Estados Unidos: Así expolia y masacra.
Agenda
Guatemala – 1954
Un golpe de estado mediante una intervención armada extranjera
-y II-
Viene del domingo 18 de agosto.
… /… En mayo de 1954, los EEUU rompieron relaciones diplomáticas con el gobierno de Arbenz, alegando sus “tendencias comunistas”. Eisenhower aprobó el plan de intervención y se aceleraron los preparativos. El 18 de junio, 150 mercenarios de Castillo Armas irrumpieron en el territorio de Guatemala. Pero por los medios de propaganda se afirmaba que eran 5.000 hombres, exhortando a la población a sabotear y minar las medidas tomadas por el gobierno en su defensa.
Desde la emisora de radio montada por la CIA, La voz de la liberación, no cesaban de difundir mentiras de todo tipo. Cuando Arbenz tomó la decisión de distribuir armas entre las milicias populares, desde la emisora se afirmaba que Arbenz se proponía liquidar el ejército y sustituirlo por una guardia civil proletaria.
Ante la posibilidad de una guerra en la que Honduras, aliada con Nicaragua y los Estados Unidos, invadieran Guatemala, Arbenz ordenó al jefe de las fuerzas armadas que proporcionara armas a las milicias de trabajadores y campesinos. Pero tal orden no se cumplió. La traición de las fuerzas armadas guatemaltecas frente a la invasión se había consumado.
Tras una semana, la ofensiva del “ejército de liberación” se había agotado sin recibir amplio apoyo de la población. En ese momento los gobernantes estadounidenses se aprestaron a dar toda la ayuda política y diplomática que necesitaran los contrarrevolucionarios guatemaltecos y en el Congreso de los EEUU se hicieron llamamientos a intervenir directamente y brindar ayuda militar a Castillo Armas.
Aviones de los EEUU bombardearon las ciudades pilotados por aviadores norteamericanos. Posteriormente, un agente de la CIA reconoció el papel decisivo de estos bombardeos en el desarrollo de las acciones bélicas.
El representante de Guatemala en la ONU, días después de la invasión declaró sin tapujos que la intervención había sido organizada por los monopolios norteamericanos, que los mercenarios de Castillo Armas, pertrechados de armas norteamericanas, recibían ayuda de los gobiernos de Honduras y Nicaragua,y reclamó que fueran tomadas medidas para poner fin a la agresión. El Consejo de Seguridad aprobó una resolución llamando a suspender las acciones armadas. Pero los bombardeos no cesaron y las bandas mercenarias continuaron sus acciones en el país. A despecho de la proposición soviética de debatir el problema guatemalteco, la mayoría de sus miembros, presionados por los EEUU, votó contra toda discusión.
La actitud antipopular y contrarrevolucionaria de la cúspide militar guatemalteca se reveló con fuerza especial cuando comenzó la intervención. El mando militar demoraba premeditadamente las medidas de defensa y no emprendía pasos decisivos para rechazar a las bandas mercenarias hasta que obligó a dimitir a Arbenz, entregando el poder a una junta militar que velara por los intereses de los EEUU. Esta dimisión provocó incertidumbre y desconcierto en las filas democráticas y revolucionarias, acelerando la victoria de la contrarrevolución.
Castillo Armas, desde El Salvador, llegó “triunfalmente” a la capital guatemalteca en el avión del embajador norteamericano. La junta le dio su voto y el favorito de la CIA fue “elegido” presidente de Guatemala. El régimen de Castillo Armas disolvió todos los partidos políticos y los sindicatos, reprimió cruentamente a sus afiliados y fusiló a numerosos comunistas.
El Partido Guatemalteco del Trabajo quedó fuera de la ley y miles de guatemaltecos cayeron víctimas del terror desatado por la contrarrevolución. La junta reaccionaria derogó la ley de la reforma agraria, devolviendo las tierras a la United Fruit y a los latifundistas locales. Así mismo fueron liquidadas las conquistas sociales de los trabajadores.