Muro de solidaridad y denuncias:
Artículos desde prisión:
-Palabrería izquierdista, actos derechistas.
Juan García Martín / Preso político del PCE(r)
Editado en la revista El Otro País n.º 112, nov-dic 2024.
Ha empezado un nuevo curso y muchos nos preguntamos qué fue de las acampadas que se levantaron por todos los campus universitarios de España en solidaridad con el pueblo palestino y en contra del genocidio perpetrado por los sionistas. Lo normal era pensar que, como acabó el curso, todo se disolvió de manera “natural”. Pero este verano pasado (por retrasos derivados del encarcelamiento) nos llegaron dos o tres comunicados que dan una nueva perspectiva a dicha disolución: que hubo toda una labor de zapa dentro del propio movimiento de solidaridad para, en colaboración con la represión policial, hacerlo fracasar.
En el primer comunicado, firmado por COMPLU ELAI y otros organismos de solidaridad con el pueblo palestino y fechado el pasado año 2023, a principios de las movilizaciones, se habla de los “intentos de apropiación de la solidaridad con Palestina” por parte de otras organizaciones entre las que se cita a “Contracorriente”, “Pan y Rosas” y el Sindicato de Estudiantes. Para lograr sus propósitos utilizan maniobras como “crear un clima de sospecha contra la Plataforma”, “convocar asambleas paralelas y no planificadas” donde se aprobaba “la adhesión a su propia huelga” y, en definitiva, como señalan en negrita “una forma de actuar que se basa en el oportunismo y en una estrategia de desgaste” con “tácticas de cooptación, manipulación y tutela”. No se habla de la corriente ideológica que inspira dichas maniobras y forma de actuar bajo apariencia de “ultrademocratismo” y “ultrarrevolucionarismo”, pero a quienes ya llevamos una experiencia revolucionaria a nuestras espaldas, todo esto nos suena mucho a… trosquismo-.
Donde sí se nombra expresamente a “los trosquistas” es en un segundo comunicado sin firma que nos llegó este verano, acabado el curso y las acampadas, y titulado “El PCE pasa información de estudiantes antiimperialistas, antifascistas y de militantes políticos al Ministerio del Interior”. En él se hace un somero balance de las movilizaciones en las universidades madrileñas achacando su disolución a la pinza formada, desde “la derecha”, por la descarada colaboración con la policía de militantes del PCE –los restos del carrillismo– y, por “la izquierda”, de los trosquistas con maniobras similares a las denunciadas por el comunicado de COMPLU ELAI.
Pero ocurrió una cosa curiosa; nos llegó una segunda versión de este comunicado sin firma de donde ha desaparecido toda mención a “los trosquistas”. No sabemos si fue algo intencionado de los propios autores o una interferencia exterior, pero el hecho es que, una vez más, los manejos “izquierdistas” de esta gente quedaron ocultos, volviendo, así, a una “oscuridad” en la que tan bien parece desenvolverse el trosquismo, sobre todo una vez que ha concluido su labor de zapa. Pues bien, como aquí no tenemos pelos en la lengua y nos gusta el riesgo, vamos a intentar hacer un poco de luz que ilumine esos rincones sombríos donde se oculta el trosquismo.
Empecemos por una advertencia: el trosquismo, por más que se presente con el nombre de “comunista” (ahora lo hacen bajo la bandera ecléctica de “anticapitalistas”, pero estamos seguros que no dudarán en volver a la anterior denominación a poco que las ideas comunistas vuelvan a coger fuerza) no forma ni ha formado parte del movimiento comunista; en realidad su esencia es anticomunista y su origen es una especie de derivación “izquierdista” de la socialdemocracia (el menchevismo del que procedía el mismo Trotsky) y que se dedica a combatir el comunismo con las más feas, arteras y camufladas artimañas. Quizá este origen sea lo que explica su tendencia a formar parte del ala izquierda de los modernos Partidos Socialistas, el entrismo que le llaman ellos, que sería como volver al seno materno para chupar algo de poder.
Y una aclaración: Se puede ser trosquista sin haber leído ni una palabra de su promotor, Trotsky; de hecho, esto ocurre hoy frecuentemente hasta tal punto que algunos se sienten “ofendidos” si se les llama así y llegan hasta a “denunciarlos”… para ocultar, precisamente, que ellos tienen su misma forma de pensar y actuar. Por eso, cuando nos referimos al trosquismo lo hacemos frecuentemente sin personalizar, yendo a su esencia: “Palabrería izquierdista, actos derechistas”, y también “oportunismo de izquierdas” para diferenciarlo del revisionismo u “oportunismo de derechas”, aunque al final uno y otro, como ha ocurrido con las acampadas universitarias, acaban confluyendo.
Con lo del “entrismo” empezamos a vislumbrar algunos de los rincones en los que el trosquismo se embosca para mejor continuar con su labor liquidadora. Antes de la llamada Transición, en España había grupos declaradamente trosquistas (Liga Comunista, Acción Comunista, PORE, etc.), pero, en la medida que los demás partidos “comunistas” que formaban parte de la “corriente de izquierda” del PCE se iban disolviendo y diluyendo tras su paso por las urnas, también los trosquistas se fueron difuminando. Pero el trosquismo no desapareció, se adaptó a la nueva situación, entrando en algunos de los pocos partidos que sobrevivieron a la debacle “democrática”, formando en ellos fracciones, lo cual viene a ser otra de sus señas de identidad; dichas fracciones, además de llevar la división, la disgregación y la desmoralización a esos otros partidos, imponían su sello ideológico, caracterizado por su antiestalinismo y antileninismo disfrazados de lucha contra el “dogmatismo”, su afán por conservar su “derecho” a formar grupo aparte al tiempo que intrigan para manejarlo todo desde los puestos de dirección, por su fraseología “intelectualoide” y de “muy enteraos”, su desprecio por los obreros “ignorantes y aburguesados” y por sus propuestas disparatadas que van desde el aventurerismo hasta el reformismo más ramplón.
Mención especial ha sido su labor y presencia en Euskal Herria, donde los trosquistas se afincaron en una parte importante de la dirigencia de partidos y organizaciones “de izquierda” y de la intelectualidad universitaria. No es casual su presencia por décadas en una zona especialmente “caliente” de la Resistencia al régimen y allí han logrado lo que esperaban de ellos sus patrocinadores: haber contribuido de forma decisiva a la desviación, decadencia y posterior desmantelamiento de lo que en su día fue el MLNV.
No carece de fundamento esta afirmación si tenemos en cuenta que los principales dirigentes de ETA desde finales de los 80, sobre todo los de su etapa más militarista, se adscribían al trosquismo; y, consecuentes con su manera de actuar, no fue casual que en cuanto fueron encarcelados renegaran de la lucha armada y optaran por la política más “realista” de centrarse en la participación electoral.
Tampoco ha sido despreciable la labor ideológica del trosquismo en todos estos años, tergiversando y falsificando los principios del marxismo-leninismo desde cátedras y publicaciones.
Bajo la denominación de “pensadores marxistas” (Gil de San Vicente es un ejemplo relevante), han maleducado en política revolucionaria a dos o tres generaciones de jóvenes vascos, presentando su caricatura trosquista del marxismo trufada de chovinismo como el “verdadero comunismo”.
Hoy se ven todavía las consecuencias de esta actividad de tergiversación ideológica en la debilidad del movimiento obrero revolucionario en Euskal Herria y las dificultades que encuentran los comunistas allí para desenredar la maraña creada por esta gente, gente que, por cierto, no ceja en sus esfuerzos por retrasar la necesaria confluencia de los obreros y su vanguardia comunista inventando cada dos por tres y “desde arriba” supuestas organizaciones que se proponen “reorganizar el Partido”; en la práctica, hacen todo lo posible por impedirlo, confundiendo con su palabrería y desviando de su camino a quienes de verdad están por dicha confluencia, sobre todo a los más jóvenes, a los que enredan con toda clase de tareas supuestamente “revolucionarias” pero reformistas en el fondo hasta que acaban por cansarles y hacer que abandonen la lucha o se integren en el sistema. Tal es el caso de lo que vienen haciendo los dirigentes de EHKS y su revista “Arteka”.
La presencia del trosquismo hoy día no se limita a Euskal Herria sino que sigue presente en el movimiento obrero y popular del resto del Estado, hoy, como dijimos, bajo el nombre de “Anticapitalistas”. Los podemos ver en la Universidad, como recogen los comunicados que comentamos, camuflados con los más variopintos y pintorescos nombres, están en la dirigencia del Sindicato de Estudiantes, en la cúpula de los sindicatos “alternativos” e incluso dentro de algunos partidos de corte nacionalista (CUP, Adelante Andalucía…), es decir, allí donde haya jóvenes inquietos a los que embarullar y calentar la cabeza con su “sapiencia” y frustrarles con sus disparates.
Como vemos, tampoco es tan difícil detectar la presencia de estos intrigantes por más trufados de “comunistas y revolucionarios” que se presenten. Cuando en nuestras reuniones y movilizaciones se presentan elementos que lo primero que hacen es exigir su “libertad” para cumplir o no las decisiones de la mayoría, que predican el “ultrademocratismo” hasta que, claro, se aúpan a los puestos de dirección, que ponen por delante su supuesto “antidogmatismo” para atacar el leninismo mientras difunden a manos llenas la basura anticomunista de los “intelectuales” de “la Escuela de Frankfurt” y similares, que nos apabullan con sus análisis “sesudos”, que nos presentan propuestas aventureras condenadas de antemano al fracaso para, después, predicar el posibilismo y el realismo de la lucha institucional; en definitiva, como decían los compañeros del comunicado, cuando por nuestra lucha aparecen quienes practican “el oportunismo y una estrategia de desgaste”, junto con “la manipulación y la tutela”, ¡cuidado!, los trosquistas salen de sus cubiles o bajan de sus despachos para acabar desde dentro con cualquier movimiento reivindicativo o revolucionario. Y, como se viene a decir en el comunicado que comentamos, el oportunismo en todas sus formas debe ser desenmascarado, denunciado y arrojado de nuestras filas.