Muro de solidaridad y denuncias:
Cultura Popular:
-Quimera Teatro Popular: compromiso y agitación.
Un libro de Enrique del Álamo recuerda la actividad del grupo que lideró Sánchez Casas en Cádiz en los años sesenta.
Publicado en la revista El Otro País n.º 110, de mayo junio 2024.
“En mi peluquería había catorce chicas, echábamos hasta catorce o quince horas, los sueldos eran mínimos y las vacaciones más mínimas, y nadie se atrevía a decir me voy a comer a mi casa, pero desde que estuvimos con los del teatro tres o cuatro de esa gran peluquería que había en Cádiz cambió la historia. De las catorce, siete hicieron la revolución y conseguimos ajustar horarios y vacaciones, condiciones dignas. Y se lo debemos a Garratón”.
Este testimonio espontáneo de la peluquera Melu, en el acto de presentación del libro Quimera Teatro Popular. Disidencia cultural en Cádiz durante el tardofranquismo (1961-1972) (Ediciones Mayi), reflejaba, a modo de ejemplo, una parte importante del impacto que tuvo Quimera a lo largo de sus once años de actividad. Garratón era una especie de nombre artístico de José María Sánchez Casas, que lo heredó de su padre, que a su vez lo había heredado del suyo (Sánchez Garratón). De ambos recibió también la afición al teatro y a la interpretación.
Enrique del Álamo, historiador y experto en gestión cultural, llevaba años recopilando material sobre Quimera, desempolvando archivos y localizando supervivientes que le fueron aportando testimonios orales, documentos y material gráfico, hasta poner en pie la historia de aquel colectivo de jóvenes que, a través de un teatro de compromiso y agitación, lograron atraer y mantener el interés incluso de ciudadanos que nunca se habían interesado por el teatro.
Lograron también, como se puede deducir del testimonio de Melu, despertar el espíritu crítico de quienes acudían a sus representaciones. El pasado 15 de marzo, en el acto de presentación de su libro, Enrique del Álamo, en un conversatorio con la autora teatral Desirée Ortega, explicó la génesis de Quimera, desde sus orígenes en iniciativas de aficionados ligados a asociaciones católicas hasta su plena autonomía como teatro de cámara y como teatro independiente, con una dinámica activista de completar las actuaciones con coloquios en los que se rozaba, y a veces se contravenía, la represiva legalidad franquista vigente, en la que no cabía la libertad de expresión.
Quimera alcanzó un nivel de calidad reconocido incluso por quienes no simpatizaban con su estética teatral, que, a lo largo de los años, y tras acercarse a diversas experiencias vanguardistas, dentro de las tendencias teatrales que circulaban por Europa, se centró en el teatro de agitación y provocación. Alfonso Sastre y Bertolt Brecht fueron los dos grandes autores de referencia del grupo, además de Manuel Pérez Casaux, el dramaturgo portuense, que formó parte de Quimera hasta que él se trasladó a Barcelona.
Entre sus numerosos montajes, que contaron con un público creciente y una acogida importante en los periódicos locales (y en las revistas especializadas Primer Acto y Yorick), Quimera se atrevió a estrenar en España la obra Galileo Galilei, de Brecht, en un esfuerzo extraordinario que puso a prueba su capacidad profesional en todos los aspectos técnicos y artísticos del montaje y la interpretación. La prueba la superó con éxito. Significó algo así como su máxima cota de calidad entre todos sus montajes teatrales, junto con Guillermo Tell tiene los ojos tristes, de Alfonso Sastre, de la misma forma que la versión de Antígona que hizo Pérez Casaux y Ensayo para una aclaración popular sobre la reproducción de borregos, un montaje satírico de una danza de la muerte con poemas medievales, fueron las piezas más utilizadas como teatro de agitación.
A pesar de haber transcurrido más de cincuenta años desde su desaparición, el nombre de Quimera todavía tiene su poder de convocatoria y consiguió llenar el salón de actos donde se celebró la presentación. Tras la exposición del autor y de su interlocutora, intervinieron algunos de los supervivientes del grupo. Relataron experiencias sobre las dificultades con las autoridades gubernativas y sobre la protección relativa a la que pudieron acogerse en algunos locales parroquiales con la complicidad de algunos curas progresistas y con el obispo Añoveros recurriendo a los privilegios eclesiales que les concedía el Concordato entre Franco y el Vaticano. (En el libro, se recogen documentos, sacados de los archivos oficiales, referidos al seguimiento policial que se hacía de las actividades de Quimera y algunas disquisiciones de gobernadores y delegados sobre la conveniencia de actuar en determinadas situaciones o hacer la vista gorda para no provocar más follón del estrictamente necesario, porque, pese a su militancia disidente, Quimera tuvo un cierto reconocimiento oficial.
Participaba, por ejemplo, en las actividades culturales que completaban los cursos de verano de la Universidad de Sevilla en Cádiz, que dirigía José María Pemán, y en los coloquios que organizaba la Delegación Provincial de Información y Turismo para valorar los espectáculos de la Campaña Nacional de Teatro que llegaban a Cádiz. Todo esto era compatible con prohibiciones absolutas de varios montajes, dentro de los vaivenes y los amagos aperturistas que intentaba el régimen)
Entre los testimonios de los supervivientes, hay que destacar la intervención de Lali Díaz, la viuda de Sánchez Casas, que agradeció emocionada el reconocimiento del trabajo de Quimera y de la memoria de quien lo dirigió.
Como colofón, y a modo de resumen, habló el superviviente principal, Donato Patiño, que había estado en el grupo desde el primer momento, junto a Garratón. Matizó con ironía lo que se había comentado sobre el apoyo del obispo y resaltó más bien la valentía de algunos curas que luego sufrieron algún tipo de represalia por sus atrevimientos. Recordó que, efectivamente, en el grupo había mucho debate y mucho trabajo colectivo en los montajes que se llevaban a cabo, pero que, en realidad, al final se hacía lo que proponía José María Sánchez Casas. No le faltaba razón a Donato Patiño, porque Quimera Teatro Popular, tras su larga y fructífera trayectoria de resistencia, dejó de resistir y se disolvió sin remedio el día en que su líder indiscutible, José María Sánchez Casas, decidió abandonar la trinchera cultural y ocupar lo que sería una trágica trinchera revolucionaria.
*José María Sánchez Casas: Obra artística posterior
Los ocho capítulos de dibujos, cómics, cuadros, viñetas… de Vargas, Garratón, S.C…. y muchos más.
–http://www.presos.org.es/?s=S%C3%A1nchez+Casas+dibujos