Estados Unidos: Así expolia y masacra
Agenda
Indonesia – 1965
El mayor exterminio de comunistas
-y IV-
Viene del domingo 29 de septiembre.
… /… Pero no fue la norma. Los islamistas fueron reemplazados por las tropas de contrainsurgencia, grupos de paramilitares y fuerzas especiales militares que, con método y más sibilinamente, se dedicaron a detener y asesinar a mansalva, extendiendo el terror anticomunista hasta el último rincón. Las detenciones se hacían de noche para hacer desaparecer a los detenidos bajo el anonimato o bien encerrarlos en campos de concentración. En esta orgía de salvajismo, sobre los cuerpos de los comunistas capturados y sus familiares, con navajas tatuaron martillos, hoces y estrellas de cinco puntas; les cortaron los genitales; abrieron sus estómagos; los empalaron en estacas; los decapitaron y sus cabezas fueron puestas en empalizadas alrededor del pueblo. La masacre en la isla de Bali fue probablemente la peor de toda Indonesia. En total, al menos un 5 por ciento de la población de Bali murió asesinada: ochenta mil personas, probablemente la de mayor proporción de todo el país.
Esta era una nueva característica de la represión violenta y masiva. Se prefería que la gente no fuera asesinada en las calles. Se les detenía y luego desaparecían en mitad de la noche. Las familias a menudo no tenían idea de si sus seres queridos seguían vivos, lo que las paralizaba todavía más de pavor. Si protestaban o se rebelaban, ¿podría costarles la vida a sus seres queridos que estaban presos? ¿Podían detenerlos a ellos también? Se cree que esta fue la primera ocasión en la que se utilizaron, de manera planificada, las «desapariciones» forzosas masivas. Se estima que fueron un millón el total de personas asesinadas; otro millón permaneció en campos de concentración, simplemente por sus ideas políticas.
Los responsables estadounidenses dejaron claro que las inversiones regresarían si el PCI era destruido, Sukarno era depuesto y se detenían las limitaciones a sus inversiones. Su ayuda estaba también condicionada a aceptar los planes económicos aprobados por el FMI. Se prohibió oficialmente lo que quedaba del Partido Comunista y Sukarno fue obligado a ceder el poder ejecutivo a Suharto. Días después de la transferencia de poder, las empresas estadounidenses empezaron a explotar las oportunidades de negocio más apetitosas. Rápidamente una empresa minera estadounidense, en las selvas de la isla Nueva Guinea Occidental, comenzó la explotación de una montaña rica en minerales valiosos, especialmente una mina de oro, la más grande del planeta.
Los imperialistas yanquis, que habían estado desde el principio detrás de la preparación de esta masacre, se felicitaron por la eficiente labor contrarrevolucionaria que los reaccionarios militares indonesios supieron realizar, asesorados y formados en sus escuelas de anticomunismo y contrainsurgencia. El llamado “Método Yakarta”, que en los aparatos dedicados a estos “trabajos” es empleado como un sinónimo, cuando los militares locales son empleados, con licencia para hacer lo que sea necesario, a fin de evitar, donde sea posible, la participación militar directa de los defensores de la humanidad, en estas criminales y “sucias” tareas.
Todavía en 1996, se decretaron condenas a muerte por los sucesos de 1965, porque desde entonces, en este país se ha mantenido vivo el terror anticomunista, se mantiene celosamente oculta esta masacre, prácticamente desconocida para la mayoría, con la complicidad de sus mentores norteamericanos y toda la llamada comunidad internacional. Silencio, de esto no se habla porque no ha existido.
En 1998, estalló la crisis financiera asiática. Manifestaciones populares masivas, porque las condiciones de vida no cesaban de empeorar, llevaron a la sustitución de la dictadura militar por un gobierno de parlamentarios civiles. Se declaró una amnistía general de presos que habían estado en el corredor de la muerte, cumpliendo más de treinta años en prisiones y campos de concentración.
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Desde principios de siglo, un grupo de comunistas está intentando la reconstrucción del Partido Comunista, pese a que sigue siendo ilegal y reprimido.