Otros 9 asesinados, localizados en fosa del puerto de Pajares, van 21 / Mapa del holocausto, con 32 puntos en Zamora, más de 2.000 ejecutados / «Genuflexión de la primavera», marqueses y falangistas canarios.

Foto. Fosa de Pajares.

Memoria histórica imprescindible:

-Localizadas otras nueve víctimas del franquismo en una fosa del puerto de Pajares.

Los cuerpos corresponderían a presos republicanos que eran trasladados teóricamente a la cárcel leonesa de San Marcos desde el presidio improvisado existente en la localidad de Moreda, pero que fueron asesinados.

La Sociedad de Ciencias Aranzadi ha localizado los cadáveres de nueve personas asesinadas en noviembre de 1937 por las tropas franquistas en una fosa común localizada en el puerto asturiano de Pajares en las proximidades de otro enterramiento en el que ya fueron hallados otros doce cuerpos hace cinco años.

La segunda fase de excavaciones se inició en agosto, en un bosque de abetos a 300 metros del primer yacimiento, y los cuerpos corresponderían a presos republicanos que eran trasladados teóricamente a la cárcel leonesa de San Marcos desde el presidio improvisado existente en la localidad de Moreda, al que nunca llegaron.

Según la directora antropológica de la exhumación, Lourdes Herrati, se calcula que en el vehículo se encontraban 22 o 23 personas cuyo fusilamiento fue presenciado por un joven de 16 años, Celestino García, desde un escondite en una cuadra de una zona de pastos denominada Parasimón, que ahora da nombre también a ambos enterramientos.

De acuerdo con su testimonio, los presos fueron repartidos en dos grupos y, tras su fusilamiento, también pudo observar cómo los falangistas los enterraban en dos fosas y destrozaban los rostros de las víctimas para impedir su identificación, aunque el joven pudo reconocer entre ellos a un vecino de la localidad de Parana, Luis Cienfuegos.

Tras conocer el relato del testigo, los descendientes de Luis Cienfuegos crearon la Asociación de Amigos y Familiares Fosa de Parasimón y pusieron en marcha una búsqueda para encontrar tanto su cuerpo como el del resto de los presos asesinados.

Dado que Cienfuegos es la única víctima reconocida de estos fusilamientos, la Sociedad de Ciencias Aranzadi ha hecho un llamamiento a la ciudadanía para aportar pistas que puedan ayudar a identificar al resto de cuerpos hallados en las dos fosas, que podrían corresponder a vecinos de los municipios de Aller o Lena, donde se ubican las fosas.

Los trabajos en la fosa fueron encargados a la Sociedad de Ciencias Aranzadi, que, en su primera prospección, localizaron los cadáveres de doce personas de entre 20 y 35 años que presentaban lesiones por armas de fuego en el cráneo.

Foto. Trabajos en fosa de Zamora.

-32 puntos marcan el mapa del holocausto en Zamora.

La represión franquista nada más iniciarse la Guerra Civil dejó en la provincia dos millares de víctimas, muchas de las cuales siguen como cadáveres anónimos bajo tierra.

Solo en el cementerio de la capital se contabilizan 875 víctimas del fascismo.

En Toro, se utilizó como centro de detención el Alcázar, con más de doscientos ejecutados. También otros pueblos fueron muy afectados por la represión falangista, como Pozoantiguo, con 65 asesinados.

El Foro de la Memoria ha registrado 1.600 cuerpos inidentificados, aunque considera que puede existir un tercio más pendiente de localización.

Hubo además en la provincia cuatro campos de concentración franquistas, en los que fueron internados los combatientes republicanos capturados en los frentes de combate. Los prisioneros, procedentes mayoritariamente de Cataluña (los zamoranos fueron dispersados por los distintos campos de concentración del territorio español) y entre los que se contaban unidades enteras del Ejército republicano, eran clasificados dentro de una de las siguientes categorías: «fusilamiento, prisión o el destino a campos de estancia más prolongada; la libertad o volver a realizar el servicio militar» dentro del Ejército franquista.

Foto. Falangistas, desfilando.

-Genuflexión de la primavera.

El teléfono negro de la Marquesa sonó como un trueno, Mariquita Marrero, la criada, levantó el auricular con el mismo miedo del primer día, no podía asumir que desde otra parte de la isla del dolor alguien pudiera hablar con su ama, era del Condado de la Vega Grande, parecía el mismo Conde, aquel grande de España, el que llamaba con voz ronca y alcohólica:

-Póngame con su excelencia inmediatamente- dijo con ese tono que solo podía salir de cuerdas vocales acostumbradas al abuso, a la explotación, a la humillación, a la genuflexión, a la persecución de los oprimidos.

La Marquesa bajó presurosa la escalera con un impecable vestido celeste floreado, un abanico de colores y una peineta oscura como la muerte, preparada para salir con Ricardo, el chofer, en el coche Ford negro a la misa dominical en la vieja catedral de piedra de cantería:

-Niña quédate aquí, tengo cosas que ordenarte desde que acabe de hablar con mi primo-

La muchacha adivinó la conversación al ver el rostro de la dueña de las tierras norteñas que asentía sonriente:

-Si, si, querido, anoche se llevaron a sesenta a los pozos del Llano de Las Brujas, Tenoya y a la Sima de Jinámar, seguí tu consejo y la “Brigada” hizo bien su trabajo- farfulló con voz tenue y risueña.

Al otro lado se escuchaban carcajadas, como una especie de celebración que venía de las profundidades infernales de la tierra, mientras en la fuente una pareja de mirlos se bañaba, jugueteaban entre la espuma del agua fría de los nacientes de Azuaje:

-Ahora ya no tendremos problemas de huelgas ni revueltas obreras, este asqueroso populacho está desalado de miedo, han pagado muy cara la resistencia en el Ayuntamiento, cuando vino ese diputado comunista, el tal Eduardo Suárez junto al Delegado Egea, el farmacéutico de Agaete, ya los fusilaron en La Isleta por la gracia de nuestro señor Jesucristo- dijo la Marquesa sin dejar de abanicarse ante el bochorno de aquella mañana de marzo del 37.

María escuchaba sin aparentar escuchar, muy tiesa, erguida, temblorosa siempre, con las manos apoyadas a la altura de su pubis, la cabeza alta, tal como la habían enseñado desde que su pobre madre la entregó con doce años a la servidumbre de aquella podrida oligarquía colonial.

La Señora colgó el teléfono entre palabras de agradecimiento y un gutural ¡Arriba España!, no paraba de sonreír, afuera el terror inundaba las calles desde la plazoleta de los disparos a la eterna montaña:

-Niña ve al jardín y corta algunas rosas blancas y flores de mundo para decorar el salón para la comida después de la misa, vendrá el obispo, el general Dolla, mi amigo Barber y su señora, los jefes de Falange Eufemiano Fuentes, Francisco Rubio Guerra, Emiliano Bonny, Ezequiel Betancor, Juan del Río Ayala y Leopoldo Colohan con su hijo, comeremos un buen asado de carne cochino y pavo, no te olvides de avisar a Juanito para que saque de la bodega el mejor vino español reserva, tenemos mucho que celebrar este día-

La sirvienta se despidió con una reverencia, levantando levemente su vestido blanco y negro, corrió por el interminable pasillo hacia los inmensos jardines, no dejaba de pensar en su hermano Carlos, se lo habían llevado la noche anterior delante de sus hijos aquellos hombres que dijeron pertenecer a la policía secreta.

Unas nubes oscuras cubrieron aquella triste primavera, venían de la cumbre, atravesaron la montaña de Ossorio, el caserío de Teror, parecían invadir Arucas, como si fuera una plaga de siniestras cigarras azules.

Relato incluido en el libro de Francisco González Tejera, “El viento más rebelde” (2019).

*Imagen: Desfile falangista por la calle León y Castillo en Las Palmas GC (1937)

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