Alientos de lucha
Agenda
Virineia
Lidia Seifúlina
(Rusia 1889 – Moscú 1954)
“Pavel se lanzó febrilmente a la acción. Hacía propaganda en favor del Partido bolchevique. Y formó un grupo bastante numeroso. Entraron en él casi todos los soldados, algunos de ellos hijos de campesinos ricos, y la mayoría gente ocupada en la construcción de la vía. Los campesinos pobres de Akgyrovka se dividieron. Unos seguían a Pavel; otros, a la maestra de la escuela y se inscribieron como socialistas revolucionarios. Quizá incluso fueran éstos más que los bolcheviques. En casa de Kozhemiakin se reunían la gente más acomodada, que tendía hacia el partido de los señores. Se llamaban los demócratas constitucionalistas. Se producían grandes discusiones y, una vez, hasta llegaron a las manos. Delante de la herrería se acometieron socialistas revolucionarios y bolcheviques. Fue una reyerta sorda, a puñetazo limpio. Tres hombres quedaron en tierra, pero ninguno murió. Fue Virineia la que provocó la riña. El hecho de que algunos mujiks se hubieran separado del grupo de Pavel la irritó como si le hubieran ofendido a él personalmente. Toda acalorada se presentó en la escuela cuando algunos estaban reunidos allí y comenzó a avergonzarles alzando la voz con gran vehemencia:
-¿Con quién vais? ¿No estáis hartos de la guerra? Los soldados apenas acaban de volver. ¡Y cuántos inválidos llegan! Ahora han arrojado al zar Nicolás, el primer culpable de la guerra, donde tenían que arrojarlo, vosotros queréis meternos en la misma collera de antes, pero con otra retranca. ¡Se ve que no habéis conocido la miseria! ¿Os pegáis a la tierra? ¿Y quién la trabajará si no acaba la guerra? Los bolcheviques son los únicos que quieren la paz. Y vosotros… ¡hasta el fin victorioso! ¡Buen fin os van a dar! ¡Vosotros mismos estáis buscando la muerte!
Les tocó en lo vivo, por lo que aún se enfurecieron más. Estaban ya acostumbrados a las señoras instruidas que llegaban a explicarles los problemas públicos, pero que una mujer de la aldea, y con un pasado vergonzoso tan reciente viniese a predicarles…
-¡Ah, canalla! ¿Qué entiendes tú de nada?
-Los bolcheviques lo juntan todo. Dicen que hasta las mujeres tendrán en común. ¡Eso es lo que a ti te gusta!
-¡No pierdas el tiempo hablando con ella! ¡Dale una buena lección!
Tres hombres saltaron a golpearla. Ella les plantó cara con un furor inaudito. Con arañazos, a mordiscos. Aunque sangrándole la boca, un ojo tumefacto y los riñones doloridos, logró salir viva y con los huesos sanos. Los hombres, excitados, se fueron hacia la herrería. Allí se produjo la pelea.
Pavel le gritó, se indignó, pero acabó por reír:
-¡Qué oradora! ¡Te han aplaudido bien, pero en la cara! ¡Y todos juntos!”.
Sobre la autora:
Trabajó como maestra en un remoto pueblo de los Urales. Tras la revolución continuó su labor pedagógica con niños abandonados, así como erradicando el analfabetismo entre los soldados del Ejército Rojo y entre las obreras de las fábricas y del campo. Posteriormente se dedicó al periodismo y a dar conferencias. Su novela Virineia, verdadero símbolo de la participación de la mujer en la edificación socialista, tuvo un enorme éxito popular. Retrata la lucha de una jornalera del campo idéntica a millones de las que tan duramente trabajaban en la Unión Soviética en koljoses y sovjoses. Fue tal su éxito que la novela fue llevada al cine, luego se hizo una ópera y una obra de teatro.