Estados Unidos: Así expolia y masacra.
Agenda.
Libia 1969 – 2011
Cómo destruir un País para robar sus riquezas.
En 1969, oficiales del Ejército derrocaron a la monarquía libia. Muamar el Gadafi fue uno de esos oficiales influenciados por el egipcio Nasser, que se oponían al neo-colonialismo y proponían la unidad del mundo árabe. El nuevo régimen nacionalizó el petróleo, modernizó las infraestructuras, mejoró la educación, la salud, la posición de la mujer, etc. El Estado libio, que poseía las mayores reservas de petróleo de toda África y de grandes reservas de gas natural, en 2010 había alcanzado un gran desarrollo económico y social; el acceso a la escuela primaria y secundaria era universal y más de un 40% de personas accedían a estudios universitarios.
Gadafi, por su posición nacionalista y antiimperialista, buscó la unidad africana y apoyó a los movimientos de liberación. Las inversiones libias en África fueron una constante para el futuro proyecto de la Unión Africana que él promovía. Pretendía crear tres organismos financieros (Fondo Monetario Africano, Banco Central Africano, Banco Africano de Inversiones) que debían crear a su vez un mercado común y una moneda única para las naciones de África. En 2011 se celebró la cumbre de la Unión Africana dando luz verde a la creación del Fondo Monetario Africano.
Los países imperialistas, encabezados por los EEUU, decidieron poner fin a este ejemplo de resistencia a sus intereses. Grupos tribales y grupos islamistas hostiles al gobierno libio, recibieron financiación y armas. Fuerzas mercenarias de diferentes países fueron infiltradas en Libia para provocar enfrentamientos armados. A inicios de 2011, explotando las desigualdades, las divisiones y rencillas históricas de las tribus, se alentaron manifestaciones de protesta y provocaciones armadas, al modo de las revueltas de las “primaveras árabes”. La legítima respuesta del gobierno libio frente a los planes golpistas, fue presentada como una “masacre” contra su propia población. Con la excusa de evitar “ataques generalizados y sistemáticos contra la población civil” se produjo la intervención, liderada por Francia y por Estados Unidos, provocando treinta veces más muertes de esos civiles que decían proteger del régimen libio.
Los bombardeos comenzaron en marzo de 2011. Fue creado el Consejo Nacional de Transición (CNT), una amalgama de fuerzas seculares e islamistas que rápidamente fue reconocida por Francia, Estados Unidos, Inglaterra y de algunos miembros de la Liga Árabe; la OTAN se constituyó, de hecho, en el brazo armado aéreo de los rebeldes. Se enviaron asesores militares o fuerzas especiales al terreno, con el fin de armar, entrenar, organizar la logística, planificar y dirigir a los rebeldes. Fue sobre todo Francia quien mayor presión ejerció para formar la coalición contra Gadafi. El entonces presidente de Francia, Sarkozy, decidió transformar a Gadafi, de “socio”, en “canalla”. Francia buscaba acceder al petróleo de Libia y garantizar la influencia francesa en esa región.
Tras ocho meses de batallas y gracias al apoyo aéreo y de todo tipo de la OTAN, los rebeldes golpistas derrotaron a las tropas leales al régimen y asesinaron a Gadafi en octubre de 2011. Sin embargo, una vez tomado el poder, esas brigadas y milicias (más de 500) han sumido a Libia en una guerra civil permanente entre tribus y facciones rivales. La unidad del país y las más avanzadas instituciones estatales existentes en toda África han sido destruidas, dejando a la población sin las asistencias sociales más básicas. Hoy en día, los ingresos de las exportaciones de hidrocarburos van a manos de los grupos que se disputan el poder y de unas cuantas transnacionales extranjeras, mientras que la población libia trata de sobrevivir en medio de una situación caótica caracterizada por constantes enfrentamientos armados. Hoy Libia se ha convertido en la principal vía de tránsito, ampliamente explotada por traficantes de personas, de un caótico flujo migratorio hacia Europa, que ya ha dejado más víctimas que la guerra civil.
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