Libros imprescindibles:
-La lucha de clases
Jack London
Prefacio
… Lejos estoy de negar que el socialismo es una amenaza. Su propósito es extirpar, desde las ramas hasta las raíces, todas las instituciones capitalistas de la sociedad actual. Es claramente revolucionario y por su alcance y profundidad mucho más tremendo que cualquier revolución que se haya dado nunca en la historia. Presenta ante el mundo atónito un nuevo espectáculo, el de un movimiento revolucionario organizado, internacional. Para la mente burguesa la lucha de clases es algo terrible y odioso; sin embargo precisamente eso es el socialismo, una lucha de clases de alcance mundial entre los obreros desposeídos y los propietarios, los patrones. La primera afirmación del socialismo es que la lucha es lucha de clases. La clase obrera, en el proceso de la evolución social, por la misma naturaleza de las cosas, está destinada a levantarse contra el poder de la clase capitalista y a aplastarlo. Esa es la amenaza del socialismo, y al afirmarla y declararme adherente, acepto mi consecuente irrespetabilidad.
Con todo, para la mente burguesa común, el socialismo es meramente una amenaza vaga e indefinida. El integrante común de la clase capitalista, cuando analiza al socialismo se condena como ignorante por su propia boca. No conoce las obras socialistas, su filosofía ni su política. Sacude la cabeza sabiamente y hace sonar los huesos secos de ideas muertas y sepultadas. Sus labios murmuran modosamente frases tales como:
«Los hombres no han nacido iguales y nunca lo serán”; «es utópico e imposible”; “la abstinencia debe ser recompensada”; «los hombres tendrían primero que nacer de nuevo”; «las colonias cooperativas siempre han fracasado”; y «¿Qué pasaría si nosotros repartimos nuestros bienes? En diez años habría nuevamente ricos y pobres, tal como pasa hoy”.
En verdad es tiempo que los capitalistas sepan algo acerca de este socialismo que sienten que los amenaza. El autor espera que los ensayos socialistas de este volumen puedan, en alguna medida, esclarecer unas pocas mentes capitalistas. El capitalista debe aprender, de una vez y para siempre, que él socialismo se basa no en la igualdad de los hombres, sino en su desigualdad. Debe aprender que no es necesario ningún nuevo nacimiento a la pureza espiritual antes que el socialismo se haga posible. Debe aprender además que el socialismo trata con lo que es, no con lo que debe ser; que el material con el cual trabaja es «la greda del camino corriente”, el ser humano ardiente, falible y débil, sórdido y mezquino, absurdo y contradictorio, inclusive grotesco, y no obstante también traspasado de relámpagos y destellos de algo más puro y elevado, con brotes de voluntad de servicio y desprendimiento, renunciamiento y sacrificio, con una conciencia firme y terrible, a veces fogosamente imperiosa, que exige lo justo, ni más ni menos que lo justo…
Jack London
Oakland, California, 12 de enero de 1905.
132 páginas.
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