… En Amurrio estaban concentrados el Batallón Araba, nacionalista; el Bakunin de los anarquistas y el Leandro Carro de los socialistas, al que se sumó Mateo Balbuena.
Cuando acabó la guerra puso una academia de enseñanza media pero las autoridades franquistas se la cerraron así que empezó a escribir e incluso llegó a ser finalista del premio planeta en 1964 con su obra “En la espera”, basada en la postguerra.
Pronto cumplirá los 111 años, Mateo Balbuena ha sido testigo de lo que la mayoría hemos estudiado en los libros. Si le hablan de guerra, la ha vivido, si le hablan de crisis también, si le hablan de república la ha conocido, si le hablan del comienzo del sufragio para las mujeres también… Lo ha vivido, no se lo han contado. Eso le permite analizar la actualidad con el bagaje de todo lo sufrido…
Hace 36 años se afincó en Lezama de Álava y, desde allí, hasta no hace mucho, se iba a Amurrio andando los viernes para ir al mercado…
Algunos de sus últimos libros:
- “Decadencia del capitalismo, reflexiones de un centenario” (2013)
- “La sumisión de las masas” (2016)
- “Impotencia política de las fuerzas asalariadas” (2017)
- “Manifiesto” (2018)
-Vallecas. Los años de barro.
Cómic
Autor: Rodolfo Serrano. Ilustrador: Román López-Cabrera. Hoy es Siempre ediciones. Madrid, 2022. 82 páginas. 4 ediciones.
El barrio de Palomeras Bajas, en el madrileño distrito de Puente de Vallecas, nació en los años 50 de las manos de tantas y tantos migrantes que abandonaron sus pueblos de origen buscando una vida más digna en la capital. Chabola a chabola, las calles de barro se fueron llenando de vida y de historias. Rodolfo Serrano nos cuenta una de ellas, la suya.
El autor, periodista jubilado (y padre del cantautor Ismael Serrano, por cierto), se mudó con su familia desde su pueblo en Jaén a Palomeras Bajas en 1958, cuando era un niño pequeño. En las viñetas de Vallecas. Los años de barro nos cuenta cómo fue su infancia en aquel barrio de chabolas y nos presenta a muchos de sus vecinos y vecinas de entonces, entremezclando sus historias con la suya propia.
Así, nos vamos construyendo una imagen del barrio, de la época y también de la lucha de aquellas gentes que con gran esfuerzo colectivo se decidieron a transformar ese amasijo de chabolas en un barrio digno. Entre otras cosas, nos cuenta cómo consiguieron que trajeran la luz eléctrica al barrio, o cómo se organizaron tras una gran tormenta que lo inundó todo, ayudándose mutuamente y manifestándose frente a la inactividad del ayuntamiento.
Pero la historia de Palomeras no termina ahí. De hecho, el autor ya ha dejado caer que habrá una segunda entrega en la que nos cuente cómo se creó la asociación de vecinos y todo lo que lograron con ella.
“Esta es una historia de superación. Es una historia colectiva. La del nacimiento de un barrio, la de su vida cotidiana, la de sus gentes. Gentes que se apoyaron mutuamente en los momentos difíciles, que se ayudaron y compartieron esperanzas y sueños y lucharon por construir su futuro.
Es también un reconocimiento a los hombres y mujeres, a los chavales y chavalas que, en un entorno difícil, lograron transformar todo un barrio, cambiar sus vidas y demostrar que los grandes acontecimientos son posibles cuando detrás de ellos está la voluntad de un pueblo”.
1939-2024:
-El catedrático demandado por el hijo del alférez que participó en la condena a Miguel Hernández: “Estoy agotado”.
El historiador Juan Antonio Ríos Carratalá considera que el pleito al que se enfrenta “no tiene parangón ni en democracia ni en la etapa franquista”.
Juan Antonio Ríos Carratalá, catedrático de Literatura Española de la Universidad de Alicante (UA), está “agotado y dolido” a pesar de “mantener la paciencia para evitar polémicas y contar con el apoyo de mucha gente”. Desde hace casi un lustro el investigador especializado en represión franquista se enfrenta a las demandas en varios frentes del hijo de Antonio Luis Baena Tocón, alférez jurídico que participó en el proceso franquista que condenó a muerte al poeta Miguel Hernández. Sin embargo, el agotamiento que refiere Ríos Carratalá no es por las causas judiciales, que “tienen las debidas garantías jurídicas”, sino por “los insultos y las descalificaciones” del demandante “a través de su web y las redes sociales”, afirma el catedrático.
Todas las resoluciones judiciales dictadas hasta el momento le han dado la razón al catedrático de la UA. Este semana, el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJ-CV) descartaba que el fallecido Antonio Luis Baena Tocón, un perfecto desconocido hasta que su hijo decidió emprender la vía judicial, pudiera beneficiarse del derecho al olvido. La sentencia del alto tribunal autonómico concluye que el enlace de un trabajo académico de Ríos Carratalá en un repositorio de la web de la UA “estaría amparado por la libertad de información y de expresión, sin que proceda la supresión de los datos personales”.
El TSJ-CV avala así la sentencia dictada por el titular del Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 3 de Alicante, quien consideraba que la pretensión del demandante suponía poco menos que volver a los tiempos de la censura previa de la dictadura franquista.
El demandante abrió varios frentes. Sin embargo, el procedimiento principal iniciado ante la Audiencia Nacional para que Google otorgara el derecho al olvido del alférez jurídico quedó resuelto en firme hace unos meses por parte de la sala tercera del Tribunal Supremo, que avaló el “interés público incuestionable” de la investigación de Ríos Carratalá y primó el derecho a la información.
“La reacción ha sido de solidaridad e incredulidad. Nadie en el mundo académico entiende lo sucedido por lo insólito que resulta tras contar con una jurisprudencia que, salvo para casos extremos de falsificación o insultos, hace unos veinte años dejó atrás los juicios contra historiadores en el ejercicio de su labor investigadora”, afirma Juan Antonio Ríos Carratalá, autor de una extensa obra sobre el franquismo. “Y menos se entiende cuando explico las múltiples causas abiertas, los más de cien demandados, los 11,5 millones de euros pedidos por el demandante y la voluntad de diálogo que he mantenido desde el principio”, dice en referencia a la causa abierta ante el Juzgado de Primera Instancia número 5 de Cádiz contra el catedrático, otras instituciones académicas, historiadores y medios de comunicación.
El investigador ha sufrido “una pesadilla”. “A diferencia de los periodistas, ninguno de nosotros está acostumbrado a enfrentarse a estos problemas y, además, lo he hecho en solitario con mi dinero porque, de tan insólito, es un caso no previsto por parte de los servicios jurídicos de nuestras universidades. Si esto mismo le pasa a un profesor joven o con una modesta plaza no podría haber afrontado el pago de su defensa y, por supuesto, habría quebrado su trayectoria investigadora en buena medida”.
Juan Antonio Ríos Carratalá arrastra la retahíla de pleitos mientras sigue con su reconocida labor investigadora. Sus últimas obras publicadas se centran en los consejos de guerra franquistas contra periodistas y escritores entre 1939 y 1945 y en la batalla por la libertad de expresión durante la Transición. “El caso Baena Tocón no tiene parangón ni en democracia ni en la etapa franquista”, explica. “Mi compañero Francisco Espinosa estudió el tema en un libro de 2009 y, desde entonces, incluso desde mucho antes, me dice que no hay ningún caso similar”, agrega Ríos Carratalá.
El catedrático de la UA valora “positivamente” las cuatro sentencias dictadas, que “repiten en lo fundamental los mismos argumentos, que vienen a reiterar una jurisprudencia asentada desde hace unos veinte años”. “La libertad de expresión, cátedra e investigación ampara los trabajos académicos, salvo que los dediquemos a falsificar los hechos históricos de manera generalizada y voluntaria o a insultar, que no es algo frecuente precisamente en los libros universitarios”, afirma el autor de Las armas contra las letras. Los consejos de guerra de periodistas y escritores (1939-1945).