Memoria histórica imprescindible:
-Los franquistas fusilaron al combatiente del Ejército Republicano Agustín López Álvarez en Granada en 1943, y asesinaron a traición a su hermano Rafael, guerrillero antifranquista, en Lanjarón en 1947.
Josefa, la madre de Agustín y Rafael López Álvarez, enviudó cuando el mayor de sus 6 hijos tenía 9 años, y la más pequeña 14 meses, y al quedar sola con sus hijos se trasladó a Lanjarón, donde tenía conocidos y pidió ayuda. Trabajó duro y, como en tantas otras casas, con la colaboración de sus hijos, entre ellos Agustín, nacido en 1915 en Órgiva, y que a muy corta edad ya cuidaba animales en el campo, también fue albañil. Sabía leer y escribir y llegó a dar clases para otra gente del campo. Disfrutaba con la lectura, y pronto fue consciente de los abusos que sufrían los trabajadores por parte de los caciques y las precarias condiciones de vida de la clase trabajadora. Siendo muy joven se afilió a las Juventudes Libertarias como agente cívico, daba charlas a los trabajadores e intervenía en mítines.
Tras el golpe contra la República en 1936, se marchó de Lanjarón alcanzando zona Republicana, Motril y Albacete. Empezó como soldado, sargento y finalmente, en Marzo de 1938, lo nombraron teniente y fue destinado a Tobarra. En ese tiempo se casó con Encarna Martínez por lo civil. Al finalizar la guerra estaba herido, pasó por un campo de concentración, y después por la prisión de Murcia. En octubre de 1939, nació su hijo José, al que nunca conoció. Meses después murió su suegro, y su esposa Encarna se trasladó a Lanjarón, donde fue acogida por la familia de Agustín. En esas fechas, Noviembre de 1940, le trasladaron a la cárcel Provincial de Granada. Su madre iba andando a visitarle a la prisión, intentando desesperadamente aportar testigos a su favor, algún testimonio que le ayudara. Cometió el error de pedir ayuda al párroco de Lanjarón, Antonio Barea, quien no tuvo compasión, endureciendo la acusación con un resultado contrario del esperado. Le relacionó con unos hechos en los que no pudo participar, porque ya no se encontraba en el municipio. Esa declaración, que Agustín esperaba favorable, determinó su triste destino.
Agustín fue condenado a muerte en farsa judicial en Diciembre de 1942, y fue asesinado el 22 de Mayo de 1943 en las tapias del cementerio de Granada. Ese mismo día también fueron ejecutados otras 8 personas, 7 hombres de entre 21 y 36 años, y una mujer de 18, según se recoge en el libro ‘Jaque a la República’ de Maribel Brenes y Rafael Gil Bracero. El nombre de Agustín López Álvarez figura en el Memorial a las Víctimas del Franquismo levantado junto a las tapias del cementerio de Granada. Tenía 28 años.
Su hermano Rafael había nacido en 1922 en Órgiva, era el 5º de los 6 hermanos. La vida de Rafael transcurrió llena de privaciones, trabajando desde muy temprana edad. Con 14 años al inicio de la guerra, despidió a su hermano Agustín, que se sumó a la defensa de la República. Todavía viviría un trago peor, en 1938, Francisco, otro hermano, fue obligado a incorporarse al ejército nazional en la famosa quinta del biberón falleciendo meses después, sus restos están en Cuelgamuros. Mientras Rafael hacía el servicio militar, fusilaron a su hermano Agustín, y al terminar la “mili” Rafael regresó a Lanjarón donde trabajó de jornalero y albañil, y pronto entró en contacto con la guerrilla haciendo de enlace. Se integro en la guerrilla en Junio de 1947. Hacía «escapadas» para ver a su familia y a su novia y fue en una de esas visitas cuando llegó su trágico final.
La casa estaba rodeada de guardias civiles. Le aseguraron que no le pasaría «nada» si se entregaba, tras hacerlo lo mataron de varios disparos por la espalda y lo arrojaron a una fosa. Sus hermanas Araceli y Elvira fueron encarceladas durante 10 meses, y también la familia de su novia. Su sobrina Carmen Contero ha explicado que en 1980 pudieron recuperar sus restos para darle una digna sepultura en el cementerio de Lanjarón. Presentaba 2 orificios de bala en la nuca. En su lápida figura la siguiente inscripción: «Asesinado vilmente. Tu familia no te olvida».
Carmen Contero ha incluido el caso de sus tíos Agustín y Rafael en la ‘Querella argentina’, en la que familiares de víctimas del franquismo buscan en aquel país justicia frente a los crímenes que acabaron con sus vidas. «Mientras esté viva, seguiré. Mi familia sufrió mucho. Mi abuela y mi madre tuvieron una vida muy triste», resume. Su sobrina guarda la memoria familiar y, desde hace años, investiga y reúne documentación con la ayuda de memorialistas, como Maribel Brenes, o José María Azuaga. Ella ha sido una de las denunciantes que ha logrado declarar, a petición de la jueza argentina María Servini, vía exhorto a los tribunales españoles, ante un juzgado, en 2016 en Rubí.
La historiadora y memorialista Maribel Brenes explica que el caso de Lanjarón, y la cruda realidad de esta familia, es un reflejo de lo que estaba sucediendo en ese momento en toda España. Una represión durísima contra quien había tenido militancia política o sindical y también la existencia de «un caciquismo que no perdona» y que se aprovechó de las circunstancias para acabar con quien había luchado por derechos. Cita también como muchas mujeres, «concienciadas en sus derechos», se habían sumado a sindicatos y acabaron represaliadas, sus bienes incautados, y ellas asesinadas mediante bando de guerra, por el mero hecho de que «rompían estereotipos» y eran unas mujeres «que podían ser del siglo XXI», instruidas, independientes y con trabajo.
Fosas y más fosas:
-Las fosas comunes de La Soledad revelan la dimensión de la represión criminal franquista en Huelva.
Se avanza en la exhumación de víctimas de la represión franquista fusiladas y arrojadas a las fosas comunes de La Soledad. Decenas de familiares se acercan al cementerio para aportar datos y pruebas y ver el esfuerzo de los investigadores. La Soledad acogerá un gran memorial que recordará con nombres y apellidos a las víctimas.
El día 29 de julio de 1936 el capitán golpista Gumersindo Varela comunicó a la Sevilla de Queipo de Llano la ocupación de la capital onubense. Seguidamente quedaba declarado el Estado de Guerra en toda la provincia, prohibido el intento de huelga y se ordenaba la desaparición de todos los emblemas y letreros considerados marxistas. Y de paso se daba luz verde a pasar por las armas a todos los contraventores (los que desobedecieran la orden militar) sin previo juicio.
65 días después del 18 de julio de 1936 los franquistas daban por conquistado hasta el último pueblo onubense.
Comenzaba entonces la gran represión que dejó más de 120 fosas comunes repletas de cadáveres, de hombres y mujeres, repartidas por todos los pueblos que jalonaban la geografía provincial.
Una de esas fosas, la más enorme junto a las de la Cuenca Minera, se iba a ir llenando de fusilados, de represaliados desde lo que se conoce como los meses del terror caliente, del verano del 36 en adelante, hasta los posteriores años en aplicación de consejos de guerra sumarísimos sin garantía alguna para los detenidos o los republicanos que volvieron a sus casas y pueblos y se entregaron a los golpistas tras sus falsas promesas de respetarles la vida.
Era la gran fosa común (varias) del recién inaugurado cementerio de La Soledad de Huelva capital. Ubicado entonces lejos del casco urbano, hoy junto a La Orden, fue el lugar elegido por los franquistas y toda su cohorte de colaboradores militares y civiles para enterrar a gran parte de las miles de víctimas causadas en Huelva.
Más de 1.240 cadáveres de represaliados, de los más de 6.500 contabilizados en toda la provincia, yacen aun hoy en La Soledad, tapados por enormes praderas verdes de césped de entre 60 metros de largo por 15 de ancho y repartidos por casi todos los sectores del camposanto de la capital.
Estos días y hasta finales de agosto en primera instancia, un equipo multidisciplinar de la Universidad de Granada (UGR), encabezados por los científicos e investigadores Francisco Carrión y Daniel Quiroga junto a la empresa TCA Cartografía y Geomática adjudicataria del proyecto, ha comenzado a arrojar luz, poner nombres y rostros y a intentar identificar incluso por técnicas de laboratorio por ADN a cada una de estas personas fusiladas y arrojadas, amontonadas, a las fosas comunes, y también a las que fueron fusiladas tras consejo de guerra sumarísimo y pasados por las armas en el muro del Parque Moret y el muro de La Soledad que separa la zona del cementerio inglés. Muchos procedentes de la prisión provincial y otros de los campos de concentración de prisioneros instalados en San Juan del Puerto, Peguerillas, Puerto Pesquero de Huelva y la Isla Saltés.
–https://www.diariodehuelva.es/articulo/area-metropolitana/fosa/20240731132623318965.html
-Prosiguen los trabajos de exhumación e identificación de los represaliados de la Guerra Civil en Gandia.
Se trata de la realización de estudios de laboratorio de la tercera campaña de localización de los restos. Con ello, se espera identificar a más de 20 personas asesinadas por el franquismo.
En octubre de 2023 se taparon las fosas del cementerio de Gandia a la espera de recibir una ayuda económica que permitiera continuar con la exhumación de represaliados de la guerra. La Asociación de Víctimas del Franquismo de Gandia, esperaban la subvención en enero, pero es ahora cuando la Diputación de Valencia destinará los 46.600 euros que permitirán proseguir los trabajos de exhumación e identificación de los represaliados a través del adn.
-Localizan los restos de tres represaliados de la Guerra Civil en Páramo del Sil, Ponferrada.
El colectivo Sputnik Labrego acota una fosa común en el Alto de las Encinas tal y como apuntaban algunos testimonios de la zona.
Se cree que fueron enterradas de forma clandestina cinco represaliados en octubre de 1937.
Los trabajos comenzaron el pasado 29 de julio con el objetivo de localizar, inicialmente, al maestro de Matarrosa en aquel momento, Rafael Mendaña García, de 34 años y a un vecino de Almázcara, Baldomero Álvarez Courel, de 37 años con una acta de defunción registrada en Congosto donde en las causas de la muerte figura una explicación que servía para justificar más de una ejecución; «lucha contra el marxismo»; los únicos de los que existen más datos.
La suela de un zapato puso en la pista a los arqueólogos que han procedido a excavar la zona para localizar los restos de la primera víctima mientras se ha determinado también la presencia por la aparición de objetos y restos óseos de otros dos represaliados asesinados.