Muro de solidaridad y denuncias:
Cárceles = mataderos:
-Se suicida un preso de Mas d’Enric que debía quedar en libertad en octubre.
Un preso del Centro Penitenciario Mas d’Enric, en el Catllar (Tarragona), se suicidó el 7 de septiembre.
Se trata de un preso (no dan más datos) que tenía prevista su salida de prisión en octubre y que “no había dado indicios de poder actuar así”, según la prisión.
-Y alguna basura humana.
Hallan muerto en la prisión de Córdoba a un proxeneta de una organización criminal.
Christian Sandulache, condenado en 2019 a 55 años de cárcel por proxenetismo en Asturias, fue hallado colgado en el módulo de aislamiento de la cárcel andaluza el 6 de septiembre.
Christian Ali Sandulache y su hermano Sebastian, ejercieron el proxenetismo desde Oviedo al frente de una organización criminal rumana que llegó a estar formada por una decena de personas. Se dedicaban a someter a un régimen brutal a mujeres captadas en las zonas más pobres de Rumanía, a las que tras engaños se les obligaba a prostituirse ya en España. Una vez que las mujeres llegaban, junto a los integrantes de la organización, éstos las obligaban «con violencia física y psíquica» a ejercer actividades de alterne y prostitución en distintos locales, durante los años 2011, 2012 y 2013, en clubs de alterne y prostitución. Les exigían a cada una 200 euros por día, logrando cada año ganancias de varios centenares de miles de euros.
Se le condenó por delitos de trata de seres humanos en concurso con una decena de delitos de prostitución coactiva, otro contra los derechos de los trabajadores y blanqueo de capitales.
Se le trasladó de la cárcel de Asturias a Córdoba tras protagonizar numerosos enfrentamientos con otros presos.
La familia de Sandulache ha solicitado una investigación sobre las circunstancias de su muerte.
Represión y teatro:
-La historia de la joven que perdió un ojo por una bala de ‘foam’ en las protestas de apoyo a Pablo Hasél llega al teatro.
Nace en el seno de una nueva compañía, Hijas de Maritornes, de la mano de dos reconocidos profesionales, la directora Rakel Camacho y el actor Jorge Kent.
Hace ya más de tres años, el 16 de febrero de 2021 una mujer de 19 años perdía un ojo. Un proyectil de foam, balas de goma utilizadas por los Mossos d’Esquadra, mutiló a esta joven cerca de la comisaría de Balmes (Barcelona), donde se manifestaba en contra de la entrada en prisión del cantante Pablo Hasél condenado ese mismo mes de febrero a la pena de nueve meses y un día de prisión a la que le sentenció el Tribunal Supremo en mayo de 2020 por ‘enaltecimiento del terrorismo’ e ‘injurias contra la Corona y las instituciones del Estado’. Después se sumarían otras condenas.
En aquel momento, España salía de una dura pandemia, el activismo reaccionaba tras un 15M que iba quedando lejos y lo hacía en las mismas calles que en 2014 presenciaron la Diada de mayor convocatoria de la historia y que cinco años más tarde, en 2019, alojaron las convulsas protestas que dejaron a este país sobrecogido. Hay momentos de la historia donde parece que todo el pasado que nos conforma, reciente y menos reciente, converge.
Ese martes de febrero de 2021, a las ocho y media pasadas, cuando ese proyectil salió a más de 300 kilómetros con el peor de los destinos, bien podría ser uno de ellos. Ese es el momento que recoge el texto de Antonio Morcillo López, Azul (breve epopeya de un ojo entre la vida y la muerte, y que la compañía Hijas de Maritornes ha elegido montar. Un texto donde realidad, sueño y poesía se entremezclan. El ojo, de ese azul cuarzo de “días despejados y extremadamente fríos” será el personaje que sobrevuele y consiga fijar ese momento de la historia reciente de España para mirar y auscultar quiénes éramos, qué queríamos, qué odiábamos y a qué teníamos miedo en esa noche de febrero.
Azul propone partir de una situación teatral. Dos amigas de la joven mutilada, Maica y Carlota, esperan en una sala de espera mientras la operan. Lloran e insultan, culpan y se culpan. Pero en escena también aparecerán el exnovio antidisturbios de Carlota, la propia pelota de goma harta de “limpiar la mierda de los otros”, el funcionario del régimen nazi responsable del exterminio de los judíos Adolf Eichmann o la propia Audiencia Nacional que conversan y se quejan de que nadie les comprenda.
La obra que se presentó en la Cuarta Pared (del 12 al 21 de septiembre) no cubrirá las expectativas de quienes vayan a refrendar una injusticia, a reafirmar en escena lo que ya piensan. La apuesta es otra. “He huido de la pancarta todo lo posible”, cuenta Rakel Camacho, “la propuesta del autor va por otro lado, que es la que me interesa, política, sí, pero con un plano poético que da profundidad y abre” (…)
El final de la obra es encendidamente poético y abierto. Casualmente fue escrito poco antes de la sentencia de un juzgado de Barcelona que exculpaba de cualquier responsabilidad a los Mossos d’Esquadra y en la que además el juez afirmaba que la joven debía “cargar con las consecuencias” de haber acudido a unos disturbios y haberse “autopuesto en peligro”. La compañía y el autor no han tocado el final tras la sentencia. Aun así, ese momento de esa noche del 16 de febrero de 2021 rescatado y fijado por la obra, ese momento donde convergían tantas cosas de esta sociedad contemporánea, ya no es el mismo desde la sentencia. Nada lo es, ni ir a manifestarse, ni esta obra llamada Azul, ni tan siquiera ir al teatro.
Nazismo impune:
-La fiscalía pedía 12 años para un nazi y los jueces lo condenaron a la mínima de 1 y medio, y no cierra la página web de su librería e editorial.
Lo absuelve del delito de asociación ilícita.
La Audiencia de Barcelona ha condenado a Pedro Varela, dueño de la Librería nazi ‘Europa’ (cerrada cautelarmente por esta causa), a un año y medio de prisión, una pena muy inferior a los 12 años que solicitaron las acusaciones y multa de 7 meses, a razón de 15 euros diarios, por un delito de negación, trivialización grave o enaltecimiento de crímenes contra la humanidad.
Un investigador de la unidad de información de los Mossos d’Esquadra había descrito la Librería Europa como el “denominador común” de la extrema derecha durante el juicio a Pedro Varela y cuatro acusados más de difundir discurso de odio con los libros nazis que editaban, vendían y presentaban en el local.
Zelenski tragón:
-Pegatinas en los cajeros automáticos de varias localidades.
La boca de Zelenski encaja en donde se mete la tarjeta bancaria.
“¡Estoy comiendo tus impuestos!” “I’m eating yours taxes!”.