El fascismo siempre llama dos veces
Andreu García Ribera
Artículo en: El Otro País, n.º 87
Algunos pensaron y difundieron que el fascismo se eliminó definitivamente en Europa con la derrota militar de Hitler y Mussolini. Otros asocian el fascismo exclusivamente a camisas pardas, negras o azules. Evidentemente no fue así, por ejemplo en el Estado español se mantuvo incólume, cambió de aliados en la guerra fría pero pervivió su esencia dictatorial y finalmente se heredó a sí mismo a través de la continuidad institucional que supusieron los Pactos de la Moncloa y la Constitución de 1.978.
En la República Federal Alemana la desnazificación fue tibia e incompleta y miembros de la maquinaría nacionalsocialista se incrustaron en los aparatos militares, policiales y administrativos actuando como grupos de presión latentes y muchos científicos alemanes fueron fichados por el complejo militar industrial norteamericano para alimentar la carrera de armamentos contra la Unión Soviética.
El desarrollo económico en el conjunto de Europa Occidental, posterior a 1945 mantuvo aletargadas las expresiones organizativas y públicas del fascismo. Pero el fascismo es indisociable de la crisis capitalista. En el contexto de la fuerte crisis que ha sacudido el mundo capitalista desde 2008 y la confrontación entre los distintos grupos burgueses en un entorno de beneficios decrecientes, la insultante desigualdad económica y social en el conjunto del planeta, los procesos migratorios de subsistencia, todo ello ha propiciado el ascenso del fascismo en lugares como Alemania, Hungría, Francia, Polonia, Italia etc. y la llegada al gobierno de formaciones abiertamente fascistas en algunos países.
En otros lugares como Ucrania, la U.E y EE.UU han financiado y apoyado un golpe de estado por parte de fuerzas declaradamente nazis que reivindican el papel de las centurias negras que arrasaron el país de 1941 a 1945, también en las Repúblicas Bálticas los gobiernos entregados a la OTAN y su proyecto expansivo exhiben con orgullo su memoria nazi, como en Croacia reivindican a los criminales de la República de Ante Pavelica la par que ocultan el millón de asesinatos de las milicias ustachas al servicio del nacionalsocialismo.
En fin, el fascismo ya no está llamando a la puerta de Europa, ha irrumpido violentamente de nuevo al calor de la galopante crisis industrial, financiera y social, el incremento del paro, el desmantelamiento de lo que se denominó el Estado del Bienestar, el proyecto de la Unión Europea haciendo aguas de lo cual el Brexit es un síntoma más y con el racismo campando a sus anchas sin diques racionales de contención. Este apuntalamiento fascista presenta unos rasgos históricos de validez universal, definidos ya por Dimitrov en el VII Congreso de la Internacional Comunista: “el fascismo es la dictadura terrorista abierta de los sectores más chovinistas y reaccionarios del capital financiero”.
El Estado español presenta rasgos propios en este proceso de fascistización.
Las cunetas siguen llenas de cadáveres sin identificar y el régimen político surgido del baile de máscaras del 78 jamás ha formulado el menor reproche a sus orígenes totalitarios, ni reparación política a las víctimas.
Los herederos de la sublevación fascista cuentan con un imaginario colectivo favorable, formado a través de décadas de propaganda. El anuncio de la exhumación del cadáver de Franco en Cuelgamuros ha servido para desatar la ira de las hordas del fascismo irredento y del fascismo camuflado dentro de los constitucionalistas.
A la crisis económica arrastrada desde 2008 y que ha servido a la burguesía para bajar salarios, condiciones laborales e incrementar la precarización del empleo, se une la crisis institucional provocada por el saqueo de la corrupción, fundamentalmente protagonizada por la máquina de delinquir que es el Partido Popular, pero no sólo este Partido, el conjunto de las instituciones ha quedado malparado por su inoperancia para atajar o prevenir el pillaje programado. No han sido unas cuantas manzanas podridas ha sido el cesto entero, con la monarquía a la cabeza. El que fue rey por la gracia de Franco, jaleado por partidos, sindicatos y medios de comunicación durante casi cuatro décadas se ha revelado sin tapujos como un truhán de los más altos vuelos.
En este marco de descomposición política se ha desencadenado la crisis catalana, larvada desde hace tiempo. El Estado español ha respondido a la legítima demanda sobre el derecho a decidir del pueblo catalán con el arsenal propio de sus orígenes fascistas: instrumentalización del sistema judicial con el Tribunal Supremo, Audiencia Nacional y Constitucional en primera línea de combate, represión policial indiscriminada con el “a por ellos” y las cargas del 1º de octubre como paradigmas, secuestro institucional de la Generalitat de Cataluña, guerra sucia, presos políticos, exilios forzados, montajes policiales y tramas oscuras no aclaradas como la relación entre policía, Guardia Civil y CNI con el Imán de Ripoll y el salvaje atentado de agosto del 17, en vísperas del referéndum de octubre.
Siguiendo estas vicisitudes políticas las bandas fascistas se han revitalizado con ayudas de los aparatos policiales. No es algo nuevo, las bandas fascistas en el tránsito de Franco a Juan Carlos fueron especialmente sanguinarias, protegidas siempre por el aparato policial dirigido por Manuel Fraga y Martín Villa y casi siempre impunes ante una justicia ciega. También el PSOE utilizó el terrorismo paraestatal en la época de José Barrionuevo, Rafael Vera y míster X, Felipe González.
Hoy azuzados por una prensa instalada en la propaganda contra el proceso catalán, la chulería fascista resucita y observamos como con total inmunidad ocupan pueblos, agreden y lesionan ciudadanos con el pretexto de retirar lazos amarillos de la vía pública o como un inspector de policía agrede al periodista Jordi Borras al grito de “Arriba España”, “Viva Franco”. Que se sepa este policía no ha sido apartado, expedientado, ni sancionado y por lo tanto sigue llevando pistola.
Desde foros de la Guardia Civil, se aplaude el atentado contra Nicolás Maduroy 600 militares retirados se han adherido a un manifiesto de ensalzamiento de los crímenes de Franco, deslindando absurdamente el Franco militar del Franco político, dos caras indisolubles de un mismo genocida.
Los medios y los partidos del régimen monárquico se llenan la boca hablando del “problema catalán”, eludiendo la raíz del problema que no es otro como dice Suso del Toro que el «problema español”, el problema del fascismo que anida en un estado en el que no hubo ruptura con el franquismo sino continuidad.