Juan García Rueda, 36 años de su asesinato
5 de Septiembre de 1984-2020
-Juanini, semilla de libertad
“En los tiempos del barrio sevillano, La Cuarentena, 1962, Polígono de San Pablo. Yo, José Reyes Rodríguez, conocí a Juanini, fuimos más que amigos, y en 1976 compartí prisión, con él, en el mismo módulo. Mi entrada en prisión fue después de haber sido torturado por la policía político social durante 8 días por militancia en el PCE(r). Juanini, no sólo tenía mucha rebeldía, tenía odio de clase, lo necesario para tomar conciencia política, la que desarrolló conociendo en prisión a los militantes comunistas del PCE(r)”.
-Juanini: la forja de un rebelde
Guerrillero asesinado el 5 de septiembre de 1984, por la policía GALosa del PSOE.
Juanini nació en Sevilla el 2 de febrero de 1955 en un barrio de chabolas a la espalda del barrio de Triana, entre hornos y tejares, escombros y basura, conocido por la Vega de Triana. Cada invierno el río inundaba las chabolas. A los tres años de edad murieron allí dos de los once hermanos de Juanini. Su padre trabajó como peón de albañil y más tarde como chatarrero.
Años después las familias que allí sobrevivían fueron trasladadas a otro grupo de chabolas prefabricadas en el polígono de San Pablo, conocido por la Cuarentena, por haberlas construido en 40 días. Allí se alojaron 1.200 familias en condiciones infrahumanas; al Ayuntamiento se le olvidó instalar cuartos de aseo.
En este barrio y siendo todavía un chaval de 14 años, Juanini, con otros amigos de su edad, se preocupaba por los problemas sociales. Participó en las luchas en contra del proceso de Burgos y por la amnistía, repartiendo octavillas, lanzando cócteles contra autobuses, establecimientos oficiales…
A los 16 años le detuvieron por primera vez por participar en un robo y permaneció en prisión durante cinco años y medio, de los cuales más de uno lo pasó en celdas de castigo por su continua participación en actos de protesta contra las condiciones de vida en las cárceles. Participó en la creación de la COPEL.
En 1976 en la cárcel de Sevilla conoció a militantes del PCE(r) y, por medio de éstos, su programa y su línea política, que le decidieron a su salida a colaborar con él.
A mediados de 1977 se incorporó a un comando de los GRAPO cuyos combatientes fueron detenidos, quedando Juanini sin relación alguna con dicha organización antifascista.
Debido a una tuberculosis incubada en los años de prisión, estuvo hospitalizado durante un año. A su salida del hospital prosiguió su actividad política explicando entre los obreros de su barrio la línea y actividades del PCE(r), sin olvidarse ni un momento de llevar la solidaridad a quienes seguían en prisión.
Debido a su actividad política es detenido por la policía, que le acusa de pertenecer a los GRAPO, permaneciendo cinco meses en prisión y saliendo en libertad sin cargos del juicio.
Reemprendió su actividad política, lo que hace que la policía le detenga de nuevo, acusándole falsamente de participar en un atraco; permanece durante 18 meses en prisión, saliendo otra vez absuelto tras el juicio.
Poco tiempo después, ya en 1984, se incorpora nuevamente a los GRAPO.
A lo largo del mes de agosto de aquel año se habían desencadenado diversos operativos mediante explosivos contra entidades francesas situadas en tierras gallegas, reivindicados por los GRAPO, en solidaridad con la campaña desarrollada en Euskal Herria y en otros puntos contra las extradiciones de militantes abertzales detenidos en Francia. Estas acciones puesieron a la policía tras la pista de un posible comando de dicha organización armada con base en A Coruña o Vigo.
A finales del mes de agosto varios mercenarios de la Brigada Central de Información se desplazaron a Galicia desde Madrid. Tras la ejecución de Luis Pardo García, ingeniero jefe de zona de Radio Nacional de España, los autores del mismo fueron localizados en uno de los pisos que, previsiblemente, estaba sometido a vigilancia.
El 5 de septiembre de 1984 se conmemoraba el III Aniversario del asesinato a manos de la policía barcelonesa de Enrique Cerdán Calixto. Por ello, los GRAPO efectuaron tres acciones armadas simultáneas en A Coruña, Madrid y Sevilla, contra un ingeniero de RTVE y dos empresarios, respectivamente. La operación policial subsiguiente dio como resultado la localización de un piso de seguridad en la capital gallega, ocupado por Juan García Rueda y Ciete Calcerrada, que fueron acribillados a tiros en su interior.
Ciete Calcerrada, convaleciente en el Hospital Penitenciario de Carabanchel de las heridas recibidas en la misma operación, relató en un documento (publicado en el número 9 de la revista Área Crítica) cómo sucedieron los hechos:
“Súbitamente escuchamos cómo se partía la cadena de la puerta, que se encontraba a dos metros de donde nosotros estábamos sentados. A continuación oímos numerosas detonaciones de disparos realizados desde fuera de la vivienda. Instintivamente nos tiramos al suelo; en el trayecto desde el sillón al suelo sentí un fuérte dolor en el pie izquierdo, también oí quejarse al camarada, situado junto a mí. Me arrastré y escondí medio cuerpo tras un mueble grande. Tumbados, levantamos las manos. En ese momento media docena de armas nos dispararon nuevamente desde la puerta del comedor. Noté varios impactos más en mi cuerpo. Nos ordenaron levantarnos, pero no pude, y me arrastraron, tirándome de los brazos. Juan ni se movió, permanecía quieto, de espaldas a los policías”.
Las heridas por arma de fuego que tenía Ciete, cuatro en total, estaban localizadas en el lado izquierdo de su cuerpo (tobillo, muslo, codo y abdomen), lo que avala su versión de que fue tiroteado cuando se encontraba bajo un mueble, desarmado y en el suelo.
“Mientras me alejaban de Juan oí cómo le interrogaban -continúa-, así que aún estaba vivo. En una habitación me tumbaron y comenzaron a golpearme en las partes del cuerpo donde tenía las heridas. Me dijeron que iba a morir en ‘un enfrentamiento con la policía’ y que me dejarían desangrar. Comenzaron a disparar tiros a ambos lados de mi cabeza, junto a los oídos. Así permanecí, en medio de un gran charco de sangre, durante quince minutos, más o menos. Después me bajaron a la calle, tumbado en una camilla, entre varios GEO [Grupos Especiales de Operaciones de la Policía Nacional], que me iban golpeando contra la pared y me amenazaban con tirarme por el hueco de la escalera”.
Según describe la situación, las intimidaciones y agresiones policiales contra él continuaron hasta su ingreso en la Residencia Sanitaria Juan Canalejas, de A Coruña, donde fue depositado también el cuerpo sin vida de su camarada Juan García Rueda.
Desde el primer momento se tomaron estrechas medidas policiales alrededor del cadáver, para evitar que fuera examinado por alguno de sus familiares. Una vez realizada la autopsia, no se dio a conocer el informe del forense que examinó el cuerpo sin vida de Juanini. La policía intentó impedir por todos los medios que el cadáver fuera reconocido por los familiares y el féretro fue sellado. A pesar de todo, varios miembros de la familia consiguieron realizar una dramática fotografía de Juanini sin vida, donde se observa que no recibió ningún impacto de bala frontalmente: No ha podido haber ningún enfrentamiento -comentaron sus familiares-, Juan tiene todos los tiros en la espalda, uno de ellos en la nuca.
Durante el entierro, realizado en Sevilla el 8 de setiembre, a las dos de la tarde, los obreros de su barrio le rindieron un emotivo homenaje, desmintiendo la calificación de delincuente común en un acto multitudinario de manifestación política, revolucionaria, como la misma prensa hubo de reconocer.
En medio de una gran tensión, tuvieron lugar diversos incidentes. Siete vecinos del sevillano Polígono de San Pablo resultaron detenidos por instalar una mesa en el barrio para recaudar dinero, a fin de costear el traslado y posterior entierro del camarada asesinado. Los detenidos pasaron a prisión bajo el delito de apología del terrorismo.
También el coche fúnebre tuvo problemas a su llegada a Sevilla, cuando fue interceptado por la policía, que obligó al conductor del vehículo a retirar una bandera republicana situada sobre el féretro. Tras cerrar la tumba, una joven médico gaditana, Concepción Cruz, resultó detenida por intentar colocar sobre la misma una bandera tricolor. Otro joven y cuatro hermanos del guerrillero asesinado fueron también detenidos y trasladados a los calabozos.
Durante su estancia en el hospital coruñés, Ciete estuvo sometido a una intensa presión policial, que sólo disminuyó gracias a la enérgica actitud del director del centro y del traumatólogo que le atendió.
A Carmen, madre de Ciete, le prohibieron visitar a su hijo: “Me dijeron que cuando llegase a la Dirección de Seguridad del Estado lo iban a matar a hostias, y me echaron dándome empujones”.
Las presiones del director del centro sanitario y las intensas gestiones desarrolladas por el abogado Gerardo Martín Morales, dieron su fruto, y el herido fue trasladado directamente al Hospital Penitenciaro de Carabanchel.
“Mi preocupación fundamental era conseguir que no pasase por la Puerta del Sol, para evitar que le torturasen; esta inquietud era compartida por varios médicos del hospital coruñés, especialmente por su director, lo que demuestra que existe una gran sensibilidad en amplios sectores de la población contra la práctica, salvaje y habitual, de la tortura. Ahora estamos pendientes de recibir la autopsia para tener conocimiento oficial de lo que los familiares de Juan García Rueda vieron con sus propios ojos”, dijo el abogado Martín Morales.
Más tarde la hermana de Juanini, Ana, también se incorporó a la lucha guerrillera y estuvo 19 años encarcelada.
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