Memoria histórica imprescindible:
-Manuel Lustres Rivas, el galleguista que luchó contra el caciquismo y fue asesinado por los franquistas.
El periodista ribeirense fue víctima de la represión en noviembre de 1936, tras pasar meses encarcelado en la isla de San Simón, por sus ideales nacionalistas.
«Su historia se asemeja a la de su amigo Federico García Lorca. Ambos murieron víctimas de la represión franquista, sin juicio, en una cuneta, solo por defender sus valores. ¿Cuál es la diferencia? La memoria de Lorca sigue siendo honrada en nuestros días mientras que la de Manuel Lustres Rivas cayó en el olvido al poco tiempo de su asesinato», explica el historiador y periodista Xosé María Fernández Pazos.
Escritor, luchador social pero sobre todo, periodista. Manuel Lustres Rivas (1888, Ribeira) fue asesinado por el régimen franquista debido a sus ideales políticos. El ribeirense estaba muy vinculado al galleguismo y los movimiento agraristas. Buscaba luchar por la defensa de los derechos del campesinado gallego y acabar con el caciquismo de la época.
Lustres comenzó a destacar cuando se mudó a Santiago de Compostela para cursar Medicina, allí conocería a otros intelectuales de la época vinculados al mundo de la política como Alfonso Daniel Manuel Rodríguez Castelao, uno de los padres del nacionalismo gallego, quien fue su compañero y amigo a lo largo de los años. Juntos participaron en las tertulias del famoso Café Colón compostelano, donde debatían sobre cuestiones relacionadas principalmente con el movimiento galleguista.
Acabó dejando Medicina para dedicarse a su verdadera vocación: las letras. Desde aquel momento, su vida se convirtió en un viaje a través de la literatura, los movimientos sociales, laborales y políticos, y el debate de las ideas. Sin embargo, fue en el mundo del periodismo donde brilló con mayor intensidad. Sus colegas lo consideraban un «maestro de periodistas», entre ellos Valentín Paz Andrade, director del periódico Galicia Diario de Vigo, tal y como destaca Monste Calvo en su obra Xornalistas con opinión.
«Coincidimos Castelao, Javier Montero, Luis Villardefrancos, Gamboa y otros muchachos deseosos de ser literatos y artistas en el Café Colón de Santiago. Éramos gente menuda, tocados de sombrero de ala ancha, chalina larga y agresivo orgullo y fumadores incansables», escribía el propio Lustres sobre estas reuniones.
También tendió lazos con autores españoles que estaban en auge en esa época. Conoció a Lorca en su estancia en Vigo en 1932 con La Barraca, desde entonces se creó una gran amistad. Lustres le dedicaría varios textos en honor del granadino en la sección Actualidades Viguesas del Faro de Vigo.
Dejándose llevar por su espíritu literario y sus inquietudes políticas, impregnado por esas ganas de acción de aquellos jóvenes de inicio de siglo. Lustres decidió crear su propia revista: Galicia Moza. En ella contaba con Castelao como dibujante, siendo esta la primera colaboración en prensa escrita del de Rianxo. La revista tenía tintes tan progresistas que las imprentas compostelanas se negaron a imprimirla, obligándolos a hacerlo en Vilagarcía. No contó con el éxito esperado y solo llevaron a salir dos números a la luz.
Desde entonces, su pluma recorrió los principales medios gallegos del momento, comenzando por El Miño de Ourense en 1906. Iría dejando su huella en diarios como Galicia Nueva, Gaceta de Galicia y El Heraldo Gallego, del que fue director durante varios años. También colaboró con La Crónica de Vigo, Galicia, la revista Vida Gallega y El Faro de Vigo. Su talento no se limitó solo a su tierra, llevando sus palabras a publicaciones nacionales como España Nueva, La Jornada, El Liberal, El Sol -todos ellos de Madrid-, y La Publicidad, de Barcelona.
El activismo político de Lustres dio comienzo con su gran implicación en los movimientos agraristas. Su trabajo en El Heraldo Gallego fue un puente esencial que le conectó con las Irmandades da Fala, una organización galleguista que, entre otras reivindicaciones nacionalistas, luchaba por redimir los foros en Galicia, apunta el historiador Fernández Pazos. Esto significaba otorgar a los campesinos la propiedad jurídica de las tierras que llevaban siglos cultivando, liberándolos así de pagar tributos a los hidalgos.
Fue así como comenzó su cruzada contra el caciquismo rural y la defensa incansable del campesinado gallego. Este compromiso le acarreó enemistades con los caciques de la época, quienes lanzaron campañas de desprestigio contra él. Llegó incluso a enfrentarse con el obispo de Ourense, quien casi lo excomulga y, a consecuencia, Lustres tuvo que abandonar la ciudad.
En su intensa actividad política, Lustres promovió la creación de un fondo de ayuda para periodistas jubilados, algo innovador para la época, dado que en aquel entonces no existían pensiones. Esta iniciativa fue recibida con entusiasmo por la Asociación de Periodistas y contó con el apoyo de colegas y destacados políticos de la época como Lerroux, Azaña, Indalecio Prieto, Besteiro y Marcelino Domingo.
Su posición política era marcadamente nacionalista. Aunque su labor de reivindicación social no se detuvo allí.
En sus escritos, Lustres abordó temas fundamentales como la emancipación de las mujeres, señalando que aún quedaba un largo camino por recorrer para alcanzar la independencia económica a la que tenían pleno derecho. Asimismo, mostró su apoyo al Partido Galeguista y desempeñó un papel activo en las campañas para la aprobación del Estatuto de Autonomía de 1936.
*Un encarcelamiento inesperado
Una mañana de agosto de 1936, la Policía llamó a la puerta de la casa de Manuel Lustres en la calle Luis Taboada de Vigo. Confiado, él tranquilizó a su esposa, Emilia Fernández, asegurándole que no había motivo para inquietarse. «Fue una sorpresa su detención. Él pasó a ser un hombre de centro-derecha, nunca fue izquierdista, era un republicano moderado y agrarista. Le condenaron por su lucha incansable por la libertad y su apoyo al movimiento agrarista de esos años previos a su muerte».
Sin embargo, la realidad fue implacable para él y todos sus allegados: lo detuvieron y lo encarcelaron en la inhóspita isla de San Simón –ubicada en la ría de Vigo– que se había convertido en un campo de concentración de presos políticos contrarios al franquismo. En busca de ayuda, Emilia acudió al director del Faro de Vigo, Manuel Otero Bárcena, quien, según narra Monste Calvo, ofreció su apoyo en los primeros encuentros, pero se retiró cuando el peligro se hizo palpable.
El destino de Manuel Lustres Rivas se selló en una mañana nublada del 10 de noviembre de 1936, cuando su cuerpo fue hallado en una solitaria carretera cerca de Redondela. El «maestro de periodistas» fue sacado y «paseado» junto a otros seis presos que también serían asesinados por sus ideas políticas. El ribeirense fue enterrado en Redondela y hoy sus restos se encuentran en el cementerio de Pereiró de Vigo. Así, el nombre de Manuel Lustres Rivas se inscribe en la trágica lista de hombres de la cultura que sacrificaron sus vidas por la causa galleguista en 1936.
*Hijo ilustre de su tierra, Ribeira
El 5 de diciembre de 1986, el Pleno del Ayuntamiento de Ribeira estaba inmerso en una campaña para cambiar los nombres franquistas de las calles del pueblo y decidieron que como broche final querían reconocer a este ribeirense represaliado por el franquismo.
«Eximio periodista y luchador incansable de las libertades, en cuya defensa sacrificó su propia vida», apunta la distinción. Ese día inauguraron la calle que todavía hoy lleva su nombre y que está frente a la casa donde nació.
En 2013, se inauguró el centro cultural Lustres Rivas para poner en valor la memoria y la cultura, tal y como hacía el periodista ribeirense.