Memoria histórica imprescindible:
-Las muertes de Miguel de Unamuno y José Rizal relacionadas por el odio racista de Millán-Astray.
Unamuno fue arrestado y presuntamente asesinado tras mencionar al escritor filipino en su discurso del 12 de octubre de 1936. El fundador de la Legión combatió contra la colonia y no toleró que evocasen al escritor al que se ejecutó, en la misma fecha que a Unamuno, como instigador del inicio de la independencia de Filipinas.
“Viva España”, se dice que gritó José Rizal antes de ser ajusticiado un 31 de diciembre de 1896, en Manila, Filipinas. Cuarenta años después, Miguel de Unamuno fenecería, también en el último día de 1936, en su casa de Salamanca, en un presunto asesinato aún por esclarecer tras 88 años de impunidad.
Unamuno y Rizal tienen una biografía enhebrada que se une en algunos de sus puntos. Se conocieron y compartieron espacios. El bilbaino epilogó la biografía del tagalo. El nombre del filipino, en boca del vasco-salmantino durante el discurso del 12 de octubre en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, llevaría al fundador de la Legión Española, José Millán-Astray, a sentenciar a Unamuno a un trágico final por ser objeto de su odio.
Como ya es conocido, tras el encontronazo con el fundador de la Legión, donde fue amenazado, Unamuno ya no pudo vivir en libertad. Desde aquel Día de la Raza en el que don Miguel mencionó al doctor José Rizal, vivió bajo arresto domiciliario, vigilancia permanente y amenazado de muerte, hasta el punto de que en sus últimos meses escribió no menos de siete cartas avisando de que sería asesinado.
En el acto de aquel día, junto a la esposa del dictador Carmen Polo y frente a jóvenes falangistas, Unamuno pronunció el nombre de José Rizal. En el papel donde apuntó ideas para el discurso tenía escrita la palabra “Rizal” en el anverso, lo que confirma que, como en 1935, el filipino iba a ser protagonista. Recordemos otras palabras de aquella intevención: vencer, convencer, imperialismo, guerra internacional…
“Rizal” fue una palabra obviada en el relato oficial sobre la “muerte” de Unamuno, llegando a ser borrada en su reproducción en algunos libros que se han impuesto como referencia del relato sobre su final. Autores de supuesto prestigio, como Salcedo (1964) o Trapiello (en su reedición de 2019), esconderán, por desconocimiento o negligencia, la grafía y significado de la palabra “Rizal”, apellido del doctor filipino. “Basta con acudir al documento original, custodiado en la Casa Museo de Unamuno en Salamanca para comprobar fácilmente la palabra Rizal manuscrita por el propio don Miguel”, explica Manuel Menchón, cineasta, investigador de la muerte de Unamuno y director del documental Palabras para un fin del mundo (2020).
“Para mí es tan español como nosotros el filipino Rizal, que se despidió del mundo en español”, diría Unamuno –según los apuntes tomados in situ del profesor Ignacio Serrano– recibiendo la reprimenda de Millán-Astray: “Los catalanistas morirán. Y ciertos profesores, los que pretendan enseñar teorías averiadas, morirán también”. Unamuno defendía a Rizal ante los falangistas porque sentía admiración y devoción por su persona y su altura intelectual. Había incluso escrito el epílogo de su biografía (un proyecto de Wenceslao Retana, otro filipino reconocido), y le había recordado en el mismo lugar y día del año anterior, en 1935, denunciando una concepción restringida y racista de la hispanidad con la que Unamuno no comulgaba.
Al analizar las notas de Unamuno del 12 de octubre junto con otros escritos posteriores, y contrastarlos con el documento del profesor Serrano, resulta evidente que lo ocurrido fue un incidente grave. Así lo describió Francisco Bravo, jefe de la Falange en Salamanca, en una carta dirigida el 13 de octubre a Fernando, el hijo mayor de Unamuno. “Sería doloroso que a tu padre pudiera sucederle algún incidente desagradable”, advertía. La hipótesis del asesinato ha sido documentada y empezó a abrirse paso gracias a Manuel Menchón y Luis García Jambrina, que con su libro La doble muerte de Unamuno (Capitán Swing, 2021) aportan los principales elementos para la reapertura del caso.
En un texto inédito –del 12 de enero de 1942– publicado por Togores, se recogen las apreciaciones del legionario mutilado durante aquella jornada. Le sorprende que Unamuno no salga a recibir a la esposa del dictador. En la apertura de la sesión, Millán-Astray observa en las palabras de Unamuno una negación del cargo de Jefe de Estado que ya había bautizado a Franco. Al mutilado le molesta que don Miguel diga en su intervención “que no hay antipatria” porque eso significa que los rojos no son anti-España. También le molesta que entone un canto a “Vasconia y a Cataluña”, “regiones separatistas en aquellos momentos en poder de los rojos”. También deduce que con su “vencer no es convencer” quiere decir que “con las armas no se gana la razón”, y esto también le llena de ira. Cuando Millán-Astray repara en Rizal, explica sin miramientos: “Esto, creo yo que muy pocos alcanzarían la perversa intención del señor Unamuno al nombrar al cabecilla Rizal en el momento en el que la guerra contra España estaba dirigida por los comunistas ruso-soviéticos-judío-masónicos”. Acusa a Rizal de masón anti-España y anti-Ejército.
El verdadero detonante del odio de Millán-Astray y del aislamiento del intelectual oriundo de Bilbao no fue, entonces, el discurso de Unamuno en su totalidad, sino la mención específica a José Rizal. Por la manera en que el franquismo actuó posteriormente, es evidente la importancia que los golpistas otorgaron al hecho de que el rector hiciera referencia al, a la postre, héroe filipino. El Régimen se esforzó por eliminar cualquier alusión al tagalo, logrando, al menos en parte, que aquel enfrentamiento se percibiera como una simple anécdota.
La muerte del filipino fue documentada con una fotografía del momento; la del bilbaino, aún sigue sin ser esclarecida. Por ello, se puede concluir que mientras la ejecución de Rizal es un hecho histórico objetivo, la extraña muerte de Unamuno sigue estancada en la indefinición, a falta de que se reabra el caso para dilucidar las condiciones de un final que cuenta con una hipótesis fuerte de posible asesinato.
-«Via Crucis» (Romance proletario)
de Victoriano Crémer
Compuesto durante los meses posteriores a la revuelta de Casas Viejas, acontecida en enero de 1933.
Tiene como trasfondo la conocida popularmente como «ley de fugas», que acabó con la vida de 28 campesinos.
–https://serhistorico.net/2025/01/02/via-crucis-un-romance-proletario-de-victoriano-cremer/
-Película yanqui prohibida en España.
¿Sabías qué?: Una película estadounidense en su tiempo (año 1964) originó un conflicto entre el Gobierno de Franco y la casa productora (Columbia Pictures), a la que se exigió la destrucción del film en su totalidad, incluidos los negativos, a lo que por supuesto dijo no la productora y el Gobierno Español como represalia, prohibió durante muchos años, importar película alguna de esta multinacional…
Se película se titula «Y llegó el día de la venganza». Un antiguo guerrillero que lleva veinte años exiliado en Francia decide regresar a España porque su madre está a punto de morir. Pero pese a los años transcurridos, el guardia civil Viñolas no se ha olvidado de él e intenta apresarle…
Aún de contar en el reparto con Gregory Peck, Anthony Quinn, Omar Sharif o Mildred Dunnock, y la dirección de Fred Zinnemann, ni es una gran película, ni su argumento era para tanto ruido ni conflicto con Hollywood, ni toca apenas el tema de la guerrilla y cuando lo hace es poco interesante, pero la censura descubre de nuevo un nombre muy conocido.
En 1964, en el IXº Gobierno Franco, de 1962 a 1965, el ministro de información y turismo, y jefe censor era… Manuel Fraga Iribarne.