Muro de solidaridad y denuncias:
Cárceles = mataderos:
-4 presos muertos en 17 días.
*Nuevo suicidio en la prisión de Algeciras: un interno de 33 años fue hallado muerto el 7 de julio.
Estaba diagnosticado de problema mental y formaba parte del programa PAIEM (Programa de atención integral a la enfermedad mental)
Ya son 35 los presos fallecidos en Botafuegos en menos de 6 años.
*Hallan muerto a un preso, en el Centro Penitenciario Bizkaia, el 4 de julio.
Es el séptimo preso fallecido en las cárceles de la CAV desde el traspaso de la competencia penitenciaria en 2021.
No informan de datos ni edad, sólo que ‘presuntamente se ha suicidado’ en la cárcel de Basauri.
*Hallan muerto a un preso en el centro penitenciario de Albocàsser, se ha suicidado.
Se ahorcó el 28 de junio.
No dan datos ni edad.
*Aparece muerto un preso de la cárcel de Zuera, en Zaragoza, con 25 años, el 21 de junio
Detenido el pasado 26 de mayo, en Zaragoza, como presunto autor de dos agresiones, había llegado a la prisión de Zuera 24 horas antes, procedente del módulo de psiquiatría del Hospital Miguel Servet de la capital aragonesa, donde permanecía ingresado por orden judicial como preso preventivo desde hacía tres semanas.
Arenas libertad:
-Incorporación de artículos en la web por su liberación.
M.P.M.
Prensa amarilla y prensa roja
*Publicado en Resistencia nºs 58 y 59 – abril y junio 2002.
La coartada de la libertad de prensa
Prensa amarilla es un término de uso corriente, que nació en los EE.UU. y que después se ha ido extendiendo a todos los demás países como una mancha. Es el equivalente al «sindicalismo amarillo», tipo CCOO–UGT, sólo que con una misión o un cometido diferente.
En España, dentro de la propia profesión periodística, ha sido acuñada recientemente la denominación de sindicato del crimen para marcar a los periodistas que escriben en El Mundo, en el ABC y en otros periódicos. Pero éstos no son, a decir verdad, los únicos criminales, la nómina es mucho más numerosa, como se ha puesto de manifiesto en las denuncias que ellos mismos han realizado de la colaboración del gremio en el terrorismo de Estado y la guerra sucia. Es bien sabido que en esta colaboración (incitación y encubrimiento de la larga cadena de asesinatos, torturas y extorsiones perpetradas por las fuerzas represivas del Estado contra las organizaciones de la resistencia popular), el diario El País se ha llevado la palma (y algo más), sobre todo durante la etapa felipista.
Hoy día toda la profesión periodística, salvo muy escasas excepciones, está infectada de amarillismo, hiede y amarillea cosa mala, aparte de constituir el soporte principal (junto a algunos intelectuales de pacotilla, profesores de universidad, sociólogos y filósofos orgánicos), de los aparatos ideológicos del Estado. Se puede asegurar que en España, salvo en muy cortos períodos y a diferencia de lo sucedido en la mayor parte de los países capitalistas, nunca ha existido una prensa burguesa democrática. De modo que la transición al amarillisno se ha tenido que hacer directamente desde la «Prensa del Movimiento» fascista acaudillado por Franco e integrado por un revoltillo de monárquicos, falangistas y propagandistas católicos. Con estos mimbres se ha tejido el actual entramado mediático del régimen; lo que, por otra parte, explica la lucha «cainita» que mantienen entre sí por las influencias políticas y las prebendas económicas.
Aunque también es verdad que, debido a la relativa autonomía financiera que se han procurado algunos de esos medios —con base en la Banca y en las subvenciones estatales—, entre ellos existen distintos grados de amarillismo o amarillez: unos son de un amarillo rabioso (es el caso de El Mundo); otros son atornasolados (El País); y los hay también de tonos pardos, como el desaparecido Diario 16, el cual dependía casi exclusivamente de la financiación del ministerio de la represión, a cuyos fondos de reptiles se había adherido como las lapas.
No vamos a juzgar aquí la «línea» editorial de cada uno de esos periódicos, su «estilo» ni los intereses de los grupos políticos y financieros que defienden, pues nos llevaría demasiado lejos. Bástenos, por el momento, con señalar que una de las características más destacadas de esta prensa venal, sobornada por el capitalismo y subordinada a él, es su proclamada «libertad». Esta es su gran coartada, que utilizan todos los días para intoxicar la conciencia de las masas populares y recubrir su truculenta mercadería «informativa». Los marxistas siempre hemos preguntado, como escribió Lenin en 1921:
«¿Qué libertad de prensa?,¿para quién?, ¿para qué clase?
«Nosotros no creemos en los «absolutos». No creemos en la democracia pura.
«La consigna de «libertad de prensa» se hizo universalmente grande en las postrimerías de la Edad Media hasta el siglo XIX. ¿Por qué? Porque era un exponente de la burguesía progresista, es decir, de su lucha contra curas y reyes, contra los señores feudales y los terratenientes. (…)
«La libertad de prensa en todo el mundo donde hay capitalistas es la libertad para comprar periódicos, para comprar escritores, para sobornar, comprar y fabricar la «opinión pública» en favor de la burguesía.
«Esto es un hecho.
«Nadie podrá refutarlo jamás»
La burguesía puede presumir de la «libertad» de sus periódicos, revistas, editoriales, etc., por que cuenta, no sólo con el dinero, sino también con la organización de sus empresas y el apoyo del Estado para la defensa de sus intereses explotadores frente a los obreros. Todo esto les permite camuflar su aparato de propaganda (compuesto por la prensa, radio, TV, etc.), encargado de organizar el «consenso» sobre el reparto entre ellos del botín de la explotación y de llevar la guerra ideológica permanente contra nosotros, presentándolo en público como si se tratara de una institución «libre» e «independiente», no sólo respecto del Estado, sino también de los partidos oligárquicos y de las empresas industriales, comerciales y financieras. ¡Como si todos esos medios no fueran ellos mismos grandes empresas capitalistas o no dependieran, en otros casos, de los bancos ni estuvieran sometidos a ellos!
La cuestión clara e indiscutible para aquel que tenga ojos y no se haya dejado comer el tarro, es que ninguno de esos medios son ni pueden ser «independientes» respecto del capital, como pregonan a diario y, consiguientemente, no pueden estar interesados en defender más verdad ni más libertad que la que les dictan los intereses privados de sus patronos o propietarios… (…)
Es en estas condiciones donde debemos situar la cuestión de la prensa obrera o prensa roja. Desde luego, este término que empleamos por oposición al amarillismo, no es tan de uso corriente, pues, como acabamos de señalar, la prensa roja u obrera escasea en nuestros días. Esta es una calamidad que no debemos atribuir únicamente a la burguesía, pero, en fin…
Por definición, la prensa roja no puede estar financiada por la Banca, no puede tampoco mantenerse con fondos oficiales ni formar parte, por tanto, del aparato de propaganda de la burguesía, de tal manera que es la única que puede ser verdaderamente libre e independiente en el más amplio sentido de la palabra; aunque también es cierto que no todos los periódicos, revistas, boletines, etc., que aparecen son tan «libres» como aparentan, y menos aún tan «rojos» como proclaman algunas de sus cabeceras y rimbombantes rótulos. En este campo, como en el célebre huerto del Señor, hay de todo, y es necesario decirlo, pues no cabe la menor duda de que las cuestiones políticas e ideológicas desempeñan aquí un papel esencial: son las que realmente determinan el carácter de clase (o el color) de un periódico o una revista…
–https://libertadarenas.wordpress.com/2024/07/07/prensa-amarilla-y-prensa-roja-2/