Memoria histórica imprescindible:
-Extremadura, tierra de Esperanto, 1924-1936.
Entre 1924 y 1936 se crearon diversas sociedades esperantistas en Extremadura, precursoras de las Escuelas de Idiomas de hoy día, que llegaron a contar con más de 500 alumnos por año y clases de cinco horas diarias.
En 1929 se distribuían en España más de 70 revistas en esperanto. Algunas eran de carácter religioso, como la “Espero Katolika” y “Katolika Mondo”, “Kristana Revuo”, protestante, “Espero Teozofia”, teosófica, “La Ora Epoko”, “La Nova Tago”, las de carácter científico, como la “Internacia Medicina Revuo”, “Bulteno de Internacia”, “Asocio Esperantista” e “Internacia Pedagogia Revuo”, otras para exploradores, como “Skolta Heroldo”, e incluso realizadas en braille, la lectoescritura táctil para personas ciegas, “Esperanta Ligilo”.
En la guerra contra el fascismo, se editó “Popolo Fronto”…
–https://serhistorico.net/2024/10/18/extremadura-tierra-de-esperanto-1924-1936/
-Fosas y más fosas.
*Identificados en Cáceres los restos de siete fusilados por el franquismo.
Se presentan los resultados de las pruebas de ADN practicadas a los cuerpos de la mina ‘Terría’ de Valencia de Alcántara, a la que fueron arrojados medio centenar de hombres tras ser fusilados durante la Guerra Civil.
A más de 20 metros de profundidad, en el interior de un pozo sellado y ubicado en una antigua mina de Valencia de Alcántara (Cáceres), han sido hallados e identificados los restos óseos de siete fusilados durante la Guerra Civil, entre ellos los de Diego Vital Díaz, padre del conductor de ‘El 47’, el autobús de Torre Baró y cuya historia se ha llevado al cine.
Diego Vital Díaz, Amado Viera Amores -entonces alcalde de Valencia de Alcántara-, Eugenio Díaz Borja, Juan Pirón Machado, Francisco Refolio Gómez, Antonio Tejela Fragoso y Julio Tomás Alfonso Pintor fueron fusilados en 1936 y sus cuerpos sin vida fueron arrojados a un pozo anegado de agua. Posteriormente, se arrojó cal y tierra. Con el paso del tiempo, el pozo fue utilizado para tirar animales muertos y escombros y en 1988 la mina, conocida como ‘Terría’, fue cerrada definitivamente con un forjado de vigas de hormigón y hormigón armado.
El proceso de recuperación se inició en noviembre de 2017 con la intención de hallar los cuerpos de 37 represaliados con nombre y apellidos, a través de documentos oficiales, pero el arduo trabajo de identificación arrojó finalmente un número mayor: 49 personas.
De estas 49 personas asesinadas, todos hombres, hay 12 que siguen sin nombre y apellidos. Tras la exhumación se ha conseguido obtener el perfil genético de 40 de los cuerpos, pues las malas condiciones de conservación de los restos han provocado “que algunos de ellos perdieran por completo su carga de ADN”.
“Cuando llegamos a los cuerpos, los restos estaban mezclados formando un gran mosaico y lo primero que hicimos fue documentar exhaustivamente ese osario”,
El análisis de ese mosaico de restos se acometió “hueso a hueso”. Se tomaron muestras de la representación esquelética, lo que permitió saber qué huesos pertenecía a cada persona. Posteriormente, un laboratorio intentó secuenciar el ADN a partir de 49 fémures, pero sólo se obtuvo un resultado positivo de 40.
De los 37 fusilados con nombre y apellidos se pudo obtener la muestra genética de 11 casos, “lo que permitió tirar del ‘hilo genealógico’ para concluir con la identificación genética de siete de las víctimas”.
Conchita Viera, que acaba de cumplir 91 años y que se quedó sin padre cuando solo tenía tres años. Ante los medios ha mostrado su “satisfacción” por cerrar “un episodio negro” de su vida y de la historia. Su madre, según ha relatado, impuso “la ley del silencio en casa, igual que el gobierno franquista”, pero “nos contaban que en casa se presentaron un policía y dos falangistas para llevarse a mi padre”. “Le mataron y le arrojaron a la mina Terría. Después, nos desahuciaron de nuestra propia casa”, ha recordado Conchita, símbolo de la memoria histórica en Extremadura.
*Ribadeo entrega a las familias los restos de dos fusilados en el 36.
La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica entregó los restos de Manuel Mon Miranda y de Justo Fernández Suárez en un acto que tuvo lugar en ese concello de Lugo.
Los restos, en un ataúd, con la cruz de los Carabineros en memoria de Manuel Mon, entraron en el salón de actos con música solemne y el himno gallego.
«Despois do traballo dos investigadores Miguel Freire Sitjas e Xosé Miguel Suárez Fernández, a Asociación para a Recuperación da Memoria Histórica (ARMH) realizou a exhumación dos corpos destas dúas vítimas en xullo de 2023», recordaban desde la asociación.
«Manuel Antonio Mon Miranda, nacido en Luanco (Asturias) pertencía ao Corpo de Carabineiros con destino en Ribadeo. O 23 de xullo de 1936 foi abatido a tiros polas forzas golpista na rúa Tras da Cerca (hoxe Ibáñez). Justo Fernández Suárez, «Galochía», era natural de Vilaronte (Foz). Veciño de Vegadeo. O 23 de xullo de 1936 nun automóbil en compañía de dous veciños e un garda municipal acuden dende Vegadeo para axudar a combater aos golpistas en Ribadeo, foi asasinado coa escusa de empuñar armas contra as forzas militares».
*Navarra: El recuerdo vivo de los asesinados en Monreal.
Las familias homenajean al centenar de muertos en la Fosa de la Tejería en 1936 y reclaman el derribo del Monumento a los Caídos de Pamplona.
Navarra ha rendido homenaje el 19 de octubre a las 106 personas asesinadas y enterradas en la fosa común de la Tejería de Monreal en 1936.
Situado en la carretera que une Urroz con Campanas, en la actual cola del embalse del Canal de Navarra, este espacio de memoria recuerda el asesinato de los vecinos de Aoiz, Aós, Berbinzana, Caparroso, Cáseda, Gallipienzo, Murillo el Cuende, Pamplona, Peralta, San Martín de Unx, Tafalla y Yesa, en “una de las fosas comunes más importantes de Navarra”.
Para no olvidar sus nombres, el acto contó con la lectura, acompañada de una txalaparta, de los nombres y apellidos de las 106 víctimas, que durante el resto del año permanecen grabados en las cuatro tejas de acero que conforman el monumento. En su honor también se bailó un aurresku, antes de la ofrenda floral, y un grupo de zanpantzar recorrió el espacio entre el silencio de las familias y asistentes.
El 17 de septiembre de 1936 fusilaron a cuatro vecinos de Aós (Lónguida). El 18 de septiembre, once vecinos de Aoiz, en su mayoría obreros del tren Irati y socialistas, fueron detenidos por una cuadrilla de requetés y tras pasar por los Escolapios de Pamplona fueron asesinados el día 19 en este lugar. La noche del 21 de octubre fueron asesinadas 65 personas procedentes de la cárcel de Tafalla, “estos hechos se cometieron como represalia tras la muerte en el frente de un oficial requeté”. Fueron asesinadas 27 personas de Tafalla, 15 de Peralta, 12 de Berbinzana, tres de Cáseda, tres de Gallipienzo, dos de Murillo el Cuende, dos de Caparroso y uno de San Martín de Unx.
En el acto tampoco se olvidó una de sus reivindicaciones principales: el derribo del Monumento a los Caídos. El encargado ha sido Josemi Echarte, secretario de la asociación Teileriako Ahaztuak y cuyo abuelo, alcalde de Santacara, fue asesinado el 29 de septiembre de 1936. Su nombre era José María Sanz de Acedo, y sus restos aún no han sido encontrados. Para Echarte, “la mera presencia del Monumento a los Caídos en el espacio público vulnera los derechos y la memoria de las víctimas del franquismo en Navarra”. Es por eso que ha reclamado su derribo como una “necesidad urgente”, ya que “no se trata solo de eliminar un símbolo del franquismo, sino de dar un paso decisivo en el proceso de reparación moral e histórica”.
–https://www.noticiasdenavarra.com/sociedad/2024/10/19/recuerdo-vivo-asesinados-monreal-8826589.html